Diario de Sesiones de las Cortes de Aragón


Interpelaciones

Interpelación núm. 39/01, relativa a la reforma del sector oleícola.

Diario de Sesiones de las Cortes de Aragón n°: 054 de Plenos (V Legislatura)
Intervinienen: Gimeno Fuster, Mesias - Arguile Laguarta, Gonzalo

El señor PRESIDENTE: Señorías, ocupen sus escaños.

Proseguimos la sesión plenaria con el punto número siete del día, que es la interpelación número 39, relativa a la reforma del sector oleícola. Ha sido formulada por el diputado del Grupo Parlamentario Popular señor Gimeno Fuster, que tiene en este momento la palabra.

Interpelación núm. 39/01, relativa a la reforma del sector oleícola.

El señor diputado GIMENO FUSTER: Gracias, señor presidente.

Seguramente, después de la gran jornada maratoniana legislativa de ayer, en la mañana de hoy cuesta un pequeño esfuerzo estar en los escaños.

Señor consejero, a pesar de la voluntad manifestada en los últimos días por las declaraciones de determinados portavoces de los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno de que es el Gobierno el que impone el ritmo del trabajo -no puede ser de otra forma-, y que traslucía un pequeño desprecio hacía los grupos de la oposición, me va a permitir hoy, consejero, que yo le haga una interpelación con un marcado carácter totalmente positivo, totalmente positivo. Con un carácter que pretende única y exclusivamente, dado que parece ser -y afortunadamente- que las relaciones entre el Gobierno de la Diputación General de Aragón y el Gobierno central ya no son de confrontación, sino de colaboración, y creo que en su departamento desde el primero momento fueron de colaboración con el Gobierno central, que, al fin y a la postre, también tiene mucho que ver en este tema por el cual interpelamos hoy al Gobierno de la Diputación General de Aragón, le decía que tiene un marcado carácter totalmente positivo: va a intentar buscar soluciones, y, además, teniendo tiempo para poderlas buscar en común.

Y yo creo que no cabe duda de que la moción resultante de esta interpelación -que ya casi, señor consejero, se la podría anunciar aquí, pero tiempo al tiempo-, con toda probabilidad, los grupos que apoyen al Gobierno apoyarán esa moción.

Yo no soy lingüista, pero soy profesor, y cuando se confunden los términos, en el sentido de que discrepar significa enfrentarse y que interpelar puede significar una velada amenaza a determinadas actitudes con relación a si son personales, pues mire, tengo unas espaldas muy anchas, o sea, lo puedo soportar todo. Creo que no va a ser así en este caso. Que interpelar no signifique tomar represalias a posteriori, como viene siendo habitual en algunos miembros del Gobierno ante determinadas interpelaciones.

Por lo tanto, voy a entrar en materia. Usted, los diputados... Si al señor Ibáñez le molestan algunas de las observaciones previas, yo le pido que algún día el presidente nos permita debatir a usted y a mí. Yo, desde luego, desde el Gobierno, y usted, desde la oposición, y seguramente que nos íbamos a divertir mucho todos.

Vamos a entrar en materia. Sus señorías conocen -usted, señor consejero, con muchísima más razón, y yo mismo- que los ministros de la Unión Europea, los ministros de Agricultura, el Consejo Europeo, al fin de la Unión Europea dieron luz verde a la prórroga de la actual OCM del aceite, en junio del año 2001, en medio de un clima de división, no cabe la menor duda. Las medidas que pueden favorecer a un determinado sector, al sector de productores, pueden entrar en confrontación con el de transformadores o con el de consumidores, pero de lo que no cabe la menor duda es de que en el sector, entre los distintos agentes del sector, había diferencias sustanciales.

La primera, la temporalidad de la prórroga. Junto a países como, por ejemplo, Italia y Grecia, fundamentalmente Italia, que eran partidarios de la prórroga durante cinco años porque les iba muy bien, porque las pequeñas -y digo pequeñas- chapuzas o trapicheos que se llevan en el sector olivarero en Italia son típicos de la más rancia mafia siciliana, y lo digo con total..., hasta tal extremo que cobraban las ayudas de la Unión Europea dos veces por los mismos olivos o por la misma producción. Creo que prevaleció fundamentalmente la razón de darle un tiempo prudencial al sector dentro del seno de la Unión Europea para que se realizasen unos exhaustivos y verdaderos estudios que diesen un conocimiento real, y valga la redundancia, de la realidad del sector olivarero.

Ya en el noventa y ocho se prorrogó la OCM del aceite porque no había claridad en el sector, imputable yo creo que a todo el sector, desde los productores hasta los consumidores, que son los últimos. Ahora se da una prórroga de dos años más, que, al fin y a la postre, son tres campañas oleícolas (2000-2001 hasta la 2003-2004), es decir, prácticamente, tres años más.

Yo estoy convencido, señor consejero, estoy convencido de que en Aragón, y luego daré unas cifras que creo que conocemos pocos, vuelvo a repetir, que conocemos pocos, porque creemos que en Aragón, y sobre todo en dos zonas me atrevería a decir, fundamentalmente el Bajo Aragón turolense y una pequeña mancha en Huesca y otra pequeña mancha en la zona de Borja, consideramos y creemos que somos una fuerza importante en el sector olivarero nacional, y cuando nosotros vamos a los datos, pues poco menos tenemos que meternos debajo de la cama, porque la extensión de olivos que representa Aragón en el cómputo nacional es el 2%, y si vamos a la producción, prácticamente el 1%. Y esto, analizando los números fríamente, señor consejero, podría llevarnos en un momento determinado a decir: bueno, si tan pequeños somos, si tan pequeño es el porcentaje, si tanta es la diferencia que existe con otras grandes zonas productoras como Extremadura, Castilla-La Mancha, sobre todo Andalucía, Valencia y Cataluña (creo recordar que Aragón es la quinta o sexta comunidad autónoma en lo que hace referencia a extensión de cultivo y a producción tanto de oliva de aceite como de oliva de mesa, aceituna de mesa)... Pero no cabe la menor duda de que el sector olivarero en la Comunidad Autónoma de Aragón, y creo que en esto vamos a coincidir usted y yo, tiene una importancia capital. A ello me referiré, fundamentalmente, por dos aspectos básicos: uno, medioambiental, y otro, social.

Yo quiero recordar en este momento que en los medios de comunicación y en determinadas campañas olivareras, sobre todo en Andalucía, que es la gran zona receptora de inmigrantes para la recolección, un mal año de recolección, recuerdo -puedo equivocarme, pero creo que no es así- que iba a suponer la pérdida de entre quince y veinte mil puestos de trabajo en una determinada campaña, en una campaña que suele durar aproximadamente, según la producción, tres o cuatro meses.

Sin embargo, un olvido, un abandono del sector olivarero en la comunidad autónoma llevaría aparejados consigo dos aspectos que yo creo que hay que tener en cuenta y que, desde luego, están en la mente del Gobierno si consideramos la política demográfica, comunicación que fue debatida aquí, propuestas de resolución que se aprobaron aquí y que tienen un marcado carácter de, en primer lugar, preservar el medio ambiente y, en segundo lugar, fijar la población. Y si hay un producto, si hay una producción que fija a la población sobre el terreno (en determinadas zonas de Aragón, lógicamente), no le quepa duda de que esta producción, éste árbol, es el olivo, para producir fundamentalmente sus dos variedades.

Decía que en un momento hubo posturas encontradas y contrapuestas a la hora de si se llevaba a cabo la reforma profunda, íntegra, exhaustiva y definitiva de la OCM del aceite o se daba un tiempo prudencial. Yo creo que los ministros de Agricultura de la Unión Europea e incluso el sector olivarero y fundamentalmente las cooperativas, aunque en Aragón -tengo que decirlo, lamentablemente- no están teniendo el peso específico que debería tener en el sector, no lo están teniendo, no por culpa del Gobierno, sino muchas veces -tengo que decirlo aquí públicamente, porque se lo he dicho a ellos- por culpa de los propios cooperativistas, es decir, de las propias cooperativas, aun no estando las cooperativas muy de acuerdo con la actual OCM del aceite, vieron en la prórroga una solución positiva (yo no me atrevería a decir una posición buena, sino positiva) del tema.

Porque, señorías, yo creo que el sector olivarero y los productos que de él se derivan son unos verdaderos desconocidos para la mayoría de la población. Yo, por defecto, quizás porque nací entre olivos y me crié entre olivos, a mí me sorprende poderosamente que amigos y compañeros míos, cuando vienen a casa y se llevan como regalo ese aceite que yo cojo de mi almazara o de mi cooperativa y lo prueban, dicen: «Éste no es el aceite que yo compro en el supermercado como aceite del Bajo Aragón» (le llaman «del Bajo Aragón» como genérico). Realmente, es el gran desconocido.

Yo, no hace muchos días, en una reunión que tuve aquí, en Zaragoza, totalmente personal y familiar, les pregunté si sabían las sencillas diferencias que existían entre lo que es un aceite virgen extra, lo que es un aceite virgen, lo que es un aceite puro o lo que es un aceite lampante, y poco menos que me sacaron de la reunión, se lo digo, señor consejero, poco menos. Y creo que ésta es la tónica general, y es que el ama de casa, cuando va al gran supermercado a comprar el aceite, simplemente se fija en «aceite puro de oliva» (a lo mejor es aceite de orujo; a lo mejor, quizás, con toda probabilidad, muy difícil, pero a lo mejor es aceite de orujo). ¿Aceite puro? Sí, señorías, que ha sido depurado, que ha sido tratado, pero que no tiene ninguna relación con lo que es la verdadera realidad del aceite.

¿Qué dice la OCM actual? ¿A qué están sometidos los agricultores-productores de aceite en Aragón y en España? Pues miren, mantienen la cuota de setecientas sesenta mil veintisiete toneladas anuales -creo que son- de producción de aceite. ¿Bueno?, ¿malo? Pues mire, la media aproximada son las novecientas mil toneladas, la media aproximada de producción de los últimos ocho años.

Tenemos que tener en cuenta que es el país de la Unión Europea que mayor porcentaje tiene de cantidad mínima garantizada, setecientas sesenta mil toneladas, que es corta, que es pequeña. Es pequeña, fundamentalmente, porque el incremento en las plantaciones y olivos, la declaración de olivar, que en otras ocasiones no se había hecho anteriormente a mil novecientos noventa y ocho, la producción que tienen en este momento los olivares hace que esta cantidad se quede relativamente pequeña.

Entonces, señor consejero, creo que, de alguna manera, en esas reuniones del MAPA, para lo que le pedimos en la interpelación, que fije los criterios, lógicamente, tendrá que ir a buscar un mayor porcentaje de cuota máxima garantizada para la producción de aceite.

Como medida preventiva para garantizar determinado poder adquisitivo en el sector, la OCM actual prorroga la política de ayudas al almacenamiento en el sector privado, que ha resultado un fiasco, que ha resultado un fiasco. ¿Por qué razón fundamental? Porque las subvenciones, que en un principio pudieron ser llamativas y significativas, en este momento son muy bajas y, por lo tanto, el sector privado, que apenas recibe subvención por el almacenamiento, prefiere estar en el anonimato y jugar su política de otra forma distinta.

¿Tiene otro aspecto positivo? Pues mire, el aspecto positivo es que llega prácticamente una cantidad aproximada de ciento sesenta y cinco mil-ciento setenta mil millones de pesetas a repartir entre las zonas productoras de aceite...

El señor PRESIDENTE: Señor Gimeno, vaya concluyendo.

El señor diputado GIMENO FUSTER: Voy a ir terminando, señor presidente.

¿Buena cantidad?, ¿importante? Muy importante. Los productores, el sector, no se quejan de la cantidad de ciento sesenta y cinco mil millones de pesetas, no: se quejan de los criterios de distribución, porque aquí no pasa lo de Italia, señor consejero, pero casi, pero casi.

¿Qué tiene de positivo la prórroga de la nueva OCM del aceite en este momento durante dos años más? Es que profundiza en un aspecto fundamental, y éste sí, señor consejero, sí que nosotros tenemos que defenderlo a capa y espada, a capa y espada, y es que profundiza en materia de estrategia de consecución de calidad y de denominaciones de origen.

Yo lo he dicho cientos de veces desde hace muchísimo tiempo, señor consejero: el aceite de Aragón, y yo me refería al aceite del Bajo Aragón, había que venderlo en las farmacias, como se vendía en aquellos tiempos el aceite de ricino, como se vendía en aquellos tiempos. Porque es cierto que nosotros no podemos competir ni con Andalucía ni con Castilla-La Mancha ni con Extremadura en cantidad; nosotros, lógicamente, tenemos que competir con ellos, porque además podemos hacerlo, tenemos que competir en una marcada estrategia de adquisición de calidad. Porque es que, además, la tenemos, la tenemos porque somos capaces de producir el mejor aceite: primero, porque tenemos las variedades que producen mayor calidad en origen y, en segundo lugar, porque, normalmente, esos aceites no sufren las transformaciones que sufren en otras comunidades autónomas como, por ejemplo, Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha. Y éste es uno de los objetivos que, desde luego, señor consejero, debemos alcanzar.

Ésta es la razón fundamental -y termino, señor presidente- por la cual el Grupo Parlamentario Popular, en el ánimo de darle a usted el apoyo para que, cuando se reúna en la mesa sectorial del MAPA, que supongo que les convocarán para que -no una vez, más de una, porque dos años dan mucho tiempo de juego- usted defienda los intereses de este sector, que son básicos para llevar a cabo una verdadera política de fijación de la población en determinados sectores de nuestra comunidad autónoma y una protección clara, una protección clara, del medio ambiente. Ésta fue la razón objetiva, señor consejero.

Creo que harto difícil me lo pondrá usted a la hora de la réplica, pero aprovecharé la réplica para poner encima de la mesa también algunos datos que es necesario poner en común para que usted pueda trasladarlos después a esa mesa sectorial en el MAPA, cuando se discuta cuál es el camino por donde debe ir la reforma exhaustiva, definitiva, del sector del aceite de oliva en el Estado español, en la Unión Europea y en lo que afecta, en menor medida, en la Comunidad Autónoma de Aragón.

Gracias, presidente.

El señor PRESIDENTE: Gracias, señor diputado.

Para responder, en nombre de la Diputación General, el señor consejero de Agricultura tiene la palabra.

El señor consejero de Agricultura (ARGUILÉ LAGUARTA): Gracias, señor presidente.

Señorías.

Señor Gimeno.

Naturalmente que la importancia del sector olivarero aquí, en Aragón, no se debe circunscribir sólo a la cantidad en el cómputo global de España, sino que tiene importancia social y medioambiental importante, pero también económica, y, sobre todo, económica para el futuro, porque los regadíos tienen una importancia vital en relación con las nuevas plantaciones de olivo.

Pero también, como dice usted, nos encontramos aquí, en Aragón, con un problema importante, que es la atomización del sector, sobre todo del sector transformador y comercial, y estamos nosotros incitando a que hagan un esfuerzo en esa dirección de concentrar los esfuerzos.

Y también, efectivamente, nos encontramos con un sector del consumo. El consumidor está poco informado o no está bien informado para distinguir las diferentes variedades de aceite de oliva que existen en el mercado. Eso son problemas, dificultades, pero yo, aquí, les voy a exponer el marco de la situación.

Como saben sus señorías, la Comisión Europea, basándose en las recomendaciones del Parlamento Europeo y del Tribunal de Cuentas de la Unión, se planteó la necesidad de modificar de manera sustancial la organización común de mercado de materias grasas a favor de la simplificación y mejor control de las ayudas al aceite de oliva.

En el noventa y siete, la Comisión presentó al Consejo y al Parlamento Europeo un documento de opciones en el que se estudiaban los problemas del sector de la aceituna de mesa y del aceite de oliva, y se ofrecían las opciones posibles para la futura reforma.

Se presentaron, como saben sus señorías, básicamente, dos opciones: la primera mantenía en su esencia el esquema de la anterior organización común de mercado, ayuda en función de la producción, con algunas matizaciones y variantes; sin embargo, la segunda opción, que suscitó una gran polémica, un gran descontento y un gran debate, sobre todo por parte de alguno de los países productores, como España, establecía una ayuda al árbol, que se abonaría en función de unos rendimientos históricos de la zona, y, además, los estados miembros podrían modular esta ayuda de acuerdo con los diferentes métodos de producción y las diferentes regiones. Esta opción suponía también la desaparición de la ayuda a la producción, de la ayuda al consumo y de la intervención pública.

Ambas opciones, sin embargo, promovían ayudas para la mejora de la calidad y la promoción del aceite de oliva. La primera opción tenía la ventaja de apoyar a los productores en función de sus resultados efectivos y, por lo tanto, de fomentar la productividad oleícola; sin embargo, resulta muy difícil conocer y comprobar las cantidades de aceite con derecho a subvención. La segunda opción parecía más sencilla de controlar y favorecía un mayor respeto del medio ambiente.

Sin embargo, la Comisión era consciente de la falta de datos objetivos y fiables, en particular del número de olivos de la Unión Europea, de la superficie y de los rendimientos, para poder afrontar esa alternativa de reforma. Por lo tanto, optó por aplazar la decisión sobre la reforma, como bien ha dicho su señoría, en espera de disponer de información más fiable, pero estableció una serie de medidas de actuación para un período transitorio de tres campañas de comercialización (1998-1999, 1999-2000 y 2000-2001).

Así, surgió el Reglamento de la Unión Europea 1638/98, que mantiene el régimen vigente con las siguientes modificaciones: la ayuda a la producción sobre la producción real entregada; desaparece el régimen especial de ayuda a pequeños productores, aquellos con una producción inferior a quinientos kilos de aceite; aumento de la cantidad máxima garantizada de un millón trescientas cincuenta mil toneladas a un millón setecientas setenta y siete mil toneladas, repartida por los estados miembros en cantidades nacionales garantizadas, y también la reducción del importe de la ayuda, que pasaba de ciento cuarenta y dos coma dos a ciento treinta y dos coma veinticinco euros por cien kilos de aceite (a España se le asignó, como bien ha dicho su señoría, una cantidad nacional garantizada de setecientas sesenta mil toneladas, insuficiente, como todos sabemos, para cubrir la producción real); posibilidad también de utilizar una parte de las cantidades nacionales garantizadas para conceder ayudas en el sector de las aceitunas de mesa; desaparición también de la ayuda al consumo; supresión del régimen de intervención pública (compra de aceite de oliva con cargo a las instituciones comunitarias al precio de intervención), y se sustituye, para casos necesarios, por ayudas a grupos de productores para que realicen contratos de almacenamiento privado, medida a la que se ha referido su señoría.

Además, el reglamento del Consejo puso sobre la mesa otras cuestiones: orienta los trabajos del registro oleico hacia un sistema de información geográfica (el SIG) que permita situar en fotografías aéreas los datos declarados por los productores; informa de que, en general, los olivos plantados después del 1 de mayo de 1998 no podrán beneficiarse de la ayuda a la producción a partir de noviembre del año 2001; por otra parte, el Consejo se comprometió a dar preferencia a los aspectos relacionados con la estrategia de la calidad, como bien ha dicho su señoría; este período transitorio también debería permitir el recuento de los olivos existentes, determinar las superficies de olivar y las densidades de arbolado y el conocimiento, además, de los rendimientos medios a nivel nacional mediante la aplicación de una metodología uniforme en todos los países productores.

La Comisión debía emitir, antes de finalizar el año 2000, una propuesta para la elaboración del nuevo reglamento de la organización común de mercado de materias grasas, aplicable a partir del 1 de noviembre del año 2001.

Esta propuesta se basaría en el mejor conocimiento de las ayudas y de la mayor fiabilidad sobre los datos de producción, número de árboles y rendimientos obtenidos en el período transitorio. Sin embargo, la realidad era muy diferente: el número de árboles y las superficies de cada productor no se conocerán hasta que los sistemas de información geográfica oleícolas se encuentren acabados. Ninguno se encuentra acabado en estos momentos, y, en el caso de Aragón, el MAPA prevé tenerlo concluido a lo largo del año 2002.

A la vista de la dificultad de conocer y controlar la producción real y al no disponer de información suficiente y fiable para poder hacer una elección entre las dos opciones que planteaba la Comisión, la Comisión Europea consideró que se debía seguir profundizando en el conocimiento del sector, y propuso prolongar la aplicación del régimen vigente, introduciendo algunos aspectos que se deberían cumplir una vez finalizado el período de aplicación de la prórroga.

Esta prórroga del actual régimen de ayudas para las tres campañas (hasta el 2003-2004) fue aprobada el 23 de julio pasado, como aquí se ha dicho, introduciendo los siguientes aspectos:

Los olivos y superficies cuya presencia no esté certificada por un sistema de información geográfica, así como su producción de aceite de oliva, no podrán dar derecho a ayuda a la producción de aceite de oliva a partir del 1 de noviembre del 2003.

En la organización común de mercado del sector de materias grasas vigente a partir del 1 de noviembre de 2002, los estados miembros productores de aceite de oliva podrán reservar, dentro de determinados límites que fijará la Comisión, una parte de las ayudas previstas a favor de los productores de aceite de oliva, para garantizar la financiación comunitaria de los programas de actividades elaborados por organizaciones de agentes económicos reconocidas o por sus uniones en los siguientes ámbitos: gestión del sector y del mercado del aceite de oliva; mejora de la calidad y del impacto medioambiental de la producción, y sistema de trazabilidad, certificación y defensa de la calidad del aceite de oliva.

Además, establecen nuevas denominaciones y definiciones de los aceites de oliva para evitar posibles confusiones en los consumidores y agentes económicos del sector que puedan provocar perturbaciones en el mercado. Estas nuevas denominaciones se aplicarán a partir del 1 de noviembre de 2003, excepto la del aceite de orujo de oliva crudo, aplicable a partir del 1 de noviembre de 2001.

Frente a esta reforma, una vez expuesto el marco en que se desenvuelve el sector oleícola, la postura del Gobierno de Aragón ante la reforma de la organización común de mercado del aceite, que deberá abordarse, previsiblemente, a lo largo de la campaña del 2003 al 2004, ha de tener en consideración, como la propia Comisión reconoce, el disponer de una mayor información y conocimiento de la estructura productiva del sector en los distintos países y regiones. En este sentido, la disponibilidad del SIG oleícola, exigible a partir del 1 de noviembre de 2003 para la percepción de la ayuda, para nosotros resulta un instrumento imprescindible como sistema de información y control de la ayuda. Como ya he comentado, la elaboración del SIG oleícola español corresponde al Ministerio de Agricultura, y hasta el próximo año, como he dicho, no estará prevista su entrega a esta comunidad autónoma.

Una vez analizada esa información tanto por el departamento como por el propio sector, estaríamos en condiciones de poder evaluar las distintas opciones que pudieran plantearse ante la próxima reforma de esta organización común de mercado para la mejor defensa de los intereses del sector oleícola.

En cualquier caso, se pueden avanzar unos criterios que, desde nuestro punto de vista, habrán de ser tenidos en cuenta de cara a la futura reforma.

Dada la estructura productiva del olivar en Aragón, podría resultar más ventajoso, según nuestro criterio, mantener la ayuda a la producción que dirigirla por árbol o superficie, proponiendo simultáneamente al MAPA que plantee ante la Unión Europea una mayor cantidad nacional garantizada para nuestro país, ajustada a la producción real, que evite penalizaciones como las que se vienen produciendo en los últimos años por sobrepasamiento.

En línea con el punto anterior, deberá ser revisada la prohibición de excluir del régimen de ayuda los olivos plantados (esto es muy importante) a partir del 1 de mayo de 1998, ya que el olivar, como he dicho anteriormente, es uno de los cultivos que, por su rentabilidad, debe entrar en una alternativa de los nuevos regadíos en nuestra comunidad autónoma, sobre todo en el sistema de Calanda-Alcañiz. Se considera que el umbral de rentabilidad del cultivo del olivo se sitúa en el regadío, con mucha facilidad, en dos mil quinientos kilogramos de aceituna por hectárea, rendimiento alcanzable fácilmente.

El Departamento de Agricultura considera que deben incorporarse a la organización común de mercado todas aquellas medidas orientadas a la mejora de la trazabilidad, certificación, calidad y promoción del aceite de oliva a través de fondos comunitarios, en consonancia con el potencial cualitativo de nuestra producción y la existencia de la denominación de origen «Aceite del Bajo Aragón», así como otras que pudieran reconocerse en el futuro. En este sentido, somos contrarios a la autorización de mezclas de aceite de oliva con otros aceites vegetales, y, en caso de autorizarse en algún país, su etiquetado no deberá inducir a confusión sobre su composición, indicación de su origen y país de producción.

Teniendo en cuenta no sólo la importancia económica del sector oleícola en nuestra comunidad autónoma, sino el papel que desempeña desde el punto de vista social y medioambiental, como he dicho anteriormente, la conservación de un olivar productivo pasa por ser una exigencia para la viabilidad futura de nuestro sector.

Por ello, consideramos que una ayuda dirigida al árbol o a la superficie, máxime si ésta no alcanzase un nivel adecuado dadas nuestras condiciones agroclimáticas y nuestros rendimientos, podría tener una serie de repercusiones negativas que paso a relatar: disminución de las producciones, que repercutiría en la generación de empleo y la reducción o pérdida de actividad de las industrias de la aceituna y aceite, agravando, en definitiva, el problema de despoblamiento y desarrollo de nuestro medio rural; el deterioro del cultivo, con consecuencias graves desde el punto de vista medioambiental (erosión, escorrentías, etcétera), y también, naturalmente, el paisajístico; el riesgo de una menor calidad en nuestras producciones, con los consiguientes efectos de pérdida de competitividad en los mercados.

No obstante, como he dicho al principio, será preciso conocer cómo se plantearía una ayuda de este tipo, su mayor o menor vinculación con la transformación y calidad de los productos, para poder evaluar su repercusión en nuestro sector.

Muchas gracias, señor presidente.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor consejero.

Tiene la palabra de nuevo, para la réplica, el diputado señor Gimeno.

El señor diputado GIMENO FUSTER: Gracias, señor presidente.

Gracias, señor consejero.

En dos años de esta legislatura, y se lo digo con pleno reconocimiento, es la primera vez que, ante interpelaciones y planteamientos concretos, es la primera vez que el Gobierno de Aragón, en este caso a través de su consejero de Agricultura, responde fielmente al objetivo básico de la interpelación.

Lo ha dejado usted perfectamente claro en la respuesta a la interpelación, ha dejado -digo- perfectamente claro cuáles son los objetivos del Gobierno de Aragón a plantear en esa larga negociación. Yo ya se lo he dicho, señor consejero: no sé cuándo el MAPA reunirá a los consejeros de las comunidades autónomas, pero de lo que no me cabe la menor duda es de que no será una, sino que serán varias.

Y, hombre, el peso político, económico y social que puede tener el consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón en relación con el montante que supone el consejero de Agricultura de Andalucía, pues, hombre, no puede ser el mismo; pero de lo que no cabe la menor duda es de que parece ser que aquí ha quedado perfectamente claro cuál es la voluntad de este consejero si es llamado a consulta en el MAPA: plantear cuál es la realidad del sector olivarero en Aragón y cuáles son las medidas a intentar introducir, a intentar introducir. No cabe la menor duda, señor consejero. Coincido, y también el Partido Popular en este caso concreto, coincido con usted. Factores sociales, medioambientales y económicos determinan que el Gobierno, sea del color político que sea, dedique una atención preferente a un sector básico para la economía aragonesa, no en el ámbito nacional, sino para la economía aragonesa, circunscribiéndonos a la comunidad autónoma.

Coincido también con usted en que no solamente basta la voluntad política de las instituciones. Ya le he dicho que hace muchísimo tiempo que yo estoy metido en este mundo y sé que iniciativas de otros gobiernos anteriores de la comunidad autónoma fracasaron cuando eran muy positivos, y algunas con responsables del Partido Popular, algunas, y hay que reconocerlo, hay que reconocerlo.

Por lo tanto, este Gobierno de Aragón tendrá que realizar una labor inmensa de concienciación del sector, fundamentalmente del sector cooperativo; digo, fundamentalmente, del sector cooperativo.

Ha hablado usted de cuáles son las directrices, las líneas maestras que va a llevar a esas posibles y seguras reuniones con el MAPA en la conferencia sectorial: una mayor información y conocimiento. No cabe la menor duda, se lo he dicho con anterioridad: es tal el desmadre -y utilizo el término «desmadre»- que existe a la hora de conocer la realidad del sector, ya se lo he dicho en mi primera intervención, que en Italia, en una misma familia, había tres productores y los tres cobraban por la misma producción y por los mismos olivos, o sea, cobraban hasta tres veces la subvención europea. Es cierto que ahora, posiblemente, lo podrían hacer, porque entonces existía aquella clasificación, a la que usted hacía referencia, de pequeños productores y grandes productores (por encima de quinientos kilogramos, grandes productores, y por debajo de quinientos, pequeños productores). Ahora parece ser que se ha racionalizado un poco y que vamos al conocimiento del número de pies.

Participa y defiende que debe continuarse con la ayuda a la producción, siendo conscientes de que esta ayuda no nos favorece mucho al sector olivarero de nuestra comunidad autónoma, porque, cuando en esta comunidad autónoma la media aproximada son seis kilos/árbol -y ya casi tiene que acordarse San Pedro de nosotros, casi tiene que acordarse-, la media nacional son, aproximadamente, los doce-catorce kilos, por ahí aproximadamente. Pero de lo que no cabe la menor duda es de que, aun no siendo buena, ésta es la mejor medida, ya que si nosotros vamos por pies, está claro que ahí sí que la diferencia es abismal, salvo en las nuevas plantaciones de olivar, en regadío fundamentalmente; pero, como usted conoce y yo también, quedan excluidas de las posibles ayudas en unos determinados momentos.

Se lo digo sinceramente, señor consejero: ésta es la batalla que usted debe alcanzar y conseguir, y creo que no es difícil, creo que no es difícil, porque, además, no tenemos que inventar, sino buscar unas ayudas adicionales a la calidad del producto. No tenemos cantidad, se lo he dicho anteriormente, tenemos calidad; no se pueden comparar los aceites, incluso los aceites vírgenes, aquellos que no llevan tratamiento de ninguna clase, los que «chorran» en primer lugar, que dicen en las almazaras, está claro; no se puede comparar la calidad de un aceite extremeño o andaluz con un aceite de la variedad arbequina o empeltre de nuestra comunidad autónoma, no se pueden comparar.

Y otro aspecto, señor consejero, que ahí sí que debe luchar a ultranza, que el sector, desde luego, lo va a agradecer: la prohibición tajante y total de la mezcla de aceite de oliva con otros aceites vegetales. Ésta es una batalla a la que no debe renunciar, ésta es una batalla en la que todo el sector olivarero aragonés va a estar con usted, defendiendo esos planteamientos. ¿Por qué?, ¿por qué, señor consejero? Sencillamente, porque nuestra comunidad autónoma, que está estratégicamente colocada en esa piel de toro -digo estratégicamente colocada- y muchas veces hacemos uso de ella, también tiene una determinada orografía, una determinada composición de tierras, una determinada estructura y unas gentes, y una pluviometría, y una pluviometría. Porque usted conocerá que esa calidad del aceite se la dan las variedades que hay aquí, que no están en otro sitio. Aquí ha habido intentos de plantar picual, básica y fundamental en Andalucía y Extremadura, y el resultado es el fracaso más absoluto, el fracaso más absoluto. Sin embargo, si tenemos los árboles que dan la calidad, somos capaces de producir un aceite en origen, repito, en origen, de calidad extrema, y yo creo que ésta es una batalla que debe luchar usted en esas reuniones del MAPA.

Y termino, señor presidente, agradeciendo de verdad que parece ser que, en este tema, sí que hay una línea maestra directiva.

Y le voy a pedir que, aunque está relacionado con el sector, pero no tiene mucho que ver con la propia interpelación, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, señor consejero, usted sabe que en el sector olivarero aragonés -no lo sé, supongo que también en el nacional, pero doctores tiene la Iglesia, está claro, doctores tiene la Iglesia- existe un grave problema en este momento, prácticamente a diez días vista del comienzo de la campaña de producción de aceite, y es el orujo, el orujo.

Para que vea que yo no pretendo utilizar en este momento..., lo utilizaré, lo utilizaré, no se preocupe, que nadie se preocupe, que yo no voy a salir a esta tribuna en este plan parece ser que pacífico, pastoril, que estoy manteniendo en este momento. Con toda probabilidad, otro día me conocerán de otra forma, y, de todos modos, no satisfaré ni a sirios ni a troyanos, pero, desde luego, yo soy como soy; ni a sirios ni a troyanos, sí, ni a sirios ni a troyanos, pero yo soy como soy.

Éste es un problema, señor consejero, que yo trasladé al consejero de Medio Ambiente y a usted mismo para que intentasen buscar una solución inmediata, porque es que hay que buscarla, hay que buscarla, está claro. Si usted me dice que ya está la solución, pues, desde luego, yo me voy a alegrar muchísimo, no le quepa la menor duda, no le quepa la menor duda, porque si este año, en la cooperativa equis, se moltura un millón de kilos de aceituna, no le quepa a usted la menor duda de que ochocientos mil kilos son de orujo, son de orujo, y, lógicamente, hay que buscar unas medidas para que el agricultor no tenga que cargar con una nueva carga, y valga la redundancia, que le impida que su renta vaya en detrimento en relación con otros sectores.

Gracias, presidente.

El señor PRESIDENTE: Gracias, señor diputado.

Para dúplica, el señor consejero tiene la palabra.

El señor consejero de Agricultura (ARGUILÉ LAGUARTA): Gracias, señor presidente.

Señorías.

Señor Gimeno.

En lo último que ha mencionado, le pasaré gustosamente los términos en que se ha resuelto el problema del orujo, porque se ha resuelto. Y aquí tengo que agradecer la voluntad de Aceites Pina de colaborar para resolverlo, porque ha sido pieza clave para resolver ese problema.

Pero, señoría, en este turno quiero hacerle saber una cosa que no tiene mucho que ver con el aceite, pero sí voy a explicar para todas sus señorías, porque tiene importancia a la hora de tomar decisiones: la mecánica del funcionamiento de los órganos del Estado para la coordinación de las políticas nacionales y las europeas; tiene mucha importancia a la hora de salir contento o no salir contento de una situación.

Saben sus señorías que son dos en estos momentos los foros en los que debatimos y decidimos sobre la política agraria: uno se denomina la «conferencia sectorial» y otro, el «consejo consultivo», que es de nuevo cuño, de nueva creación. En el primer foro se abordan los problemas nacionales propios o los derivados de reglamentos o directivas comunitarias (reparto de derechos, por ejemplo, regionalización de la penalización del maíz, reestructuración del viñedo, Plan nacional de regadíos, Programa de desarrollo rural, etcétera); en el segundo foro es en el que cuarenta y dos horas antes de que se celebre el Consejo de ministros de Agricultura en la Unión Europea, se nos consulta a las comunidades autónomas sobre el orden del día concreto y específico del propio consejo. Aunque no siempre es así, el ministerio es el que debe explicarnos su postura ante cualquier asunto que se aborda, pues, como usted sabe y no se le escapa, para que este país funcione con una fórmula cuasi federal que nos hemos dado, el MAPA, en estos casos, y como responsable de la ordenación general de la economía, debe manifestarnos sus criterios básicos antes de que las autonomías nos pronunciemos, una vez que se conocen estos criterios y se valoran y se debaten, expresamos nuestra posición y, conocidas las posiciones de cada una de las comunidades autónomas, entre todos y en torno a los criterios básicos del ministerio, tratamos de producir un documento único con el consenso de todos, que es lo que tiene peso. La mayoría de las veces lo conseguimos y otras, no, y entonces, bueno, ahí se refleja la discrepancia de aquellos que estamos o no estamos de acuerdo.

Unas veces discutimos sobre un documento nacional y otras, sobre un borrador comunitario; pero en ninguna ocasión, señoría, una comunidad autónoma descubre su posición o su estrategia negociadora antes de pronunciarse la Unión Europea o el ministerio. Sin embargo, en cuestiones concretas y claras en las que uno detecta que puede coincidir con los intereses de algunas de las comunidades autónomas que tienen los mismos problemas o los mismos intereses que nosotros y con los del Estado, sí que nos pronunciamos. Por ejemplo, en el asunto que hoy nos ocupa, en el que nuestra posición es clara, es lo que he dicho antes: pedir un aumento de cuotas de producción para España, pues, como sabe su señoría, frente a una cuota de setecientas sesenta mil toneladas, tenemos una producción este año de más de un millón de toneladas, aunque la media va a oscilando cada año en torno a esas novecientas mil toneladas. Pero, naturalmente, nuestro país es el más desequilibrado en esto, porque, por ejemplo, Francia tiene tres mil doscientas noventa y siete toneladas de cuota y produce dos mil setenta y cuatro; por ejemplo, Grecia tiene cuatrocientas diecinueve mil toneladas y produce cuatrocientas sesenta y cuatro mil este año; por ejemplo, Italia tiene quinientas cuarenta y tres mil toneladas y produce este año quinientas cuarenta y una mil, y Portugal, cincuenta y una mil de cuota y produce veinte mil. Nosotros, que estamos en ese orden de setecientas sesenta mil toneladas frente a un millón, pues, naturalmente, es lo más escandaloso, con lo cual ésa es una de las mayores preocupaciones y una de las propuestas más firmes que hemos de hacer nosotros, y naturalmente que exigimos que también la haga el Ministerio de Agricultura en la Unión Europea.

Está clara también nuestra posición, como le digo, en seguir pronunciándonos sobre basar la ayuda en la producción y no en el árbol.

Y, en tercer lugar, sí apoyamos en este debate sobre la organización común de mercado del aceite de oliva y su reforma una reglamentación clara sobre la calidad de este producto tan estratégico. Porque, mire usted, señoría, en cuanto a la calidad, yo estoy de acuerdo con las resoluciones del encuentro informal de mayo en Verona, donde provocó una reunión el Ministerio de Agricultura italiano. Estoy de acuerdo con que la etiqueta debe indicar tanto el lugar de origen de las aceitunas como el lugar de la transformación. Se ha sustituido, afortunadamente, ya no se habla de aceite crudo, que querían imponer en el etiquetado del aceite de oliva, porque, en nuestro país, está más relacionado el crudo con el aceite del petróleo que con el aceite de oliva. Por lo tanto, hemos logrado que eso se supere.

Las ayudas a la investigación también deben ser incrementadas.

Las producciones con denominación de origen protegida, indicación geográfica protegida, se deben desarrollar también mediante el empleo de una específica clasificación.

El actual instrumento de panel-test debe ser mejorado a fin de identificar no solamente los posibles defectos presentes en los aceites, sino también la mejora de la calidad.

Hay que poner en marcha de inmediato un sistema de organización de mercado con las asociaciones de productores oleícolas y con las organizaciones interprofesionales.

También, todos los operadores del sector oleícola deben estar implicados en la actividad de la gestión informatizada de los datos relativos a la cantidad de aceite producido, transformado, almacenado, importado y exportado.

Y, naturalmente, también debe haber mayores cuotas de fiabilidad de los datos sobre el sector y mejorar los sistemas de control a través de ese instrumento que hemos dicho, SIG.

Y, por fin, debe incrementar la promoción como instrumento para la mejor información, que hemos encontrado como defecto de los consumidores.

Por lo tanto, señorías, con todas las dificultades que puede haber en una negociación de estas características, nosotros las ideas las tenemos claras a la hora de proponer nuestras posiciones, y, por lo tanto, espero y deseo que esas posiciones nuestras coincidan con las de la mayoría de las comunidades autónomas y con el ministerio y que ésas sean las que se discutan en la Unión Europea.

Gracias, señor presidente.

CORTES DE ARAGÓN
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