El señor PRESIDENTE: Se reanuda la Sesión.
Señores Diputados, al punto dos del Orden del Día, relativo a la Moción número 1/1991, dimanante de la Interpelación número 1 del mismo año, relativa a la política de la Diputación General de Aragón en cuanto a sus relaciones con las Cortes de Aragón, presentada por los Grupos Parlamentarios Socialista, de Centro Democrático y Social e Izquierda Unida de Aragón.
Para formulación de la Moción por los Grupos Parlamentarios, disponen de cinco minutos cada Grupo, comenzando por el de menor representatividad parlamentaria: Izquierda Unida de Aragón. Antonio de las Casas tiene la palabra.
Moción núm. 1/91, dimanante de la Interpelación núm. 1/91, relativa a la política de la Diputación General en cuanto a sus relaciones con las Cortes de Aragón.
El señor DIPUTADO (DE LAS CASAS GIL): Señor Presidente, señora y señoras Diputados.
Muy breve. A estas alturas, la intervención sobre una Moción que deriva de una Interpelación ya debatida en esta Cámara, y que fue suficientemente justificada, desde nuestro punto de vista, haciendo un análisis detenido de cuál ha sido la situación legislativa de la Cámara, incluso nos atrevimos a examinar el comportamiento de los Grupos, con una gran osadía, ligerísimamente. Y, por lo tanto, como fruto maduro de aquella reflexión, una Moción, que deriva, según el procedimiento parlamentario, de una manera lógica, de la Interpelación que tuvo lugar.
Si acaso, añadir algunos pequeños puntos, o algunos pequeños flashes de reflexión sobre la situación. La situación política es una situación, desde nuestro punto de vista, un tanto aberrante, un tanto anormal, porque se están dando cosas, situaciones, momentos, decisiones que no tienen mucho sentido en un ámbito parlamentario ordinario, en un régimen democrático, de parlamentarismo democrático, o democracia parlamentaria, o como se quiera llamar. Quiero decir lo siguiente con toda claridad: no es lógico que un gobierno actúe sin tener el apoyo de la Cámara de la cual procede ese gobierno, porque el gobierno, en una democracia parlamentaria como la española, no procede directamente de la voluntad del pueblo -de la voluntad del pueblo sólo procede esta Cámara-, sino que procede de esta Cámara, se debe a esta Cámara, es elegido por esta Cámara. Luego no tienen sentido ni siquiera expresiones -en algunos momentos suavizantes, pero ha habido otras mucho más duras- como que «soportamos las Cortes», «vamos soportando las Cortes», «vamos manteniendo el peso tremendo que supone un Parlamento hostil»; ni siquiera eso tiene sentido en un régimen parlamentario. Porque lo normal es que el gobierno, tanto si está en mayoría como si está en minoría, no tenga que soportar las Cortes, sino que tenga que luchar permanentemente para tener el apoyo parlamentario.
En este sentido, toda la serie de críticas que se han vertido carecen absolutamente de sentido parlamentario, de sentido democrático; no hablando, en absoluto, de democracia con mayúsculas, no hablando de grandes verdades, y entre ellas la democracia, sino hablando del procedimiento democrático español, constitucional, con que nosotros nos hemos dotado a partir de 1978.
En concreto, hay otras situaciones que tampoco son normales, por parte incluso del Parlamento. No es normal, ordinariamente hablando, que un Parlamento indique al Gobierno perfiles muy concretos, incluso fechas concretas de actuaciones. Por ejemplo, podría no tener sentido en la práctica parlamentaria ordinaria -y voy a ser muy concreto- que un Parlamento le diga al Gobierno que celebre un congreso de casas regionales en octubre en lugar de celebrarlo en abril. Pero es que el vicio de origen es otro, el vicio de origen está en que el Gobierno toma una serie de decisiones de gobierno ordinarias, como ésa, corrientes, pero sin el apoyo parlamentario suficiente y sin pretender ese apoyo parlamentario. Entonces, yo no sé si es antes el huevo o la gallina, pero aquí hay una situación anormal permanente.
Pero esta situación, que es una anécdota -la cuestión del congreso de casas regionales yo creo que es una mera anécdota-, lo que ya la vuelve absolutamente grotesca es que, una vez que las Cortes, el Parlamento, la soberanía, la representación directa del pueblo, se pronuncia, haya una actitud completamente hostil, contraria, opuesta al cumplimiento de esa decisión por parte del Gobierno y no haya ningún intento de llegar a alguna solución que ponga las cosas en su sitio.
El tema de fondo, pues, no es un tema de si uno dijo contra el otro, el otro dijo contra el uno. Señores Diputados, nuestra opinión, modesta, pero me parece que es obvia, que es trivial, es, sencillamente, que esto no es una diputación provincial en la que puede haber un gobierno de la diputación que arremete contra el conjunto de la diputación; que esto es un Parlamento, que es la sede de la «soberanía» aragonesa -hablando entre comillas con lo de soberanía- y es quien tiene todo el poder legítimo para decidir en todas las cuestiones que son de su competencia, que son todas las que admite el Estatuto de Autonomía, todas. Y en aquéllas en que el Gobierno se siente constreñido, sólo tiene una salida, y es conseguir la mayoría parlamentaria. Esa es la clave de bóveda de este problema: conseguir la mayoría parlamentaria. Y ahí va a terminar nuestro discurso: o se consigue la mayoría parlamentaria o no se puede actuar alegre y soberanamente. Señor Presidente: o consigue la mayoría parlamentaria o no puede usted criticar que una ley no se apruebe, no puede criticar al Parlamento; puede criticar a determinados Grupos de la oposición por que voten contra esa ley, pero no puede criticar al Parlamento. Usted también es el Parlamento.
En este sentido -y termino, señor Presidente-, vuelve a incidir en la misma incongruencia, en el mismo disparate constitucional... estatutario, la enmienda presentada por el Grupo del Partido Aragonés regionalista. ¿Cómo pueden estas Cortes pronunciarse a favor de una propuesta que dice que hay una hostilidad reiterada, o una actitud de hostilidad reiterada, hacia el Presidente de la Diputación General de Aragón de una parte de la Cámara dice-, de una parte de la Cámara? Pero diciendo a continuación: «por lo que ello conlleva de menosprecio -y aquí es donde incido- a las primeras instituciones democráticas de la región y al pueblo que las mismas representan». Señores del PAR, señor redactor, o Grupo Parlamentario que ha firmado esto, ¿no es ésta la primera entidad democrática representativa del pueblo aragonés?, ¿no es ésta la que se pronuncia?, ¿o es que esto no existe y las primeras instituciones democráticas de la región son el Presidente y la Diputación General de Aragón? Pues eso no es así. Eso puede ocurrir... yo creo que ni siquiera en los países de Latinoamérica, donde, con un sentido democrático distinto pero legítimo, se elige directamente al presidente y directamente al Parlamento; ni siquiera en esos casos es el presidente la primera representación democrática de la nación. Aquí, desde luego, de ninguna manera. Aquí falla algo que no es ciencia política, que no es politología, aquí lo que falla es sentido democrático auténtico en el orden constitucional y en el orden estatutario. Y éste es el problema que se debate en la Moción.
Será más o menos dura. Tiene razón la Diputación General de Aragón cuando dice: «si la mayoría de la Cámara quiere reprobar al Presidente, tiene la capacidad de echarlo». Otra cosa es si, a estas alturas, es el momento oportuno, porque también la oportunidad cuenta en política.
Pero también tendrá razón la mayoría de la Cámara cuando diga: ésa concesión de crítica al Parlamento no es una concesión democrática, es rechazable de todas todas, porque hay que asentar- -y termino, señor Presidente- el principio de la democracia parlamentaria; si no, no voy a decir estamos perdidos, pero estamos en el camino, por lo menos, de la no democracia.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Diputado. Por el Grupo Parlamentario de Centro Democrático y Social -también firmante de la Moción-, señor Baquedano, tiene la palabra.
El señor DIPUTADO (BAQUEDANO GARCIA): Gracias, señor Presidente.
Señora y señores Diputados, en el panorama de las Comunidades Autónomas no encontramos, con la excepción, quizás notoria, de Cantabria, un solo presidente de gobierno regional que haya mantenido un nivel de enfrentamiento institucional tan excesivo, tan persistente como el que nos ha demostrado don Hipólito a lo largo de esta Legislatura, enfrentamiento que en los últimos meses ha padecido una etapa de crecimiento, de progreso en su nivel de hostilidad.
No pretenda, señor Presidente, imputar sus responsabilidades y sus defectos como gobernante a la composición de esta Cámara, a su situación de que carece de mayoría absoluta. Gran parte de las Comunidades Autónomas, en la mayoría de ellas, los presidentes de gobierno tampoco tienen mayoría absoluta y han funcionado, y estan funcionando, sin grandes roces; lo mismo en los grandes ayuntamientos y en las diputaciones, que se están gobernando, dada la voluntad mayoritaria del pueblo español, que optó en el año ochenta y siete por un mapa político plural, en situaciones de gobiernos de minoría. ¿Qué hacen los muchos presidentes, don Hipólito, que carecen de mayoría absoluta en esas instituciones -situación que, por otra parte, se vislumbra como la probable en los próximos años-?: pues cuidan de forma exquisita sus relaciones, don Hipólito, introducen cordialidad, introducen flexibilidad en su relación con los Grupos Parlamentarios, protagonizan el entendimiento y el acuerdo político como una forma de gobernar, no practican la prepotencia, ni el hostigamiento, ni la soberbia, ni el encastillamiento, don Hipólito, sí, todas esas cosas.
Las Cortes de Aragón hoy, señor Presidente, rechazan, si se aprueba la Moción, su reiterada actitud de hostilidad con estas Cortes de Aragón. Estamos ante un nuevo episodio de conflicto institucional, generado, en nuestra opinión, por su extraordinaria capacidad para reñir al frente del Gobierno que preside.
Es inútil a estas alturas de curso, sería ingenuo a estas alturas de Legislatura y después de esta experiencia de tres años y medio pretender situar el debate en el limbo de meras formalidades. Yo creo que es preciso entrar en las raíces de los temas, en el verdadero asunto, en el verdadero fondo del asunto.
Señor Gómez de las Roces, usted ha hecho del conflicto y de la tensión permanente con todos y contra todos un estilo de gobernar, un negativo estilo de dirigir el Gobierno aragonés, que repercute contra los intereses de la región. Llegan menos inversiones externas con ese estilo de dirigir; padecemos una falta de coordinación y de cooperación con otras instituciones como, por ejemplo, las diputaciones provinciales; usted hace con frecuencia imposible un clima de entendimiento en estas Cortes: para sacar adelante sus medidas legislativas es necesaria una actitud predispuesta al acuerdo y al entendimiento. Señor Presidente, su afán por pleitear con Madrid le ha cerrado la puerta de los ministerios, de muchos ministerios, le ha aislado a usted y a su Gobierno, y con ello hemos perdido influencia y protagonismo en la política estatal, con las consiguientes consecuencias desfavorables para nuestra tierra. Esa no es la tradición de esta tierra, don Hipólito, ésta es una tierra abierta, con protagonismo en la política del Estado, no es una tierra de campanario y cerrada a sus viejas tradiciones.
Señor Presidente, otra de las fuentes del conflicto, yendo a las raíces del conflicto estructural en las instituciones aragonesas, ha sido su tentación permanente de secuestrar a favor de su partido los símbolos de todos los aragoneses, y así lo ha hecho con el Estatuto, por ejemplo, y con otras señas de identidad de los aragoneses. Ustedes no pueden ser, don Hipólito, el partido de Aragón, ustedes no son el partido de Aragón, ustedes son un partido más de los aragoneses; y mientras eso no lo tengan claro, se encontrarán con una fuente permanente de conflicto y de hostilidad.
No le voy a repasar ahora, señor Presidente, el conjunto de las acciones de hostigamiento y de hostilidad con estas Cortes aragonesas. Sólo las más relevantes. Yo creo que estamos ante una estridente falta de flexibilidad y de espíritu de entendimiento del Presidente de la Comunidad Autónoma. Usted deposita los proyectos de ley en el Registro de las Cortes muchas veces a la brava, como si fuera un buzón de correos, sin buscar apoyos parlamentarios previos, y así condena, como ha ocurrido esta mañana, alguno de sus proyectos, de sus queridos proyectos de ley, al fracaso; ustedes, que no estas Cortes, porque no han puesto los instrumentos adecuados. Usted, don Hipólito, tiende a imputar sus fracasos parlamentarios -leyes devueltas, leyes sustancialmente modificadas- a las Cortes. Las Cortes, señor Presidente, no son una oficina administrativa a sus órdenes. No sacará adelante un proyecto regañándolas o regañando a una parte de los Grupos Parlamentarios, o flagelándolos; por el contrario, se encontrará con un rechazo mayor a sus proyectos.
Usted ha hecho con demasiada reiteración de las Cortes de Aragón el foro para ejercer la oposición, la oposición del Gobierno regional contra Madrid, en lugar del foro del entendimiento o el foro de control a que usted está sometido como presidente de un gobierno democrático. Usted, señor Presidente, ha intentado atribuir las sucesivas crisis de su Gobierno, las sucesivas crisis de su Gobierno, se las ha querido imputar a estas Cortes, en lugar de aceptar sus propias responsabilidades. Las crisis de gobierno, señor Presidente, en Europa, tanto en los gobiernos estatales como en los regionales, las asume y las resuelve su presidente.
El señor PRESIDENTE: Finalice, señor Baquedano, por favor.
El señor DIPUTADO (BAQUEDANO GARCIA): Termino, señor Presidente.
Usted amonesta públicamente a las Cortes cuando las leyes se retrasan o no se aprueban, en lugar de asumir que ésa es la prueba del nueve, la verdadera prueba del nueve de su incapacidad para sacar adelante esos proyectos. Usted ha incumplido, usted incumple, señor Gómez de las Roces, acuerdos de estas Cortes con notoriedad y con arrogancia, y el ejemplo más notorio es el reciente del congreso de casas regionales; pero aún otro menor, el de las Capuchinas, el de crear un hogar de la tercera edad en Huesca: un grave incumplimiento de la voluntad de estas Cortes.
Usted ha practicado la intemperancia verbal, señor Gómez de las Roces, que suele ser más propia de los grupos de oposición que de los presidentes de gobierno, con periódicas y persistentes agresiones gratuitas a portavoces, a Grupos Parlamentarios, a instituciones. Recuerde, señor Gómez de las Roces, aquellas frases de «nidos de caciques», refiriéndose a las diputaciones provinciales democráticas, «enfermos terminales», «moros muertos». ¿Es así como pretende alcanzar el clima de entendimiento, señor Gómez de las Roces?, ¿es así como pretende alcanzar apoyos externos a su Gobierno de minoría? ¿Es ése el ejemplo, don Hipólito, que esperan los aragoneses de un Presidente de Gobierno aragonés democrático?, ¿cree usted que esperan eso los aragoneses?
Señor Presidente -concluyo, señor Presidente-, los acuerdos políticos importantes y positivos que se han producido en esta Legislatura -y se han producido bastantes han sido -permítame que se lo diga-, en nuestra opinión, en opinión del Grupo Parlamentario de CDS, gracias a su ausencia de las conversaciones y de los procesos de negociación; y, así, negociaciones duras y difíciles, como los dos últimos Presupuestos, se han hecho posibles porque otras personas más dialogantes entraban en el clima del entendimiento necesario.
Señorías, la reprobación para la que pido el apoyo de los Diputados, en nombre del Grupo Parlamentario de CDS, no es al Gobierno del PAR-PP, y queda suficientemente claro en los términos de la propia reprobación: no se rechaza o no se reprueba la gestión del Gobierno del PAR-PP, se reprueba o se rechaza la actitud del Presidente de la Diputación General de Aragón, don Hipólito Gómez de las Roces, por su tendencia y su tentación permanente a la riña, que nos parece que no es compatible con los intereses generales de la región.
Por todo ello, Señorías, pido el apoyo de los señores Diputados, porque, sinceramente, creemos en el Grupo Parlamentario de CDS que este rechazo o esta reprobación será positiva y saludable para los intereses generales de Aragón para los próximos meses y los años sucesivos.
Gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Baquedano. Por último, por el Grupo Parlamentario Socialista, don Alfredo Arola tiene la palabra.
El señor DIPUTADO (AROLA BLANQUET): Señor Presidente, Señorías.
Hoy quisiera empezar, como otro Portavoz, con una pequeña anécdota histórica. Se sitúa aproximadamente en unas Cortes que se celebran en Santiago de Compostela, cuando se invierte el orden... En el orden tradicional eran primero las quejas de los súbditos y después se votaban los subsidios. En esas Cortes, por primera vez, se cambió el orden del día, y primero se le aprobaron los subsidios al Rey y después se permitió a los súbditos expresar sus quejas. Pero ni siquiera los Austrias avanzaron tanto en las actitudes como en ocasiones hace el Presidente de la Diputación General de Aragón, que ahora ya parece que ni siquiera nos quiere permitir presentar nuestras quejas ante esta Cámara, ante el foro político. Y hoy en día, porque ninguno somos, en ese sentido, súbditos, la queja es la disidencia, es el pensar de determinada manera contraria a la que él tiene, es la de defender un proyecto político, confrontarlo, y confrontarlo desde los hechos. Ni siquiera aquellos excelsos gobernantes practicaron tanto la política del noli me tangere; pero, a cambio, yo puedo tocar, dialécticamente hablando, a todo el mundo.
Y cuando resulta que no hay bula, cuando resulta que no hay fuero que ampare ese deseo de ser el intocado en esta Comunidad Autónoma, se reacciona desde el desaire, la altanería y el desplante. Y repito lo que dije en el anterior Pleno: se ha intentado imponer en las relaciones políticas un estilo hosco, muchas veces rígido, con excesiva carga de hostilidad, con la negación aparente de lo que es el ejercicio de la política: disentir y negociar.
Y es -y lo comentábamos esta mañana- a veces preocupante para los que vivimos la política, y la hacemos, en esta Comunidad Autónoma que haya ciertos acuerdos, que haya hechos que se repiten. Y es uno de ellos, el no menos preocupante, que se critique habitualmente y se diga que en muchas ocasiones son poco democráticas las actitudes del Presidente, repito, las actitudes.
Y eso es lo que hoy, cada uno con su estilo y con su forma, venimos a decirle, señor Presidente: que reprobamos un estilo de hacer política, una manera de entender el ejercicio de la Presidencia de la Comunidad Autónoma, una manera de ejercer la dialéctica; decirle que seguimos inmersos muchas veces en la sorpresa y en el estupor que muchas de sus actitudes nos proporcionan; que su relación con el Parlamento -y llega el ritornello que algún Diputado está esperando- nos parece que está al revés, que es el mundo al revés, que el examinado se convierte en examinador -lo repito-, que usted pasa de ser el controlado a querer ser el controlador, que usted sigue en ese camino de querer parecer -vamos a respetar los términos- el Presidente de Aragón, de todos los aragoneses, cosa que, evidentemente, democráticamente lo es, pero solo la única fórmula o capacidad de expresión política, y eso no es verdad ni estamos dispuestos a tolerarlo.
Ha lanzado usted críticas que decíamos el conjunto de los parlamentarios que intervenimos el día que se debatió la Interpelación que no eran de recibo, entre otros motivos porque no había precedente en los sistemas democráticos de que se hubieran producido los hechos o las afirmaciones que usted a veces, señor Presidente, ha realizado. Porque no estamos ahora hablando de algunas actitudes... El Pleno de Monzón, por ejemplo, en el que, alcanzado el acuerdo, fue su intervención la que hizo que, aparentemente, no hubiera acuerdo, o que usted contradijera a la expresión mayoritaria de la Cámara, incluido su propio Grupo. Son esas actitudes, más propias de teólogo y de inquisidor, señor Presidente, las que hoy venimos a reprobar, las que hoy venimos a criticar. Y haciéndole, además, dos recordatorios: que aprobar o no aprobar una o varias leyes es potestad de un Parlamento, es una fórmula de hacer política, y política concreta es no aprobar una ley; que nosotros, y también se lo repito desde nuestros escaños, no somos la estafeta legislativa de la Diputación General de Aragón, a la que se le pueda decir: ¡pero, cómo, en tres días y en tres sesiones de trabajo aún no habéis sacado ni expediente! No somos esa estafeta legislativa que usted, muchas veces, desde sus declaraciones, quiere hacer aparentar.
Yo creo que en sus declaraciones, y se dijo el otro día reiteradamente en la Interpelación, usted podía haber recurrido a muchos medios, podía usted haber -se lo repetimos- recurrido a la Junta de Portavoces, podía usted haber recurrido a su propio Grupo Parlamentario. Pero en esta Cámara, en la que -en el mismo sentido que decía el señor Antonio de las Casas- reside la expresión política de los aragoneses, en la que somos quienes le controlamos a usted, también quienes le impulsamos, también quienes le prestamos en ocasiones favor, consejo y ayuda, hay una cosa que no estamos dispuestos a que se produzca, y es que se desnaturalice el elemento más profundo, la raíz más fuerte que tiene la democracia, que es un Parlamento. Y el Parlamento, señor Presidente, en la vida democrática da estos -permítame llamarles- disgustos: no nos da la razón, no es, en un sistema democrático, un lugar en el que sólo se vaya a producir el aplauso, en el que sólo se puedan producir las aclamaciones. Un Parlamento es una doble vía: tiene la capacidad de decir sí y tiene la capacidad de decir no. Un Parlamento es quien convierte a una persona en Presidente, pero también quien la critica, quien rechaza sus actitudes.
Y esto, hoy, señor Presidente, hemos venido a hacerlo, porque de sus actitudes se va desprendiendo que a sus súbditos usted, al fin, no les va a dejar ni presentar las quejas. No será verdad, Señoría, mientras exista un mínimo de sensibilidad democrática en esta Cámara.
Nada más, y muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Arola.
Al texto de la Moción hay una enmienda de modificación presentada por el Diputado don Juan Antonio Bolea, en nombre propio, al parecer, según figura en el escrito. Para su defensa, tiene la palabra el señor Bolea.
El señor DIPUTADO (BOLEA FORADADA): Señor Presidente, Señorías.
Si no estuviésemos a 7 de marzo y al final de la Legislatura, nos preguntaríamos que qué comedia se está representando en las Cortes de Aragón. Yo el otro día decía que para ver comedias a la italiana no es necesario ir a Sicilia; sin ir a Sicilia, también podemos representar comedias italianas aquí. ¿Creen Sus Señorías que cuando queda mes y medio o dos meses para terminar en las Cortes de Aragón pueden tres Grupos, que tienen mayoría, venir a decirle a don Hipólito Gómez de las Roces que es todo lo que ustedes le han dicho... para al final no saber decir nada? Porque ¿dónde les conduce lo que ustedes acaban de aprobar? Yo me he estado viendo el Reglamento, y digo: bueno, ¿pero ustedes representan al pueblo de Aragón y ustedes tienen el poder? Pues utilícenlo.
Hay un artículo en el Reglamento de las Cortes de Aragón que dice que cuando el Presidente de la Diputación General de Aragón es tan malo como ustedes dicen, cuando es tan hostil como ustedes dicen, cuando les fustiga tanto como ustedes dicen... No se dejen fustigar. Tienen un articulito que dice que le pueden exigir la responsabilidad política y echarlo.
Pero para eso tienen ustedes que tener otro, y no lo tienen. (Risas.) ¿A quién sacamos en esta comedia?, ¿cuál es el personaje que nos van ustedes a sacar en vez de don Hipólito?, ¿quién es, don Alfonso?, ¿nos lo quiere usted decir? Me dirijo al Grupo del Partido Socialista Obrero Español porque es el mayoritario, es el que tiene que sacar al personaje. No lo hay, no lo tienen, y lo más grave es que no lo tienen ni siquiera para las siguientes... Moción de censura. Pero lo que ustedes presentan no está en el Reglamento de las Cortes.
Y ahora en serio. Señores, Señorías, esto tiene muy poco de serio, lo que ustedes acaban de hacer, el venir a decir que el Presidente de la Diputación General de Aragón está hostilizando a las Cortes. Eso no es verdad. Señor Presidente de las Cortes de Aragón, si eso es verdad, ¿por qué usted, como Presidente de las Cortes de Aragón, no ha llamado a este Portavoz a decir qué es lo que podemos hacer para que esa hostilidad no exista?, ¿qué ha hecho usted?
Señor Presidente de las Cortes, cuando el Presidente de la Diputación General de Aragón le dice a usted que en estas Cortes no se trabaja, le voy a decir que esto es lo que se nos entregó el otro día a todos los Portavoces. Todo esto es lo que hay pendiente en las Cortes de Aragón. Y le voy a recordar sólo un ejemplo: el Proyecto de Ley de Renta Mínima de Inserción -salario social-, que están esperando los más necesitados de Aragón. Ese Proyecto, señor Presidente, entró el 29 de marzo de 1990, hace un año, y no han tenido la valentía de discutirlo aquí, aunque lo perdamos, como la ley del deporte. Tengan ustedes la valentía de decir que no quieren aprobar el salario social para los más necesitados de Aragón, pero vengan aquí a discutirlo. Eso está retrasado y eso es responsabilidad de usted, señor Presidente. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Señor Bolea.
Señores, la próxima vez que vuelvan a hacer alguna muestra de rechazo o de adhesión serán expulsados del salón de sesiones.
Señor Bolea, a la cuestión. Usted ha salido para defender una enmienda de modificación...
El señor DIPUTADO (BOLEA FORADADA): ... que se la voy a leer inmediatamente, señor Presidente.
Ustedes en esa enmienda están diciendo que el hostilizador es el Presidente de la Diputación General de Aragón, y, desde mi punto de vista de Diputado, les digo que lo que está haciendo una parte de la Cámara es hostilizar al Presidente. Y ése es nuestro punto de vista, y ustedes, con sus votos, pueden decir lo que quieran. Nosotros no nos vamos a callar, el Partido Aragonés a estas alturas no se va a quedar aquí calladito; estamos ya al final de la Legislatura y vamos a seguir a tope. Si ustedes tienen la valentía de presentar una moción de censura y cambiar a don Hipólito, lo cambien, y si no, a trabajar.
Nuestra propuesta es, simplemente, cambiar una palabra; es el mismo texto, el mismo texto de esos Grupos. Lo único que donde dice -y ya con esto termino- la propuesta de los Grupos: «Las Cortes de Aragón rechazan formalmente la reiterada actitud de hostilidad del Presidente de la Diputación General de Aragón, don Hipólito Gómez de las Roces», nosotros decimos: «Las Cortes de Aragón rechazan formalmente la reiterada actitud de hostilidad de una parte de la Cámara a don Hipólito Gómez de las Roces». Esto es todo; solamente con cambiar una palabra. Porque, como algunas de Sus Señorías estudiarían de pequeños, en aquellos libritos deliciosos de gramática que se estudiaban en Aragón había un cuarteto que decía lo siguiente: «Del más hermoso clavel,/ pompa del jardín ameno,/ el áspid saca el veneno,/ la oficiosa abeja, miel». Yo no digo quién es el áspid ni quién es la abeja, digo que cambiando una palabra se puede cambiar todo.
Con esta enmienda, señor Presidente, quiero poner de relieve la inconsecuencia de todo lo que se está haciendo aquí, en las Cortes: en vez de presentar una moción, en vez de llevar las cosas por el Reglamento, hacer este número, en vez de dedicarnos a trabajar y a todo lo que hay pendiente.
¿Va a prosperar nuestra enmienda? Yo creo que no, pero queda perfectamente claro que no vamos a votar esa propuesta de ustedes, si es que la mantienen; nosotros vamos a opinar todo lo contrario, y que si ustedes insultan, dicen, critican o lo que sea, nosotros multiplicamos por diecisiete los mismos términos y no nos quedamos cortos.
Con el deseo de que esta enmienda no sea un motivo de confrontación entre unos y otros, yo la voy a retirar, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.
El señor DIPUTADO (BOLEA FORADADA): De nada, señor Presidente. (Risas.)
La voy a retirar en el propósito de que se pueda aquí llegar a una cierta armonía, de que no estemos dando el número a finales de la Legislatura, que se puede dar y que se puede seguir dando; porque aquí, si empezamos a sacar cosicas, nos vamos a quedar solos, y tenemos muchas cosicas que sacar, si es que queremos sacarlas. Pero no queremos, no queremos sacarlas. En consecuencia, este modesto Diputado, señor Presidente, se alegrará muchísimo de que haya una llamada a la cordialidad, de que haya una llamada al entendimiento y que no empecemos a calificar al Presidente de la Diputación General, a descalificarlo, porque, si vamos a descalificarlo, nos vamos a descalificar todos, con las consecuencias a las que se pueda llegar.
Nada más, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Bolea.
Siguiendo la ordenación del debate, procede la suspensión de la Sesión durante cinco minutos. Se suspende la Sesión... (Rumores.)
Perdón, perdón. Perdonen, Señorías.
Para el turno de intervención de los Grupos Parlamentarios que no han presentado enmiendas, el Grupo Mixto tiene la palabra. Señor Nivela.
El señor DIPUTADO (NIVELA VICENTE): Señor Presidente, Señorías.
Primeramente, mi mayor consideración a todos los intervinientes hasta este momento. Aquí se han dicho cosas que están planteadas sobre la realidad de la acción política, unas favorables, otras desfavorables al señor Presidente del Gobierno de Aragón.
Hace unos años, bastantes, cuando todavía la mano de obra española acudía a la vendimia en el campo de Cariñena, venía un grupo de vendimiadores encabezado -por cierto, de un pueblo de la provincia de Guadalajara que se llamaba Traid- por una persona ya muy mayor y muy respetada en aquel pueblo; lo llamaban «el dios». Yo creo que, a través de esta Legislatura, a don Hipólito Gómez de las Roces casi se le ha dado este aspecto de ser «el dios» en la política aragonesa-, otros han considerado que era el profeta.
Como todo ser humano, puesto que Hipólito es un ser humano, y, además, me precio de tener y me honra su amistad, comete errores e impulsos políticos, y muchas veces la acción de los Grupos Parlamentarios de esta Cámara le ha incitado a tener estos impulsos. Yo no acepto de principio, indudablemente, el que se diga que en esta Cámara no se trabaja; indiscutiblemente que no, eso es un sofisma. En esta Cámara se ha trabajado constantemente y creo que la prestación de los servicios de los señores parlamentarios ha sido la adecuada a las necesidades legislativas de la misma.
El articulito que mencionaba don Juan Antonio Bolea es el artículo 149, y estoy totalmente de acuerdo. Creo que cuando se tiene la fuerza en una Cámara con los votos, que es la actuación privilegiada de la democracia, se deben utilizar, y hoy se tenía que haber establecido una moción de censura, así, claramente, aunque estemos a ochenta días de la fecha del 26 de mayo, en que se van a celebrar las elecciones en Aragón. Creo que esto es así y es una consecuencia nítida de un buen funcionamiento de una Cámara legislativa.
Yo no estoy por la reprobación del señor Presidente a estas alturas. Primero, porque he apoyado -y sigo apoyando- constantemente el Gobierno de coalición. Creo que cuando se hace una reprobación al Presidente de dicho Gobierno se está haciendo la reprobación a las actuaciones de todo el Gobierno. Esto es clarísimo. Se puede tomar como pretexto la reprobación del Presidente, pero, en realidad, el fundamento de la reprobación es la reprobación del Gobierno, del Gobierno, a ochenta días de unas elecciones. Lógicamente esto tiene una lectura con la que debemos ser honestos, honrados.
Yo, indudablemente, no voy a apoyar la moción de reprobación ni voy a dar un palmetazo al señor Presidente del Gobierno para que corrija su conducta. Creo que ya es mayor de edad y tiene una responsabilidad política al presidir un partido que va a concurrir a las elecciones. Otro aspecto tendría que este partido no concurriese a las elecciones; entonces, sus actitudes personales no tendrían mayor trascendencia. Si la opinión pública, el pueblo aragonés, estima que esa pretensión de autoritarismo, que cada uno puede interpretarlo a su forma, es tal que es así, habrá un premio y un castigo en las elecciones. Si esto es lógico, son los votos los que van a decidir cuáles son las posturas que ha mantenido el Gobierno de Aragón en la Legislatura, las que ha mantenido la oposición y todos los pactos que se han realizado en la misma. Porque no se puede venir hoy aquí a decir: bueno, es que ustedes... Pero, vamos a ver, si alguno de los Grupos intervinientes han apoyado en su momento las posturas del Gobierno, esto indica que no ha habido una sensación tan nefasta como se ha querido venir a dar en esta Cámara.
Por lo tanto, sin más, yo votaré en contra de la moción de reprobación.
Gracias.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Nivela. Por el Grupo Parlamentario del Partido Popular, don Angel Cristóbal Montes tiene la palabra.
El señor DIPUTADO (CRISTOBAL MONTES): Señor Presidente, señores Diputados.
Esta es una de las cosas que uno piensa que no van a ocurrir jamás, pero ocurren. La realidad suele desmentir a los textos. Este es un debate que nunca debió producirse, como no debió producirse el debate anterior, respecto a la Interpelación presentada por los Grupos que hoy presentan la Moción. Porque estas cosas, normalmente, no ocurren en democracia -ya lo ha dicho aquí algún Portavoz-. En democracia, sobre todo en democracia parlamentaria, hay peleas en las instituciones, eso es normal, pelean los distintos Grupos, los distintos representantes de los partidos; pero no hay peleas entre instituciones, las peleas son en el seno de las instituciones, no peleas entre las instituciones, porque eso es una contradicción en los términos. En democracia no pueden pelear las instituciones porque cada una tiene perfectamente delimitado su cometido, porque cada una tiene perfectamente delimitado su sector, porque cada una tiene unas competencias propias y porque el juego de la democracia, de la división, del equilibrio, de la separación y del respeto recíproco entre los poderes impide la confrontación, impide la pugna. Mala democracia aquélla en que el poder legislativo pelea con el ejecutivo o el ejecutivo pelea con el legislativo, porque eso no está contemplado, porque eso no responde a la esencia de la democracia. Porque ése no es el plan, ése no es el programa. Cuando ocurren estas cosas, algo grave está sucediendo, algo muy grave está sucediendo. Desde luego, ése no era el proyecto de los padres de la democracia, ése no es el proyecto de un esquema democrático correcto y, desde luego, no es modo de operar en una democracia parlamentaria.
Aquí se ha dicho también esta mañana que, dentro del esquema global de la democracia, hay una democracia presidencialista, en que los presidentes los elige directamente el pueblo por votación directa, secreta y universal, y hay una democracia parlamentaria en la que el pueblo elige al Parlamento y de ese Parlamento emana un gobierno, nombra al presidente, controla al presidente, censura al presidente. En definitiva, aunque cada institución, ejecutivo y legislativo, está en un plano de autonomía e independencia, no hay ninguna duda de que en la democracia parlamentaria la madre del cordero es el Parlamento, la fuente de los poderes es el Parlamento, y todo emana, todo sale y todo vuelve al Parlamento. No cabe, en consecuencia, desconocer que el Parlamento tiene un protagonismo, tiene una primacía, tiene un arranque, tiene un tirón político que no puede ni debe tener el ejecutivo, lo cual no quiere decir -es obvio- que el Parlamento pueda sustituir al gobierno, como el gobierno no podría sustituir al Parlamento. Esto es el abecé, cada uno en su lugar, pero dentro de una ordenación lógica, dentro de una ordenación política que coloque a cada uno en su sitio y que engarce perfectamente los cometidos, que no son otros que dar salida racional, normal, homologada y homologable a lo que son los dictados del pueblo, que quedan estereotipados, que quedan fijados en la composición del Parlamento.
Estas cosas, que parece que no habría que decirlas, por desgracia hay que decirlas en estas Cortes de Aragón, quizá porque tenemos poco rodaje, quizá porque somos una institución menor, quizá porque todavía el ensayo autonómico, con su particular parcela de democracia parlamentaria, no tiene la experiencia suficiente acumulada. Pero nos estamos viendo una vez sí y otra vez también en la necesidad de repetir lo que son elementos básicos, elementos sustanciales, elementos primarios del juego democrático, del planteamiento democrático y del esquema democrático.
Porque, vamos a ver, cuando los señores Biel, Gómez de las Roces y Mur advierten que las Cortes deben trabajar más, que han de aumentar el ritmo legislativo y que antes del cierre de la Legislatura deberían ver todos los proyectos de ley remitidos por el Gobierno, pues están cometiendo una muy crasa e imperdonable equivocación. El Parlamento no detiene nada, el Parlamento no detiene absolutamente nada, detienen las cosas los miembros del Parlamento, los partidos políticos presentes en el Parlamento, los Grupos Parlamentarios, los Diputados, y ésos son los únicos sujetos políticos. El señor Presidente, al que se le reclamaba esta mañana que no activa, si el señor Presidente activase, sería objeto de recriminación; si el señor Presidente dijera: «aplíquese a rajatabla y cúmplanse los plazos», le recriminaríamos a él, señor Bolea, le recriminaríamos a él porque se estaría metiendo en camisa de once varas, porque se estaría extralimitando. El no puede decir otra cosa más que que hay unos plazos, que hay unas pautas, que en principio deben y pueden ser respetados cuando los sujetos -y él no es el sujeto-, cuando los sujetos del juego político, que son los partidos y los Grupos, determinen que se ha desbloqueado una situación y que debe caminar.
Los plazos del Reglamento son plazos tentativos, son plazos de prudencia, son plazos indicativos, no son plazos conclusivos. Esta no es la oficina de asuntos legales del Gobierno, aquí no vienen expedientes, aquí vienen proyectos políticos y se dilucidan políticamente, y lo político no conoce de plazos. Lo político no está en ninguna parte, ni puede establecerse que se resolverá ni en quince días ni en diez. Hay Parlamentos en los que duermen el sueño de los justos, o de los injustos, proyectos de ley durante años. Yo le voy a contar un caso personal: en el año sesenta y uno, sesenta y dos, yo fui miembro de una comisión redactora en Venezuela, que redactó el proyecto de ley de registro inmobiliario; se introdujo en el Congreso Federal de Venezuela el año sesenta y dos y a estas alturas todavía no ha sido aprobado. Fíjense si lleva años y nadie ha dicho absolutamente nada. ¿Por qué? Pues sencillamente porque no se ha conseguido el consenso político adecuado, porque la democracia es gobierno mediante la discusión, gobierno mediante el compromiso, gobierno mediante el consenso, y el que no logra conseguir el compromiso no saca sus proyectos de ley.
¿Y cómo se logran los compromisos? Pues si se tiene la mayoría, es muy sencillo, simplemente abriendo un poco la mano; si no se tiene la mayoría, ya es un poco más difícil. Y, señor Gómez de las Roces, con todo el respeto y todo el cariño, a usted le ha fallado esa mano, le ha fallado esa mano de abrirse, de negociar, de conceder, de ceder, de flexibilizarse. Yo le he dicho muchas veces, y se lo vuelvo a repetir hoy con cariño, que usted puede ser buen político, pero boxeador hubiera sido muy malo, porque le falta cintura, y sin cintura no hay posibilidad de hacer buen boxeo.
Dice Galbraith, que es uno de los grandes santones de la democracia, que en política normalmente se lucha por alcanzar un compromiso; es el compromiso lo que hace posible la legislación, así como las plataformas de los partidos. Sin compromiso no hay posibilidad de adelantar un proyecto político en ningún Parlamento, sin compromiso, sin concesión, sin consenso, sin diálogo, sin entendimiento, sin virulencia no hay forma de que salga nada, hasta lo que pudiera salir no sale, se detiene porque ese factor de irritabilidad, ese factor de detención, ese factor de reclamo, ese factor de pugnacidad elimina el engrase de cualquier proyecto, por muy bien lubricado que estuviera -y normalmente los proyectos no llegan bien lubricados a esta Cámara-.
En consecuencia, señor Gómez de las Roces, cuando usted encuentra resistencias a sus proyectos, no en el Parlamento, que en el Parlamento es imposible encontrar resistencia a sus proyectos, sino en alguno de los partidos que lo forman, su reacción debería ser hacia el diálogo, hacia la concesión, hacia el consenso y el compromiso, y no hacia el enfrentamiento con la institución. Al hacer esto último, al enfrentarse con la institución, desconoce el juego regular de los poderes, confunde las cosas e introduce un factor de pugnacidad que no tiene justificación ni sentido.
Usted no puede decir, como ha dicho públicamente -está recogido en los periódicos-, que este Parlamento, estas Cortes desisten de legislar y tratan de gobernar, con lo que, en definitiva, hacen el ridículo. No, eso no se puede decir, una institución no puede hacer el ridículo, haga lo que haga, eso es imposible. Haremos el ridículo los componentes, unos más y otros menos, pero la institución no puede hacer el ridículo. Usted no puede decir que justifica su ausencia del Pleno en el que se vio la Interpelación porque tenía concertada una entrevista con cincuenta mujeres de la Asociación de Amas de Casa; eso será todo lo importante que usted quiera, pero usted no puede intentar justificar políticamente su ausencia en base a un argumento tan baladí, tan intrascendente como ése. Y, sobre todo, usted no puede decir -y lo ha dicho muchas veces- que «las Cortes no están a la altura de las circunstancias, con algunas honrosas excepciones». Señor Gómez de las Roces, ¿cómo puede usted decir que las Cortes no están a la altura de las circunstancias? ¿Quién es usted para enjuiciar la altura de estas Cortes? Tenga usted en cuenta que usted también es miembro de estas Cortes. Ya le han recordado cómo desde dentro de una institución se puede decir que un Gobierno emanado de la institución... No se puede decir que las Cortes no están donde debían estar, no están cumpliendo su cometido, no están a la altura; esto es un craso error, no es un crimen, es peor. Decía Fouché que fue peor que un crimen: fue una equivocación. Esto es una equivocación, una tremenda equivocación.
Se deja llevar usted por ciertos impulsos, señor Gómez de las Roces. No es bueno. Se deja llevar usted por ciertas reacciones muy humanas, muy comprensibles; cuando a uno le hieren o cree que le hieren, la respuesta es la agresividad. Pero en política no debe ser eso, y menos en el juego parlamentario. Si usted considera que las Cortes no están respondiendo como querría que le respondieran, mueva sus peones, que los tiene, que tiene dos Grupos Parlamentarios que saben hablar, que saben dialogar, que saben concertar, y cuando se ha hecho, han salido las cosas, y aquí se lo han recordado bastante. En lugar de salirse por la tangente, de despotricar, de negar la institución, utilice el juego de la institución, utilice los factores de la institución, que no son pocos.
El señor PRESIDENTE: Finalice, don Angel Cristóbal Montes, por favor.
El señor DIPUTADO (CRISTOBAL MONTES): Termino, señor Presidente, preguntándole al señor Gómez de las Roces. Yo entiendo que, en determinados momentos, un presidente de un gobierno minoritario, como es el suyo, se encuentre cerca o al borde de un ataque de nervios, eso le puede pasar, en este país de Almodóvar, le puede pasar a cualquiera. Es muy razonable y muy comprensible. Uno puede estar al borde del ataque de nervios, pero nunca debe llegar al ataque de nervios, y da la impresión de que usted ha llegado al ataque de nervios, y eso no es bueno ni para usted ni para su Gobierno, ni es bueno para la institución, ni es bueno para los partidos políticos que están respaldando su actuación.
Nosotros no queremos -termino, señor Presidente-, no queremos sacar leña del árbol caído, entre otras cosas, porque éste no es un árbol caído; no es un árbol vigoroso este Gobierno de coalición, pero no es un árbol caído, es un árbol con cierta vida -podría tenerla mejor, podría tenerla ciertamente mejor-. Nosotros cumplimos el papel que hemos cumplido siempre: demostrar y denunciar aquellas cosas que nos parece que el Gobierno no está utilizando adecuadamente, de cara a los intereses del propio Gobierno.
Pero nosotros tenemos algo que, a lo mejor, no se nos aprecia adecuadamente: la altura de miras y el sentido de la responsabilidad, aunque ésta es una Moción que no va contra el Gobierno y, por lo tanto, nosotros podríamos salirnos por la tangente, aunque ésta es una Moción que va contra un órgano institucional diferenciado, que es el Presidente, y nosotros podríamos perfectamente aceptarla e incluso abstenernos. Nosotros vamos a ser coherentes, vamos a responder con grandeza, vamos a responder con altura, vamos a responder apoyando y empujando cuando otros no apoyan y empujan nuestras iniciativas, y cuando tenemos muy serias dudas de si a las recíprocas se actuaría de la misma manera: nosotros vamos a votar en contra de la Moción. Y que el pueblo nos perdone.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Cristóbal Montes.
Silencio, señores Diputados, por favor.
Por el Grupo Parlamentario del Partido Aragonés, don Emilio Eiroa tiene la palabra.
¿Sí, don Antonio de las Casas?
El señor DIPUTADO (DE LAS CASAS GIL) (Desde el escaño): Sí, una cuestión de orden.
Quería saber por qué turno interviene el Grupo del PAR, si es un turno de alusiones o algún otro, porque creemos que el PAR, según el procedimiento, ya ha consumido su turno en contra.
El señor PRESIDENTE: No, don Antonio. La enmienda presentada es a título personal -lo he dicho al principio- por don Antonio... (El señor Diputado Bolea Foradada, desde su escaño, se dirige al señor Presidente en los siguientes términos: «Juan, Juan».) ... don Juan Antonio Bolea. (Risas.) En consecuencia, procede la intervención del Grupo del Partido Aragonés.
El señor DIPUTADO (DE LAS CASAS GIL) (Desde el escaño): Señor Presidente, tenemos entendido que la tramitación de las mociones, según los artículos 160 y 161 del Reglamento, tiene un procedimiento similar a las proposiciones no de ley; por lo tanto, en estos casos las enmiendas son de los Grupos Parlamentarios. En concreto, el Reglamento, en el artículo 160, dice que se pueden presentar enmiendas, no dice exactamente si es por Diputados o por Grupos. Pero, al señalar posteriormente que las mociones tienen el tratamiento de las proposiciones no de ley, se entiende que son los Grupos Parlamentarios los que presentan las enmiendas; por lo tanto, el turno ha sido agotado.
De todas formas, nosotros no tenemos ningún inconveniente en oír ni al señor Eiroa ni a los otros dieciséis Diputados -si es que son diecisiete los que le quedan al PAR, según ha dicho el señor Bolea-.
El señor PRESIDENTE: Pues muchas gracias, don Antonio de las Casas.
Don Emilio Eiroa tiene la palabra.
El señor DIPUTADO (EIROA GARCIA): Muchas gracias, señor Presidente.
Y gracias también a las exposiciones que se han hecho aquí. Yo pienso que los Portavoces, y algún Portavoz en concreto, ha medido las palabras y ha medido el alcance de lo que desde una tribuna se dice cuando se forma parte de un Gobierno.
Cuando se plantea un tema de este tipo y se han ensayado ya otras cuestiones, porque ustedes, Grupos que han presentado esta Moción, han ensayado ya la reprobación, y ahora intentan el rechazo... Aunque también me han confundido con sus intervenciones, porque yo creí que era Moción de rechazo, y resulta que es Moción de reprobación, según palabras del representante del CDS y de algún otro representante más. ¿Es Moción de rechazo, Moción de reprobación, o de qué es esa Moción? Porque sólo les falta a ustedes nominar a Hipólito Gómez de las Roces para réprobo, para réprobo en el sentido teológico de la palabra, condenándolo a las penas del infierno y excluyéndolo de la felicidad eterna. No les falta otra cosa en esta Cámara, porque todo lo demás lo han intentado ya, lo han intentado con fuegos de artificio, con pólvora mojada.
Lo que ustedes pretenden con esta Moción no es otra cosa más que elevar a rango parlamentario una ceremonia de confusión, de contradicciones, de superficialidades, de pólvora mojada -como les acabo de decir-, de un carnaval con retraso -y no es frase mía-, de un carnaval con retraso, porque lo que se está haciendo hoy en esta Cámara, intentando algo que no tiene ninguna vigencia y algo que no va a tener ninguna función, es un simple carnaval.
En la práctica parlamentaria seria, cuando un Grupo, o unos Grupos -ya se ha dicho aquí, pero tengo que repetirlo- no están de acuerdo con la política que se lleva a cabo desde el ejecutivo, no están de acuerdo con una actuación de un gobierno, lo normal, lo lógico, lo coherente y lo hemos repetido desde esta tribuna- ¿saben ustedes qué es?: no andarse por las ramas, ser serios, ser responsables, tener valentía y acudir al artículo 17 del Estatuto, al 149 del Reglamento y al 1 y siguientes de la Ley 2/1983 y presentar la moción de censura y un candidato alternativo. Y si ustedes tienen mayoría, como la tienen, y si tienen valentía, ustedes lo que deben hacer, si no están de acuerdo con el Gobierno, es presentar la moción de censura; a pesar de los teóricos estudios que se han hecho desde algún Grupo diciendo que lo que se tiene que presentar es, el Presidente, su dimisión. Aquí, como en Derecho, al que afirma el hecho le incumbe la prueba; y aquí es exactamente igual: quien afirma que el Gobierno no trabaja o que el Gobierno lo está haciendo mal, lo que tiene que hacer es buscar la sustitución del Gobierno, y hay mecanismos suficientes en el Reglamento y en el Estatuto para hacerlo. Y a ustedes les falta la valentía, les falta el candidato, como se ha dicho antes, y les falta, sobre todo, la seriedad en el tema.
Señores Diputados, es la tercera vez que a esta Cámara viene un tema de este tipo, porque tienen ustedes mayoría para hacerlo. Si tan malo es el Presidente, si les flagela, como acaba de decir el representante del CDS, si les flagela el Presidente, presenten ustedes la moción de censura, no lo toleren ni un minuto más, sean ustedes valientes. Y que conste que yo no les estoy alentando a que presenten -o retando, mejor dicho- la moción de censura, estoy intentando razonar.
¿Saben ustedes cuál es el trasfondo de esta Moción? ¿Quieren que volvamos un poco a la moviola de los últimos días? ¿Y saben ustedes lo que debiera decir esa Moción? Esa Moción debiera decir: «nosotros, los Grupos firmantes, estamos muy preocupados por la positiva política que está llevando el Gobierno de Aragón, y especialmente su Presidente, Hipólito Gómez de las Roces, y nos molesta que desde Francia le hayan dado el premio en reconocimiento... como luchador por el Canfranc -cosa que ustedes no supieron hacer, y les molesta-, y nos molesta...». Y debieran decir: «y nos molesta que el tiempo nos dé la razón en la defensa de muchas cosas, y nos molesta ... »
¿Puedo seguir, señor Presidente?
El señor PRESIDENTE: Prosiga, señor Diputado
El señor DIPUTADO (EIROA GARCIA): « ... y nos molesta su postura ante la crisis del Golfo -porque al final nos han dado la razón los hechos-, y nos molesta su postura ante la Ley Electoral -porque estamos defendiendo el respeto al Estatuto-». Y les molesta que el Gobierno, el Gobierno, haya presentado un Proyecto de Ley de reforma del Estatuto con tres enmiendas a la totalidad, y ustedes, oposición, mayoría, no hayan sido capaces de ponerse de acuerdo para sacar adelante un texto alternativo, y eso lo consideran ustedes un triunfo, y además electoralista, del PAR. Ustedes son los culpables. Y les molesta la convocatoria del primer congreso -por supuesto- mundial de casas de Aragón, porque ustedes no lo supieron hacer en la Legislatura anterior.
Y les molesta la presentación de los proyectos de ley y que el Presidente diga que le interesa que esos proyectos de ley sigan adelante -jamás ha dicho que se aprueben, y ahí rectifico yo alguna palabra que se ha dicho en esta tribuna, jamás ha dicho que se aprueben-, que salgan adelante. Y ustedes dirán si el Proyecto de Ley del deporte o el Proyecto de reinserción social lo aprueban o no lo aprueban, pero díganlo, díganlo en esta Cámara, y sean valientes en la postura sacándolo o no sacándolo adelante. Pero cuando un proyecto de ley dura mucho tiempo o dura años, como el de Venezuela, una de dos: o no se quiere sacar o son muy malos.
Y a algunos Grupos, además de esto, les molestan otros datos, esos datos que se filtran desde las encuestas que se están realizando desde los Grupos, y donde, en opinión de ésos que hacen las encuestas, a pesar de lo malo, de lo réprobo, de lo flagelante, de todo lo que es don Hipólito, a pesar de eso, a pesar de que es poco dialogante, de que es hostil, a pesar de eso, el Partido que lo sustenta en parte en el Gobierno -en parte en el Gobierno, señor Portavoz del Partido Popular-, a pesar de eso, el PAR está creciendo. Y algunos Grupos están desapareciendo del mapa político y están bajando. Ese es el quid de la cuestión, no hay otro.
¿Y por dónde atacamos? Atacamos hoy con una reprobación, con una moción de censura que no nos atrevemos a presentar, pero sí decimos que la vamos a presentar. Hoy atacamos con otras cuestiones, hoy nos metemos con el Ejecutivo, y ahí termina la historia.
El señor PRESIDENTE: Finalice, señor Eiroa, por favor.
El señor DIPUTADO (EIROA GARCIA): Sí, termino.
No entiendo muy bien la postura del Portavoz del CDS, que en tan poco tiempo haya cambiado de opinión, porque yo tengo aquí los recortes de prensa, señor Baquedano, del 12 de julio del noventa, donde el CDS, como partido -me imagino que colegiadamente, como nos decía antes el Portavoz que adopta todas sus resoluciones-, decía que «el Comité Regional del CDS en Aragón ha acordado mantener la política seguida hasta la fecha de apoyo al Gobierno de coalición PAR-PP, que preside Hipólito Gómez de las Roces, dada la satisfacción mostrada por los logros obtenidos hasta la fecha». ¿Pues qué ha pasado de julio a aquí?, ¿el hostigamiento ha sido tan grande?
¿Y qué ha pasado, señor Baquedano, cuando usted ayer mismo, en la prensa, empieza a decir que «Hipólito Gómez secuestra los símbolos aragoneses en su provecho partidista»? ¿Pero no nos decían ustedes hace unos años que nuestro nacionalismo era folclórico y era de botijo y era de cachirulo? ¿Qué pasa, que ahora son buenos símbolos y los quieren ustedes también? Pues no hay inconveniente en repartirlos, pero gánenlos jugando también las bazas políticas.
El señor PRESIDENTE: Finalice, señor Eiroa, por favor.
El señor DIPUTADO (EIROA GARCIA): Termino ya, señor Presidente.
Y habla usted de zarpazos contra el Parlamento y con hostilidad. A mí me gustaría -usted lo ha admitido, ha dicho que le gustaría hacer un resumen y no lo ha hecho- saber cuáles son esos zarpazos de hostilidad al Parlamento. Porque todo eso es objetivo, señor Baquedano. Yo, ayer mismo, objetivamente, podría haber acusado también un zarpazo de este Parlamento a don Hipólito Gómez de las Roces, o al Gobierno aragonés, cuando estas Cortes aragonesas publican un vídeo donde se trata de manera distendida de dar a conocer la actividad del Parlamento y en las escenas que se dan aparecen todos los parlamentarios menos don Hipólito y don José Angel Biel. ¡Mire usted que hay que hacer esfuerzos para sacar una imagen de este Parlamento sin que esté Hipólito Gómez de las Roces! ¡Pues lo han conseguido ustedes!
El señor PRESIDENTE: Gracias, don Emilio Eiroa.
Don Hipólito Gómez de las Roces quiere hacer uso de la palabra. Tiene la palabra.
El señor PRESIDENTE de la Diputación General de Aragón (GOMEZ DE LAS ROCES): Señor Presidente, señoras, señores Diputados.
No hubiera deseado intervenir en este debate, a mi modo de ver, manifiestamente ocioso, y, sin embargo, me siento llamado a hacerlo para que mi silencio no se interprete como un nuevo acto de hostilidad tan imaginario como los otros. Desde luego, intervengo a ciencia y conciencia de que a quienes me consideran enemigo no voy a poderles persuadir de lo contrario, y a otros, a los que no se atreven a decirlo pero que también operan como enemigos, tampoco intentaré persuadirles. Sólo vengo a decir nuestra verdad. Pero, eso sí, afirmo sin reservas mentales, sin reservas mentales, que para mí ninguno de ustedes es enemigo. Si ellos me consideran que lo soy, tendré que consolarme recordando lo que escribió Gracián, que no hay mayor enemigo que no tenerlos, pero insisto- para mí ninguno de ustedes es enemigo. Como el humor es tan indispensable, tan indispensable, para no dramatizar episodios como éste, permítanme que recuerde lo que decía Gómez de la Serna jugando con la vanidad. Decía que todos llevamos esa vanidad a cuestas, y que enemigo era, por esto, el que, en vez de citar nuestro nombre, nos mete en el «etcétera». Ustedes han tenido la delicadeza de no incluirme en el etcétera, me citan con mi nombre, apellidos y cargo, el cargo que tengo al menos hasta hoy.
Deseo corresponderles aludiendo también nominalmente a los tres Grupos autores de la Moción, sin incluir tampoco a ninguno de ellos en el etcétera, puesto que, además, el mérito de la Moción imagino que lo comparten los tres Grupos, y eso sin contar con otras posibles fuentes de inspiración, que un texto tan sesudo bien pudo necesitarlas. Pero permítanme, señores Diputados de los Grupos promotores, que no distribuya mi tiempo a partes iguales entre los tres Grupos -los demás pueden perder la esperanza-, porque pienso que eso sería hacer de menos al partido más votado en junio de 1987, y, por ello, el que más responsabilidad tiene en esta Legislatura, abstracción hecha de cómo la esté entendiendo. No se puede tirar la piedra y esconder la mano; hay que estar a las resultas de lo que se hace, aunque uno luego se arrepienta del primer impulso.
Vamos, pues, con el Grupo Socialista. De ustedes ya sabíamos que estaban enfrente, que iban a ser nuestros contrincantes políticos durante la Legislatura. Ustedes no nos traicionan, por supuesto, al igual que sabemos que serán nuestros directos rivales en las próximas elecciones; por mucho que bajen, serán nuestros próximos rivales.
Ustedes -conviene que no lo olviden, nosotros no lo pensamos olvidar- disponen en esta Cámara de veintisiete escaños, de más escaños que nadie, incluido el Grupo básico del Gobierno, de más escaños que nadie. Con ese equipaje, ¿por qué se meten en lances como el de esta Moción? Puestos a criticar, ¿por qué no intentan censurarme y sustituirme en vez de reprobarme o rechazarme, o recriminarme, que viene a ser lo mismo? Como le decía don Quijote a Sancho, él estaba -don Quijote- para aventuras de ínsulas, no de encrucijadas, no de encrucijadas. Con veintisiete escaños y un liderazgo que alguna vez se consolidará, deben ustedes aspirar a los carismas mejores, y no descender -porque siguen ustedes descendiendo- a esta clase de escaramuzas en las que se batalla mal con un ejército preparado -lo supongo- para luchas más ambiciosas, no para estas escaramuzas.
¿Qué buscan y qué pretenden encontrar con este papel -por no llamarlo «papelín»-, qué buscan? Hay que mirarles con los lentes de la comprensión más bienhumorada para encontrar alguna explicación a una actitud tan tiernamente extravagante como la que han adoptado. Sí, tiernamente extravagante y absurdamente desproporcionada, porque si soy, como dice el papel, hostil a las Cortes, ustedes deben procurar sustituirme y no conformarse con decir «pupa» y «niño malo»; y si sólo tratan de hacer un gesto, quédense quietos, quédense quietos, dejen esas tareas para otros, que son tareas menores, y déjennos trabajar, que ustedes y nosotros, ustedes y nosotros, tenemos mucha faena, faena sustantiva, y no debemos distraernos con estos escarceos, aunque siempre estaremos dispuestos a escucharles, y ustedes lo saben, señores socialistas, y lo sabe especialmente el Portavoz habitual de ustedes, aunque hoy no lo sea en este debate.
¿Estamos haciéndolo mal? No, estamos haciéndolo bastante mejor de lo que ustedes lo hicieron, ¡bastante mejor de lo que ustedes lo hicieron!, como les recordé no hace mucho. Cuando ustedes gobernaban la Diputación General de Aragón optaron por una política de sumisión al poder central, porque allí también mandaba el PSOE, si no, no hubieran optado por esa política; y nosotros hemos optado por una política de autonomía efectiva, sin más límites que los impuestos por el actual Estatuto.
Cuando ustedes gobernaban la Diputación General de Aragón legislaron menos que nosotros, a pesar de que contaban con mayoría absoluta, y, además, legislaron sobre asuntos, en general, no digo todos, poco relevantes.
Cuando ustedes gobernaban la Diputación General de Aragón invirtieron menos que nosotros. Hace poco les expliqué cuáles han sido nuestras inversiones y cuáles fueron las de ustedes cuando gobernaban la Comunidad Autónoma, les expuse unos y otros datos en el debate sobre el estado de la Comunidad, recuérdenlo, y ustedes callaron, callaron, porque las cifras veraces son difíciles de rebatir, por no decir imposible. Les voy a recordar a ustedes algunas -sin incurrir en sadismo, algunas, porque les quiero bien en el fondo de aquellas cifras. Recuerden que hemos invertido casi cinco veces más que ustedes en ayudas a corporaciones locales, cinco veces más que ustedes; diez veces más que ustedes en medio ambiente; casi seis veces mas en enseñanza; dos veces y media más en viviendas; tres veces y media más en promoción deportiva; tres veces más en fomentar el empleo; casi dos veces más en sanidad; tres veces y media más en bienestar social, y -agárrense- cuarenta y dos veces más en turismo. Si ustedes callaron entonces, ¿por qué callaron? ¿De qué sirve, señores del PSOE, arrojarme ahora a la cara unas cuantas piedras más en forma de adjetivos? No sean ustedes castelarinos ni lerrouxistas, que eso pertenece a los viejos usos, sean progresivos, atiendan a razones, como también nosotros estamos atendiendo, aunque nunca a emociones, por más que nos traten de emocionales.
Por caminos como el de esta Moción, y llevados de la mano por quienes necesitarían lazarillo, llevados de la mano por quienes necesitarían lazarillo -curiosa paradoja-, ¿qué esperan alcanzar? Cabe, sí, que se diviertan, y cabe que, con ayuda de algún cómico, que nunca falta, diviertan a la gente. Pero no ayudarán a que Aragón prospere, y la prosperidad aragonesa debe ser también, lo es también -lo afirmo categóricamente-, asunto del Grupo principal de la oposición. ¿Nos perderemos en un duelo de adjetivos o nos encontraremos en un empeño de trabajo? ¿Qué es lo que quieren que hagamos? No se conviertan ustedes en el gracioso primero de la comedia, que sale a escena, suelta el chascarrillo y hace mutis; resérvense, resérvense para empresas más altas, señores socialistas.
Y vuelvo a lo de que son veintisiete, porque «no he de callar», como decía Quevedo, «no he de callar». Recuerden que he sido elegido por esta Cámara y que planteé y gané a mitad de Legislatura una moción de confianza, y de eso me enorgullezco. Esos son mis poderes; en las manos de la Cámara está quitármelos. Pero ustedes no amaguen, ustedes den, que son veintisiete. Otra cosa es lo que no desearía decirles: aburguesamiento de diletantes, aburguesamiento de diletantes. Si no saben, callen; si no quieren, callen; si no pueden, callen. Pero si siguen participando en aventurillas, acabarán cantando lo de «ellos eran cuatro y nosotros ocho; vaya una paliza la que les pegamos ellos a nosotros». Reaccionen y no sean tardígrados, propóngannos algo constructivo, no se anden por las ramas con ocurrencias casi cómicas como la de esta Moción.
Y cambio, cambio de Grupo -sólo a efectos positivos, quiero decir, porque nunca perteneceré a otro Grupo que al que pertenezco-. Yo no soy Frégoli. Ya dije que no pensaba excusarme de citar al CDS y a Izquierda Unida o, por otro orden, a Izquierda Unida y al CDS, si me dejo llevar de premoniciones; citados quedan y respetados son. Comprendo perfectamente la participación de ambos Grupos en esta iniciativa parlamentaria. Es todo lo que creo prudente decirles, para que nadie me condene ni por omisión ni por acción.
Y, dicho esto, callando otras cosas que bien podría decir, ahondemos un poco, el poco necesario, porque enseguida se toca fondo, en el texto de la Moción. Ahondemos un poco en el texto de la Moción. Vosotros, que tantas veces me acusáis de sentirme Aragón -acusación que recibo con orgullo, sabiendo lo poco que soy y lo mucho que Aragón es-, vais ahora y os sentís las Cortes, os sentís las Cortes; vosotros sí podéis sentiros las Cortes, yo no puedo sentirme parte de Aragón. Sí, suponéis que sois las Cortes, la institución entera, cuando sólo sois tres Grupos Parlamentarios, y sólo uno de ellos con la relevancia compositiva para alcanzar algún éxito parlamentario.
A renglón seguido, me acusáis de hostilidad; de hostilidad no a vosotros: a las Cortes. Curioso. Para encontrar una explicación he tenido que acudir al diccionario, buscando una acepción benevolente de la palabra «hostilidad», pero no salgo bien librado con ninguna, por todas me condeno. Resulta que hostilidad representa tener -dice el diccionario- calidad de hostil, de enemigo, como ustedes parecen considerarme, y yo -repito- no les considero. La hostilidad también significa tanto como la agresión armada de un pueblo, ejército o tropa que constituye, de hecho, un estado de guerra y que, claro, exige un sujeto colectivo o alguien que sea mucho más que Hipólito, que es tan poco; con Hipólito solo... poca hostilidad iban a cosechar ustedes.
Y yo les pregunto: ¿en qué se nota mi hostilidad?, ¿me ha sorprendido alguien haciéndole muecas al señor Presidente?, ¿empleo cerbatanas para tirar bolitas a los Diputados cuando están distraídos?, ¿voy poco al bar?, ¿me olvido de dar los buenos días?, ¿me ha sorprendido alguien haciendo pintadas al claro de luna en los altos muros de la Aljafería?, ¿o es que vengo mucho y apenas me muevo de mi escaño? ¿En qué consiste mi hostilidad? Yo no la siento, pero los Grupos promotores de la Moción la invocan. No consiste en nada. Eligieron mal la palabra, eso es todo; ustedes quisieron decir que les caigo antipático o, por lo menos, que no me soportan, que no les caigo bien. Y están en su derecho, no hay derecho más subjetivo que ese derecho a la simpatía y a la antipatía, es natural; pero yo -no se hagan ilusiones- no les correspondo, a mí me caen todos simpatiquísimos. Pero de ahí no pasen, de ahí no pasen porque no hay riesgo de hostilidad, esténse todos tranquilos. Les autorizo a que registren mi cartera para que vean que nunca llevo otra cosa que instrumentos de paz: papeles, bolígrafos, fichas, etcétera.
Si «hostilizo» a alguien, será trabajando, trabajando; sí, me toca gobernar y gobierno. Si me tocara legislar, legislaría; ninguna de ambas cosas puede hacerse sin trabajar mucho, y yo procuro simplemente cumplir mis deberes. Y eso es lo que me propongo seguir haciendo. ¿Me acusáis de hostilidad porque me resisto a que las Cortes gobiernen? No lo sé. El papel de la Moción debió redactarse con tanta urgencia, aunque, eso sí, por cerebros muy iluminados, que debíais temer algún inminente ataque de hostilidad por mi parte y os olvidasteis de consignar las causas, no las dijisteis. Yo no sé cuáles son esas causas, y si bien he oído un runrún, no soy capaz de precisar qué causas hay para temer tanto de mi hostilidad.
Pero si los Grupos quisieron aludir a motivos como el del Congreso mundial de casas de Aragón, que el Consejo de Gobierno acordó celebrar en sesión que tuvo lugar el 23 de octubre del año pasado, repito, el 23 de octubre del año pasado, aunque la convocatoria se hiciera después de adoptar ese acuerdo, la hostilidad, la imaginada hostilidad debe extenderse al Gobierno entero que así lo dispuso, al Gobierno entero, aunque lo hizo sin ánimo de ofender ni a las Cortes ni a los Grupos, lo dispuso sin ánimo de ofender a nadie, con ánimo de concitar voluntades. Y si teméis maniobras Partidistas, invitados quedáis a intervenir en la organización del Congreso, no sólo a formar parte, los presidentes de instituciones que lo deseen, del comité de honor, invitados estáis todos los Grupos a trabajar en el seno de la comisión gestora del Congreso. Si, como decís, en ese Congreso, hay muchos votos por ganar, no nos los dejen todos, vengan por algunos.
¿Me acusáis de hostilidad porque el Consejero de Presidencia -que, al parecer, debe mandar los proyectos de ley con mesnadas, para presentarlos violentamente en el Registro de las Cortes, según he oído esta mañana- recordase al señor Presidente de las Cortes el trabajo legislativo pendiente? ¿Pero es que hasta los recordatorios son para vosotros actos hostiles? Sin ánimo de volveros a hostilizar, os recuerdo que la carta del señor Consejero, que, por supuesto, hago mía -yo nunca soy desleal ni dejo solos a mis compañeros de trabajo político-, simplemente repetía datos, actualizándolos, que ya manifesté casi al pie de la letra en mi discurso básico del debate sobre el estado de la Comunidad; y a quien quiera comprobarlo le invito a que lea las páginas cuarenta y ocho y siguientes de esta colección donde figura todo el debate. ¿Por qué nadie entonces dijo nada?, ¿por qué nadie replicó denunciando aquello, denunciando que era ya un «acto de hostilidad»?
Aclaremos las ideas y escojamos más atinadamente las palabras: en lo que de mí depende -repito-, a nadie soy hostil, siempre podréis confiar en mi colaboración leal, aunque nunca estaré dispuesto a hacer dejación de lo que por ley sean mis propias competencias. Sustituidme, si así lo deseáis, y está en vuestras manos, sustituidme; pero no confiéis en que deje de cumplir mis deberes tal y como los entiendo, en eso no debéis tener ninguna confianza. Ejerceré los deberes de la Presidencia hasta el último día, hasta la última hora y hasta el último minuto, aunque no sé cuántos me quedan, ni me importa, porque saberlo no alteraría mis hábitos y tampoco, por supuesto, mis deberes. Podéis considerarme hostil, pero no lograréis que yo os considere enemigos; podéis ocupar el tiempo en escaramuzas de este jaez o en labores más arduas y pendientes. Eso es cosa vuestra, si bien debéis recordar que no hay poder político que pueda llamarse democrático y que no sea, por eso mismo, censurable o reprobable como lo soy, lo sois, todos lo somos. Esa es la esencia de la democracia, juntamente con la participación.
¿Queréis venir a por mí? Aquí os espero, no puedo hacer otra cosa. Nunca estuve más a tiro, ya os lo dije en otra oportunidad, disparad, si queréis, que no me pienso mover; pero, señores socialistas, ustedes no tiren de fogueo, ustedes disparen de verdad o dejen de amagar.
Deseamos el entendimiento con todos, y lo hemos archiprobado a lo largo de cuatro difíciles años, pero no podemos entendernos en todo y con todos al mismo tiempo y a cualquier precio. Nunca he tratado de poner en evidencia a nadie, nunca; pero no está en mis manos evitar que otros puedan ponerse ellos solos en evidencia. No pienso cantar la palinodia porque no tengo de qué retractarme ni sabría fingir que lo he estado haciendo. Eso sí, mis manos siempre estarán dispuestas a estrechar manos leales, y nunca dejaré de procurar el entendimiento.
Acabo volviendo a lo que importa. Lo que importa es encontrarnos en el trabajo y que los aragoneses sepan que ni aquí ni en el Gobierno perdemos el tiempo. No cultivemos otra realidad ni demos la apariencia de estar reñidos. Conozco como todos las dificultades que encierra el final de una Legislatura. Pues bien, pactemos lo que sea necesario y razonable que se pacte. Nosotros estamos siempre dispuestos y jugaremos limpio, como siempre, aunque a nosotros muchas veces no nos hayan jugado limpio algunos en los que más hubiéramos debido confiar. Pero admitan ustedes, señores Diputados, que Aragón no puede quedarse sin Gobierno y sin cuerpo legislativo porque falten sólo unos meses para que concluya la Legislatura, en mayo o en julio -que eso está por ver, aunque también pueda hablarse-, y mal iremos con plazos tan apretados si no se habla. Mal iremos.
La responsabilidad a todos nos concierne. Pero, señores del PSOE –y con esto termino-, a ustedes y a nosotros nos concierne en cuantía muy superior a la del resto de los Grupos.
Nada más. Muchas gracias. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Gracias, don Hipólito Gómez de las Roces.
Señores Portavoces, ¿solicitan turno? Don Alfredo Arola... Señor Baquedano... Antonio de las Casas... Angel Cristóbal Montes. De menor a mayor representatividad, don Antonio de las Casas, de Izquierda Unida de Aragón, tiene la palabra.
El señor DIPUTADO (DE LAS CASAS GIL): Muchas gracias, señor Presidente.
Quiero comunicar a la Cámara... Estaba consultando con el señor Presidente qué tipo de turno era, porque es que, de lo contrario, aquí vamos a tener una cantidad enorme de intervenciones de un Grupo que no es el mayoritario de la Cámara, que sería el Grupo del PAR. Parece que es un turno en respuesta al turno abierto por el Presidente. Queda otro, que es el de fijación de posiciones de los Grupos proponentes, si es que viene al caso.
Yo creo que se puede decir -digo yo, porque éste es un tema de una consideración un poco personal-, quizá, que el Parlamento tiene algo de comedia, algo de teatro: se declama, se gesticula; pero lo que no tiene, lo que no debe tener es esperpento -el esperpento también es un género teatral-. Y esperpéntica ha sido la intervención del Portavoz del Grupo del PAR, para empezar dirigiéndose al Presidente de las Cortes. Y yo me siento ofendido, como representante que es de las Cortes, no por otras razones -podía sentirlo por razones personales, pero no vienen al caso-, con la actitud que ha adoptado el señor Bolea con el Presidente de las Cortes. No voy a hacer referencia a la continuación del esperpento, con la actitud adoptada con el Consejero señor Lanzuela que se ha puesto aquí de manifiesto por el señor Bolea.
Señores del PAR, tienen un único argumento, en tanta parafernalia, en tanto esperpento, en tanta ridiculez, un único argumento: si quieren echar al Presidente... El Presidente lo personaliza muchísimo; sólo habla de él: yo, yo, yo... -bueno, ése es su estilo-. Si quieren echar al Presidente, presenten una moción de censura. Y le dicen al Grupo Socialista, con unas orejeras increíbles, que llegan justo al señor Gómez, le dicen: no tiren con balas de fogueo. Y no se dan cuenta, no se dan cuenta que ese exclusivismo les está equivocando por completo. El Grupo Socialista, con veintisiete Diputados, no puede presentar una moción de censura, perdón, no puede ganar una moción de censura. Luego el Grupo Socialista sólo puede, si actúa solo, tirar con balas de fogueo o -y nadie lo quiere con balas explosivas «dum dum». En una palabra, para que haya un candidato y una moción de censura hace falta que los tres Grupos se pongan de acuerdo sobre un presidente alternativo. ¿Y ustedes creen que en este momento preelectoral, si no fue posible el 4 de noviembre -y nosotros lo defendimos-, en este momento preelectoral los tres Grupos se van a poner de acuerdo? Izquierda Unida adelanta que no, que, en caso de proponer un presidente, propone el suyo. Luego el argumento se cae absolutamente, el único argumento que tiene.
Hay otro de carácter reglamentario, pero esto ya roza el género de la ridiculez, de lo esperpéntico: decir que aquí lo que había que discutir era una moción en base al artículo 141 del Reglamento. Señores del PAR, juristas preclaros , es el único caso, la única moción que, según el Reglamento, no se puede presentar, la única prohibida en esta Cámara en este momento, hoy. Es decir, como consecuencia de una interpelación -artículo 160.1-, se puede presentar cualquier moción, de acuerdo con la interpelación, a juicio de la Mesa, menos, expresamente, la moción de censura. Esa es la que no se puede presentar, la única que ustedes no pueden mentar hoy aquí. Ahora, pueden decir: pónganse de acuerdo para presentar, a raíz del posible triunfo en esta Cámara, una moción de censura. Y entonces analizaríamos la situación, y ya les adelanto que Izquierda Unida apoyaría un candidato propio, probablemente el señor Martínez, como candidato a la Presidencia.
Ustedes, usted, señor Eiroa, y el señor Bolea previamente, ponen como un ejemplo de este abandono, desinterés de la Cámara, del mal funcionamiento, no sé de qué, el ejemplo del salario social. El salario social les revienta a ustedes en la mano. El salario social viene a esta Cámara apoyado únicamente por el PAR y el CDS, y así está en Ponencia ahora, únicamente apoyado por el PAR y el CDS, y aquí se ha dicho claramente. Es el ejemplo típico de lo que no se puede hacer en democracia: presentar un proyecto de ley, pretender que salga adelante y no negociar previamente la mayoría suficiente, vamos, ni previamente ni posteriormente. En estos momentos, no hay mayoría suficiente en Ponencia para sacar adelante la ley del salario social. Es un ejemplo claro, a nuestro modo de ver, de la falta de entendimiento entre el PAR y el PP. Es un ejemplo claro de una discordancia interna en el estilo de gobierno, que no es de extrañar que con el resto de los Grupos se ponga más de manifiesto.
Aquí lo que es cierto es, señor Gómez de las Roces, ya que usted se ha referido a ello, que ha habido hostilidad, que no es imaginaria, que usted ha hecho algunas declaraciones -más de una, pero una en concreto en la que acusaba a las Cortes de no estar a la altura de lo que Aragón necesita- de las que usted no ha rectificado nada. Y le voy a decir más: usted dice que es imaginaria, pero la Junta de Portavoces de estas Cortes, por unanimidad de todos sus miembros, incluido el Portavoz den PAR, por unanimidad de todos sus miembros, recomendó al Presidente de la Cámara que le dirigiera una carta para que eso no se volviera a repetir, una carta correcta, moderada y suave, mucho más suave, por la intervención del señor Bolea, de lo que los Grupos de la oposición habíamos solicitado. Señor Presidente, aquí todo es imaginario, incluido lo que ve su Portavoz, menos lo que usted ve. En esa ocasión la hostilidad para la Junta de Portavoces, por unanimidad, repito, y aquí están todos los Portavoces o casi todos para rectificarlo... La Junta de Portavoces consideró que esa actitud suya no era imaginaria, que era una actitud real.
El hecho de que usted aquí considere una Moción, consecuencia de una Interpelación, un papel o un «papelín», que, además, es «una escaramuza de este jaez» -y no he podido consultar el diccionario en este momento para ver lo que significa literalmente la palabra jaez, pero, desde luego, no debe ser algo más allá que lo cutre-, cuando usted dice eso, señor Presidente, una vez más, no es que esté ahora actuando hostil contra las Cortes, es que está dando a entender qué concepción tiene usted del Parlamento. Una iniciativa parlamentaria planteada por un solo Grupo nunca es un «papelín», o una «escaramuza jaez», señor Presidente, nunca, ni por un solo Grupo, nunca lo es; es una iniciativa parlamentaria con su peso, y su peso es similar al de una proposición no de ley, es el de una moción.
El señor PRESIDENTE: Finalice, señor de las Casas, por favor.
El señor DIPUTADO (DE LAS CASAS GIL): Termino, señor Presidente, aunque me parece que la intervención del Presidente de la DGA ha sido tan extensa... Pero no importa, voy a terminar.
Cuando usted empieza a analizar el texto de cualquier proposición sobre la que las Cortes se pronuncian, tiene que empezar diciendo: «Las Cortes de Aragón consideran que tal cosa». Y usted empieza diciendo que los tres Grupos se consideran las Cortes. ¿Qué nos vamos a considerar?, ¿cosicas, como decía el señor Bolea? No, si lo aprueban las Cortes, si lo aprueba la mayoría -es una propuesta para que la aprueben las Cortes-, serán las Cortes de Aragón las que se pronuncian, ya se han pronunciado. Y si se pronuncian los tres Grupos que forman la mayoría y obtienen la mayoría, son las Cortes de Aragón las que se han pronunciado; no son aquí un Grupo importante y unos lazarillos, suponiendo que con «lazarillos» se refiera usted al CDS y a Izquierda Unida y no se refiera a don Angel Cristóbal, que todos tenemos dudas por allí.
Señor Presidente, no se trata ni de que usted haga muecas ni de que use usted cerbatanas o haga pintadas; pero, desde luego, de lo que no se trata -no venga aquí una vez más a personalizar la política- es de una cuestión de simpatía, hacia usted ni hacia nadie. Se trata de una cuestión de concepción democrática, se trata del papel del Parlamento y del papel del Gobierno. Y no digan ustedes: es que me van a impedir gobernar. No. «Es que yo voy a hacer lo posible...» es lo que tiene que decir para ganar la mayoría.
Señor Presidente, yo no te voy a dar tantos consejos, ni uno siquiera, de los muchísimos que usted ha dado, aunque parece que casi todos son al Grupo Socialista, y no me siento por eso menos valorado. Yo te agradezco que a mí no me dé consejos. Pero si yo fuera Presidente de la Diputación General de Aragón en minoría, lo primero que hubiera hecho -creo que usted no lo ha hecho- habría sido llamar al Portavoz de su Grupo y al Portavoz del otro Grupo que también gobierna y decirles: por favor, consigan la mayoría para la ley del salario social, para esto, para esto... que me interesa. Y me parece que no lo ha hecho. Y si eso no lo ha hecho, eso es muy grave, porque eso ya no es una concepción de la democracia, es una concepción interna de cómo usted entiende el gobierno.
Termino, señor Presidente.
Señor Bolea, no nos amenace con sacar «cosicas». Usted saque sus cosicas, si las puede sacar. Los demás, aunque somos irreverentes, tenemos el pudor suficiente ante esta Cámara para no sacar nuestras cosicas, que probablemente también las tenemos.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor de las Casas. Luego tiene usted un turno, señor Bolea.
El señor DIPUTADO (BOLEA FORADADA) (Desde el escaño): Señor Presidente, con toda brevedad, el señor de las Casas me ha aludido a lo largo de su intervención.
El señor PRESIDENTE: ¿Quiere la palabra por alusiones? Venga, señor Bolea.
El señor DIPUTADO (BOLEA FORADADA) (Desde el escaño): Señor de las Casas, ha hecho usted referencia a una Junta de Portavoces en la que, con respecto a unas declaraciones del Presidente de la Diputación General de Aragón, la intervención del Portavoz del Grupo Aragonés fue el decir que fuese el señor Presidente de las Cortes el que se dirigiese personalmente al Presidente de la Diputación General de Aragón, sin darte más trascendencia. Las declaraciones que luego se produjeron son... Usted sabrá a quién son imputables. Desde luego, este Portavoz no tuvo ni arte ni parte.
En cuanto a las distintas alusiones que ha hecho a lo largo de su intervención, yo, naturalmente, puedo hacer de frontón, y devolviéndoselas ya le he hecho bastante favor. Porque, si luego oye su eco, se dará cuenta, cuando lo lea, de lo que acaba de decir.
Y la última referencia a las «cosicas»... Yo no dudo del tamaño de las suyas, don Antonio, yo jamás, en absoluto. Lo que yo le he querido decir es que si se va a utilizar esta Cámara para sacar cosicas, que, desde luego, tenga la seguridad de que el Partido Aragonés no se va a estar callado, y que el Partido Aragonés tiene una estructura y una fuerza lo suficientemente importante para demostrar que si los misiles que se nos disparan son importantes, los nuestros llegarán cuatrocientos metros más.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Bolea. Siguiente turno, Centro Democrático y Social; el señor Baquedano tiene la palabra.
El señor DIPUTADO (BAQUEDANO GARCIA): Yo no creo que por la vía de las amenazas ni de las coacciones se dé un paso más adelante en el progreso de esta Comunidad, pero, en fin...
De la respuesta del señor Presidente del Gobierno regional y de las intervenciones del Portavoz y del Diputado de base del PAR, señor Bolea, se desprende una primera lectura de para qué sirve, cómo entienden la reprobación presumible que va a tener el señor Presidente. Vienen a decir: ¿no querían taza?, ¡pues taza y media!
Señor Bolea, ¡qué papelón ha tenido que desempeñar hoy en estas Cortes! Una comedia, dice que hemos venido a hacer comedia. A nuestro Grupo nos da pena que una figura histórica como el señor Bolea tenga que desempeñar en este Parlamento papeles tragicómicos como el que acaba de desempeñar hace unos momentos. Ha hecho un brillante ejercicio de lo que es un esperpento parlamentario. Cita a la censura, dice que venimos a hacer risas; aunque venga con la cara, señor Bolea, su discurso no ha hecho más que de opereta, porque no ha querido ser serio.
Lo que es la falta de seriedad y lo que es un ejercicio cómico es lo que han hecho con la enmienda. La presentan firmada por un Diputado de base, que a su vez es el Portavoz, pero que la firma el Portavoz suplente, y que viene a decir: las Cortes reprueban a las Cortes. Qué papelón, señor Bolea, tiene que hacer al final de la Legislatura. A continuación la retira, claro.
¿Adónde conduce esta Moción -dice el Portavoz del PAR-? Pues, como todas las mociones, proposiciones e iniciativas parlamentarias; a lo que corresponda. Si las Cortes de Aragón acuerdan que se rechaza la hostilidad reiterada de don Hipólito Gómez de las Roces al frente del Ejecutivo, pues eso conduce a eso mismo, es decir, a una voluntad democrática, mayoritaria, expresada en estas Cortes, que le dice a los Grupos del Gobierno y le dice al Gobierno que tienen un Presidente de Gobierno al que tienen que hacer cambiar. Esa es la lectura, señor Portavoz del PAR, si efectivamente creen ustedes en el valor democrático que tienen las resoluciones de estas Cortes porque también cabría que hagan lo que han hecho otras veces, que es pasársela por el garrón-; pero ésa es la lectura democrática de las mociones y de las proposiciones de un Parlamento.
Por lo tanto, señor Gómez de las Roces, señor Eiroa, ¿a qué conduce la Moción? A que le exijan, señores del Gobierno, a que le exijan a su Presidente que ejerza en condiciones de flexibilidad y de entendimiento, si queremos -como todos queremos- que nuestra Comunidad funcione y que el Gobierno funcione, y si no queremos que el perjuicio final sea para los aragoneses por el empecinamiento de un Presidente y de un partido político que se encasquillan en una posición de no querer reconocer, ni siquiera... Dice don Hipólito: ¿conflicto?, ¿qué conflicto?; ¿hostilidad?, ¿qué hostilidad?
Señor Presidente de la Diputación General de Aragón, nos ha venido a distribuir papeles, además de no hacer caso, porque me parece que es evidente que ha hecho el mismo caso que en su primer discurso. Veremos a ver si en la justificación de voto lo rectifica. Nos ha hecho exactamente el mismo caso que en la Proposición de Ley del último Pleno o la de hace ocho Plenos. Está claro que el Presidente, además de no hacer caso, quiere distribuir los papeles: señores del PSOE, a ustedes les corresponde este papel, no presenten estas mociones, presenten estas otras; señores de Izquierda Unida, señores del CDS, señores del PP -que también les han citado-, ustedes tienen que hacer tal cosa, porque si no, serán tal otra.
Yo creo, señor Presidente, que ha hecho de nuevo, como era previsible, una huida hacia adelante: a más hostilidad, a más distanciamiento, y, lo que es más preocupante para el futuro, don Hipólito, señores del PAR, a un mayor aislamiento. Usted conduce a este Gobierno, de una manera manifiesta, a un mayor aislamiento de los Grupos Parlamentarios y, por lo tanto, don Hipólito, no lo olvide, de las instituciones que están gobernadas, afortunadamente, por grupos democráticos que coinciden básicamente con los aquí representados en estas Cortes. Y su enfrentamiento con los Grupos Parlamentarios se traducirá en un enfrentamiento con los grupos políticos del resto de las instituciones democráticas del Estado.
Déjennos trabajar -dice don Hipólito, con ese espíritu de viejo cruzado-, déjennos trabajar, no nos molesten, no nos incordien. ¿Qué hacen ustedes haciendo interpelaciones y proposiciones si aquí estamos trabajando con seriedad? No nos distraigan -dice- con escarceos parlamentarios. Señor Gómez de las Roces, eso lo puede decir, desde la Presidencia de la Comunidad Autónoma, alguien que habla con mentalidad de jefe de oficinas, señor Presidente. Y esto no es una oficina dirigida jerárquicamente. Que no se le pare el reloj. No basta decir -a eso nos apuntaríamos, señor Gómez de las Roces-: hemos invertido cuatro veces más. El señor Merino estará, como Portavoz del CDS, plenamente satisfecho, puesto que es gracias a los acuerdos parlamentarios con los grupos políticos a los que usted persigue como ha conseguido esa importantísima inversión, cuadruplicar, por los acuerdos con el CDS, con el PP y con su Grupo. Pero que no se le pare el reloj. Todas las Comunidades han desarrollado a lo largo de estos cuatro años, pero a más velocidad, porque han tenido mejores relaciones, mejores recursos del Estado, más inversiones del Estado, y han cuadruplicado sus inversiones sin necesidad de multiplicar por veinte el endeudamiento, señor Presidente de la Comunidad Autónoma, que pagaremos a lo largo de las dos o tres próximas Legislaturas.
El señor Gómez de las Roces no tiene enemigos. Señor Gómez de las Roces, no es que no tenga, es que se los busca, se los busca a cada momento, practica el desprecio. A alguien, no sé a quién de nosotros, nos ha llamado «cómicos», «debatillo», el «estatutito», los «papelitos»... Practica el desprecio, señor Gómez de las Roces. Quizá no tenga enemigos porque somos todos muy generosos, pero se los busca cada momento que viene usted al Parlamento a un debate mínimamente conflictivo.
Está claro, por otra parte, que no nos ha escuchado y que no nos quiere escuchar, porque sólo escucha -y cito textualmente, señor Gómez de las Roces- «un runrún». Probablemente todo esto que le estoy diciendo también le suena a un runrún. Me recuerda al viejo sofista cuando dice: ¿pero es que hay hostilidad en las relaciones? Señor Gómez de las Roces, es tan clamoroso que ha practicado usted un enfrentamiento permanente con Madrid, con las diputaciones provinciales, que yo creo que si en el futuro los presidentes de Comunidad Autónoma fueran motejados, como lo fueron nuestros reyes en la Edad Media y en la Edad Moderna, usted, señor Presidente, pasaría muy probablemente motejado como Hipólito «el Reñidor».
Nada más, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Baquedano. Por el Grupo Parlamentario del Partido Popular, don Angel Cristóbal Montes tiene la palabra. Tiene la palabra don Angel Cristóbal Montes.
El señor DIPUTADO (CRISTOBAL MONTES): Señor Presidente, señores Diputados.
Muy brevemente, porque la hora ya empieza a ser agobiante.
El Grupo Parlamentario Popular no pensaba intervenir, pero nos vemos en la obligación de, aunque sea muy sucintamente, participar en este postdebate, porque se han insinuado, se han dicho algunas cosas que no es que queramos que se nos expliquen, pero, en cualquier caso, queremos, en el supuesto de que el dardo sea dirigido contra nosotros, acusar recibo. ¡Ojalá no sea así!, a lo mejor son simplemente suspicacias, exceso de sensibilidad, ¡ojalá no sea! Pero se han dicho cosas como las siguientes: se dice que tres Grupos han presentado una Moción y eso sin contar con otros que «constituyen continua fuente de inspiración». Se ha dicho que otros, también fuera de otros Grupos, «cooperan como enemigos», e incluso se ha llegado a decir que «a nosotros no nos han jugado limpio algunos en los que debíamos confiar». Yo no sé si se refiere a nosotros, señor Gómez de las Roces, pienso que no. Pero, en cualquier caso, la sensibilidad es libre, la suspicacia es libre, la desconfianza es libre, y yo quiero significar que si esos epítetos, esos señalamientos nos los dirige a nosotros, pues creo que estará actuando injustificadamente, estará actuando, indudablemente, con poca ponderación, porque nosotros no hemos traicionado a nadie, señor Gómez de las Roces. La prueba es que estamos aquí hasta el final, a pesar de lo que haya pasado. ¡Pero si ésa es la vida de un gobierno de coalición en el que hay una fuerza mayoritaria y otra minoritaria!, ¡eso lo entendemos y lo sabemos desde el principio! Lo que no se puede pretender es que se nos diga, como han dicho algunos de su partido, como ha dicho, por ejemplo, el señor Mur, y aparece en los medios de comunicación, que concretamente éste que habla, el señor Portavoz del Grupo Parlamentario Popular, es «el más brillante orador de la oposición al Gobierno». ¿Cómo se pueden decir esas cosas? ¿Cómo se pueden decir impunemente esas cosas? Yo creo que hay que ponderar los términos, hay que equilibrar las expresiones y hay que evitar que se incurra en esas sospechas o suspicacias, de las que, repito, ojalá, ojalá nosotros no seamos los destinatarios.
La segunda razón, el segundo motivo que me lleva a intervenir brevemente es que usted, señor Gómez de las Roces, ha hecho esta mañana aquí, en su legítima intervención, un ejercicio de ciencia ficción política, porque de repente ha resultado, resulta que ha anticipado ya el resultado de las elecciones, que ha repartido el juego de papeles, que nos dice a todos quiénes van a ser los elegidos y quiénes los deselegidos, y cuál debe ser el comportamiento correcto si no queremos merecer las iras de no se sabe quién, pero las iras de alguien.
Le ha dicho usted, por ejemplo, al PSOE que «como sabemos, usted está entre los más directos rivales», y le ha dicho: «PSOE, que entre ustedes y nosotros tenemos que remediar o hacer la faena, y que entre ustedes y nosotros tenemos que echar adelante la prosperidad de Aragón». Y los demás parece que no contáramos, que no vamos a asistir. Señor Gómez de las Roces, que nosotros vamos a participar en el proceso electoral, y como partido independiente, y tenemos un candidato a la Presidencia de la Diputación General, y no pensamos regalar nada, y pensamos arañar hasta el último voto. ¿Cómo puede usted decir que la pelea va a ser entre el PSOE y ustedes? ¿Y nosotros, qué? ¿Usted piensa que nosotros vamos a estar también en el proceso electoral de socio minoritario del Gobierno de coalición diciendo «amén, bwana»? ¡Hombre, no, no! Se equivoca, se equivoca usted. Nosotros daremos la pelea electoral con las mismas armas, y si nos derrotan, será en el campo lid... en el limpio lid... en el campo limpio del conflicto, no aquí. Usted no nos puede derrotar aquí, señor Gómez de las Roces, nos derrotará en las elecciones, y no nos derrotará usted, nos derrotarán los electores; pero en eso puede tener la completa seguridad de que lucharemos hasta el final. No creo que ésos sean los planteamientos adecuados, repartir papeles, repartir cometidos, decir quiénes van a ser las principales fuerzas y anticipar cuál va a ser el resultado de la próxima consulta electoral.
Yo lo que echo en falta, y se lo digo con toda sinceridad y sin ningún morbo y sin ninguna acidez, yo lo que echo en falta en su intervención, señor Gómez de las Roces, es que usted le ha dado la vuelta, o ha intentado darle la vuelta al asunto y se niega una vez más a reconocer errores. Y el derecho a cometer errores es el principal derecho democrático; la gran ventaja de la democracia es que nos equivocamos, que nos equivocamos todos, y tenemos el derecho a reconocer que nos hemos equivocado. Y usted no practica ese derecho, y es mato, señor Gómez de las Roces, usted no practica el derecho a equivocarse, el derecho a cometer errores. Usted hubiera quedado aquí muy bien si esta mañana sale y dice: «pues, efectivamente, parece ser, por lo menos así se me ha interpretado, que me he excedido en ciertos juicios o en ciertas valoraciones de las Cortes, y ténganse por no dichas ciertas cosas que he dicho, y rectifico en el sentido de que ciertas expresiones a lo mejor fueron tomadas -como se suele decir al uso- fuera de contexto, y no quería decir exactamente lo que reflejan los textos escritos». Porque los textos están ahí. Cuando usted pregunta: ¿en qué se nota mi hostilidad a las Cortes?, están los textos. Usted ha dicho que las Cortes deben dedicarse a legislar y usted ha dicho que las Cortes no están a la altura de las circunstancias. Claro, eso tiene una lectura muy clara y muy sencilla: eso es una valoración, eso es un juicio, eso es una calificación del actuar de una institución que a usted no le corresponde enjuiciar ni calificar.
Dice usted -y creo que ahí está una de las claves de su discurso y una de las claves de las que usted no ha querido sacar la conclusión procedente y la conclusión total-: «mi tarea es gobernar y gobierno; si me tocara legislar, legislaría». Sí señor, ése es el planteamiento. Usted es gobierno y gobierna, y si le tocara legislar, legislaría. Déjenos legislar a nosotros, déjenos legislar a los Grupos Parlamentarios, incluido el suyo, sin interferencias, sin marcamientos, sin señalamientos, sin impulsos, sin que el Gobierno le diga a las Cortes: actúa bien o actúa mal, se equivoca o no se equivoca, se demora o no se demora, porque ése no es cometido del Gobierno, eso es soberanía de las Cortes, eso es soberanía de los partidos, de los grupos políticos presentes en ellas.
Y, finalmente, señor Gómez de las Roces, aunque yo no soy quién para ayudarle a salir de ningún tipo de situación, en la misma línea de -se lo digo con toda sinceridad- apoyo sincero... Porque el apoyo que se le brinda aquí no es tanto a su persona, ni a su partido, ni siquiera al Gobierno de coalición, sino a las instituciones, porque si las instituciones no funcionan bien, nada funcionará bien, y si nos cargamos la recta armonía y ordenación entre Cortes y Gobierno, dará igual que gobierne uno u otro, habremos sentado un malísimo precedente, el cual acabaremos pagando todos.
Dice usted que su mano está siempre dispuesta a estrechar manos leales. Ese es un sentimiento que le honra; pero si quitara lo de «manos leales», si eliminara el calificativo, si dijera que su mano está siempre dispuesta a estrechar manos, perfecto, ése es el hacer parlamentario. Usted no debe decir, sin embargo, «manos leales», porque entonces resulta que aquellas manos que colaboren con el Gobierno son las únicas que usted está dispuesto a estrechar. Su subconsciente le ha traicionado, ése es el reflejo de su actuar. Usted estrecha las manos leales, y en el Parlamento, en el juego democrático, se estrechan todas las manos, particularmente las desleales, entre otras cosas, porque no existen esas manos desleales. No hay deslealtad cuando se opone uno al Gobierno, no hay deslealtad cuando se trata de conciliar tesis, no hay deslealtad cuando se pugna con posiciones contrarias. La deslealtad al juego democrático, a la limpieza democrática, al recto juego es pretender que en política hay enemigos. En política democrática, por suerte, no hay enemigos, eso pertenecía a otra etapa que ya hemos superado.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Cristóbal Montes. ¿Grupo Parlamentario del Partido Aragonés? Cede el uso de la palabra, renuncia. Grupo Parlamentario Socialista: don Alfredo Arola tiene la palabra.
El señor DIPUTADO (AROLA BLANQUET): Gracias, señor Presidente.
Don Hipólito, hay veces que a uno le cuesta entender una primera afirmación, que se coloca en el frontispicio, y después lo que se hace... Porque si éste fuera un debate ocioso, como usted ha afirmado, sería la primera vez creo recordar- que sale usted a esta tribuna en un debate que le parece ocioso. Es más, hay muchos que no se lo han parecido y en los que usted también ha salido en volandas, en las citas, en las referencias, y usted no ha tenido a bien salir a esta tribuna. Por lo tanto, en todo caso, bienvenido cómplice de un debate que usted llama ocioso. Yo creo que ningún debate lo es, y menos en este caso.
Y creo que, en todo caso, puede haber sido un debate inútil, si no hemos conseguido llevar a usted el más mínimo punto, la más mínima posibilidad de que recapacite usted, no de que entone la palinodia, no es usted don Marcelino -¿Verdad?- Menéndez y Pelayo, autor de unas cuantas y magníficas, no, sino para que usted recapacite, para que usted piense si en un momento determinado, con esta actitud, con las frases que usted ha pronunciado –y no me voy a resistir a recordarle alguna, que están en las hemerotecas-, no ha cometido usted un cierto desliz político.
Pero vayamos primero a la larga reflexión que usted nos ha dedicado. Habrá que afirmar que es tanta la capacidad de trabajo M Presidente, del señor Presidente de la Diputación General de Aragón, que se dedica incluso a decir cuál es la tarea y cómo debe hacerla el mayor partido de la oposición. Es decir, no sólo dirige e impulsa la labor del Gobierno y se supone que se relaciona, digo que se supone que se relaciona con su Grupo y con el resto de los Grupos que forman ese Gobierno, sino que saca tiempo, le quedan esfuerzos, le queda energía y, evidentemente, materia gris para ponernos tarea a los socialistas y decirnos lo que tenemos que hacer y cómo debemos hacerlo. Con lo cual, el Presidente, lejos de hostil, se convierte en la cariñosa figura del padre que da paternales consejos a la oposición.
Pues, Señoría, tenemos la sensación de que podría usted haber dicho aquello de: «consejos vendo, que para mí no tengo». O si me permite que tome la misma postura, aunque me falte algún año tal vez para el mismo paternalismo, pero sí como observador de la política, le diga que, en vez de ponernos tarea y decirnos lo que tenemos que hacer, solucione usted, si es que es posible, los problemas que tiene su Gobierno, porque si lo defino con esa extravagancia tierna con la que usted nos ha propuesto, pues diré que es un Gobierno de cohabitación en régimen de divorcio permanente. Yo creo que ésa es, más o menos definida, la situación de Gobierno que ustedes tienen.
Dedíquese usted a ello y déjenos a la oposición que elijamos cómo y de qué manera le hacemos a usted la oposición. Trabaje y dedíquese cada uno a lo suyo, porque si no, usted va a empezar a aparecer como una de las más raras especies de políticos, que hay muchas clasificaciones. Una es aquéllos que quieren conseguir el máximo número de aciertos, y otra son los que quieren tener el mínimo número de fracasos. Pues usted parece que ha mezclado las dos y se empeña en tener el máximo número de errores.
Porque en ese verso del áspid entre las flores que ha empezado a citar don Juan, «el Burlador de Zaragoza», esta mañana, en este momento, en esta situación, quiero recordarle que ha sido usted capaz de decir cosas como: «la derecha manda a la política a los más tontos, la izquierda a los más espabilados». Frases como ésta, don Hipólito, son de las que hoy le hemos venido a decir que tal vez le sobran a usted. Y como usted ya nos reconocía el ser espabilados, se lo recuerdo lo otro, ¡hola, hombre!, no sea que además de un proceso de divorcio tenga otro de injurias, o de insultos, o de faltas, o algo por el estilo, que parece que, por el barullo que mantienen entre ustedes, eso se lo chistan.
Pero vayamos -para terminar-, aunque sólo sea para proceder a la votación y para darnos a nosotros mismos descanso... Aun cuando muchas cosas quedan en el tintero, permítanme sólo dos. Mire, no va a conseguir usted llevarnos a otro debate que aquél que hayamos planteado y en que queramos estar. Si nosotros venimos a reprobarle, no venimos a presentarle la moción de censura. Espere usted al 26 de mayo, que ya va a ver qué bien nos lo vamos a pasar todos en los quince días anteriores. No se preocupe, que ya nos vamos a escuchar, porque también nosotros estaremos en esas elecciones. Por lo tanto, no nos quieran llevar ustedes a otro debate que al que hayamos planteado el conjunto o una parte importante de la clase política que está presente.
Y, don Hipólito, no practique usted la tacañería política y la ingratitud permanente. Y lo digo en lo que se refiere a nuestro Grupo, porque todos hemos pasado en esta Legislatura por malas situaciones, todos hemos pasado por momentos difíciles; pero, don Hipólito, nosotros, cuando hemos llegado a acuerdos con ustedes -y lo sabe, los hemos cumplido, los hemos cumplido de acuerdo con lo que habíamos establecido. Por lo tanto, nos sentimos orgullosos de haber podido llegar a acuerdos, porque creemos que eso sí que es ponerse en situación de progreso, y en ese camino, en el del acuerdo, en el de la negociación y en el de no ser culpables, señor Eiroa, sino simplemente de mantener distintas posiciones políticas, vamos a seguir estando. Somos políticos, no ciudadanos sometidos a juicio para ver si somos reos o si somos culpables.
Nada más, muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Diputado. ¿Entienden Sus Señorías que es necesaria la suspensión de la Sesión los cinco minutos reglamentarios? ¿Continuamos?
¿El turno de fijación de posiciones se entiende ya hecho a través de la intervención de ustedes?
Se procede directamente a votación. Llámese a votación. (Pausa.)
Señores Diputados, se procede a la votación de la Moción número 1/91, dimanante de la Interpelación número 1 del corriente año, relativa a la política de la Diputación General de Aragón en cuanto a sus relaciones con las Cortes, presentada por los Grupos Parlamentarios Socialista, de Centro Democrático y Social y Convergencia Alternativa de Aragón-Izquierda Unida. ¿Votos favorables a la Moción? ¿Votos en contra? ¿Abstenciones? Queda aprobada la Moción a tenor del siguiente resultado de la votación: a favor de la Moción, treinta y cuatro votos; en contra, treinta votos, y ninguna abstención. Queda aprobada la Moción que hemos debatido.
¿Explicación de voto, señores Portavoces? ¿La entienden necesaria? Se renuncia... Renuncia... Renuncia... Renuncia... Señor Bolea, ¿explicación de voto? ¿Renuncia don Alfonso Sáenz? Muchas gracias.
El resto del Orden del Día son tres Preguntas que han sido pospuestas para su conocimiento en otro Pleno.
Muchas gracias.
Se levanta la Sesión. (A las quince horas.)