El «Manual de Frascati» tiene su origen en la decisión de la OCDE de disponer de un instrumento fiable que permitiera el seguimiento y evaluación de la I+D a través de la elaboración de estadísticas, lo que llevó a esa organización a celebrar, en junio de 1963, una reunión de expertos nacionales en estadísticas de I+D en una villa de la ciudad de Frascati en Italia. De ahí surgió la primera versión oficial de la «Propuesta de Norma práctica para encuestas de Investigación y Desarrollo Experimental», que se conoce como «Manual de Frascati» por el lugar de reunión, y que, a lo largo de los cuarenta años trascurridos, ya ha conocido hasta seis versiones.
Dado que este Manual se convirtió, como era de esperar, en estándar para el seguimiento de las actividades de I+D y ha demostrado la utilidad de sus indicadores, que han sido y son empleados en informes nacionales e internacionales, este Departamento considera que es bastante innecesario recordar que los sistemas informativos de cualquier organización (como puede ser el Instituto Aragonés de Estadística) sean conocedores, y apliquen, como de hecho ocurre, los criterios del Manual Frascati.
De todas formas, no se puede olvidar que, desde esa fecha original, han surgido y se aplican, otros modelos consensuados y de validez acreditada: En la Unión Europea, por ejemplo, el Modelo EFQM de Excelencia para lograr una mejora del sistema de gestión; éste es también recomendado en España. El Modelo EFQM de Excelencia ofrece un marco de trabajo no prescriptivo que reconoce que la excelencia de una organización se puede lograr de manera sostenida mediante distintos enfoques. Otro manual muy utilizado es el denominado Manual de Oslo, que se centra en la innovación empresarial. Por otra parte, el propio Manual, ante la complejidad de los procesos de investigación científica y desarrollo tecnológico y de los modelos que han tratado de explicarlos, ya pone de manifiesto que «El presente Manual no se inspira en un único modelo aplicable al sistema científico y tecnológico, sino que fundamentalmente tiene como objetivo proporcionar estadísticas que permitan establecer indicadores utilizables en diversos modelos». Esa loable precaución de la OCDE en su Manual y la lógica evolución de los conceptos y las circunstancias de la sociedad, la han conducido, por cierto, a elaborar otros directorios metodológicos.
Al margen de lo anterior, aunque es comprensible la preocupación por conocer con prontitud los datos sobre las inversiones realizadas en Investigación y Desarrollo por los distintos departamentos para poder hacer correcciones de las políticas y estrategias en esta materia, puede asegurarse, en primer lugar, que esos datos se conocen con la suficiente rapidez para retocar orientaciones, pero también, en segundo lugar, que para llevar a cabo análisis con la necesaria profundidad y hacer evaluaciones más correctas y atinadas son necesarios procesos de más larga duración ya que exigen (como es el caso del Instituto Nacional de Estadística) la recopilación de la información y luego su procesamiento (se solicitan encuestas a otras administraciones y a numerosas entidades tanto públicas y privadas, se cruzan y depuran los datos). No puede ser de otra forma y cualquier Gobierno se balancea entre esas dos opciones y las utiliza ambas: el análisis rápido, pero menos profundo, para correcciones de orientación y el análisis sosegado pero un poco más lento para cambios de políticas y estrategias.
En todo caso, debe informarse, que, por imperativo de la Ley de Ciencia 2011 respecto a la creación de un Sistema de información compartido por la AGE y las CC.AA., y a raíz de las presiones que Eurostat lleva ejerciendo desde hace años sobre el Gobierno de la nación —y otros Gobiernos y territorios europeos— sobre la fiabilidad y homogeneidad de los datos de I+D+i, el MINECO (donde se ubican la Subdirección General de Planificación y Seguimiento y la Dirección General de Política de I+D+i), ha impulsado la creación de un grupo estable de trabajo en el que participan todas las Comunidades Autónomas (y entre ellas la nuestra a través de la Dirección General de Investigación e Innovación) para consensuar criterios y mejorar la calidad de la información y de las estadísticas compartidas (aplicando en su caso las recomendaciones del Frascati).
Por otra parte, no existe ningún problema para concertar una reunión de trabajo con nuestro Instituto Estadístico para que aclare todas las dudas que se puedan albergar sobre la aplicación del manual de Frascati o sobre las metodologías aplicadas por ese organismo.
Zaragoza, 13 de julio de 2018.
La Consejera de Innovación,
Investigación y Universidad
PILAR ALEGRÍA CONTINENTE