Diario de Sesiones de las Cortes de Aragón
Varios
Informe de la Comisión especial para la reforma del Estatuto de Autonomía de Aragón sobre los trabajos desarrollados.
Diario de Sesiones de las Cortes de Aragón n°: 034 de Plenos (III Legislatura)
Intervinienen: Burriel Borque, Adolfo - Gimeno Fuster, Mesias - Bolea Foradada, Juan Antonio - Arola Blanquet, Alfredo - Marco Berges, Jose
El señor PRESIDENTE: Comienza la sesión, señores Diputados. (A las diez horas y quince minutos.
El primer punto del orden del día es el informe de la Comisión especial para la reforma del Estatuto de Autonomía de Aragón sobre los trabajos desarrollados por la misma.
De acuerdo con la ordenación del debate hecha en su día por la Junta de Portavoces, corresponde a esta Presidencia leer unas palabras introductorias, cosa que paso a hacer.
«En mayo se constituyó la Comisión especial para la reforma del Estatuto de Autonomía. En octubre concluyó sus trabajos, mediante la aprobación de un texto que, entregado al Presidente, se ha hecho llegar a la Diputación General de Aragón y a los Grupos Parlamentarios. Hoy no vamos a votar ese texto, sino tan sólo si la cámara estima que la Comisión ha cumplido o no el encargo para el que fue creada y, en consecuencia, acuerda que queda disuelta. Cualquier consideración sobre el contenido del texto, cualquier cuestión autonómica sustantiva, cualquier planteamiento sobre uno u otro tipo de reforma del Estatuto queda fuera del marco de este debate y, desde luego, no va a ser objeto de votación. No tendría, en consecuencia, mucho sentido que hoy tuviera lugar aquí un debate de totalidad sobre el texto que ha elaborado la Comisión especial. Tal debate sólo podrá realizarse cuando, mediante el ejercicio del derecho a la iniciativa parlamentaria, llegue a esta cámara un proyecto de ley remitido por la Diputación General o una proposición de ley presentada por uno o varios Grupos Parlamentarios, y, además, se haya presentado al mismo una enmienda a la totalidad, si se trata de un proyecto de ley. Sepan, pues, los señores Diputados y sepa también la opinión pública aragonesa y los medios de comunicación de la naturaleza de este debate y de la naturaleza meramente formal de la votación al final del mismo. Hoy no se pone en marcha ni legal ni reglamentariamente reforma alguna -no sería lícito despertar falsas expectativas-; hoy se aprecia tan sólo si una Comisión de estas Cortes ha cumplido o no el encargo que se le encomendó en el momento de su creación. En caso afirmativo, deja un trabajo, un texto, mejor o peor -la historia lo dirá-, que pone a disposición de los únicos sujetos que le pueden insuflar vida parlamentaria: la Diputación General de Aragón y los Grupos Parlamentarios. Demos tiempo al tiempo, no intentemos quemar etapas, contribuyamos a clarificar y no a confundir a la opinión pública y colaboremos todos, ya desde ahora, en la gran tarea aragonesa pendiente: sentar las bases y facilitar el acuerdo para que sea posible la mejor de las reformas de nuestro Estatuto de Autonomía, la más conveniente para Aragón.»
A continuación intervendrán, durante quince minutos, que se van a controlar estrictamente, los representantes de cada Grupo Parlamentario, comenzando por Convergencia Alternativa de Aragón-Izquierda Unida.
Señor Burriel, tiene la palabra durante quince minutos.
El señor Portavoz BURRIEL BORQUE: Señor Presidente, señoras Diputadas, señores Diputados.
Me van a permitir que al comenzar haga una observación, por obvia, tal vez no suficientemente recordada. La Comisión especial para la reforma del Estatuto nació por decisión de este Pleno, pero, desde luego, no nació por impulso de este parlamento. Nació porque el 23 de abril más de cien mil aragoneses y aragonesas, con voz unánime, expresaron una idea, reclamaron un derecho, un derecho que continúa sin ser reconocido. Esta Comisión se creó, precisamente, y así lo aceptamos, y así lo expusimos todos los Grupos Parlamentarios, para dar respuesta a esta demanda incuestionable. Sépase, por tanto, y ésta es la opinión de nuestro Grupo y por eso queremos que quede constancia desde el principio, sépase, por tanto, que damos cuenta ante el Pleno de un mandato, pero que también damos cuenta, y ojalá lo rotundo de la frase no suene a rimbombante figura retórica, damos cuenta ante el pueblo de Aragón. Así lo pensamos y así queremos, desde Convergencia Alternativa de Aragón-Izquierda Unida, que sea y que se entienda.
La Comisión, desde nuestro punto de vista, ha conseguido redactar un texto que recoge en lo concreto la petición de autonomía plena que se demandaba aquel 23 de abril. Por eso, para nosotros, el trabajo que se ha hecho, el trabajo que se hizo es un trabajo importante. Fíjense si lo es, que supone dar el paso desde la reivindicación autonómica a la concreción material de esa reivindicación, aunque, efectivamente, hoy no vamos a aprobar un texto de autonomía ni vamos a salir de aquí con un estatuto de autonomía reformado.
Pero la autonomía plena ahora se puede materializar en un texto, aspecto que no existía hasta ahora, un texto que contiene -repito- la demanda de aquellos más de cien mil aragoneses y aragonesas del día 23 de abril pasado. Por eso es importante, por eso para nosotros es muy importante y por eso queremos dejar constancia de ello.
El texto aprobado, desde nuestro punto de vista, permite disponer de la capacidad competencial que la Constitución reconoce, dota a Aragón de los medios políticos e institucionales para ejercer esa capacidad y permite también, en lo económico y en lo financiero, todo un abanico técnico y político de alternativas como las que tienen otras comunidades que accedieron a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución. Este texto responde, sin duda alguna, a la petición aragonesa de autonomía plena, este texto, y no otra cosa.
Yo creo que hay que decirlo, creemos nosotros que hay que decirlo una vez más: el llamado pacto autonómico o su legítima hija, la ley orgánica de transferencias, no sólo están lejos de la autonomía plena, están lejos de garantizar un mínimo cambio cualitativo en el sentido del autogobierno que actualmente ya tenemos; que nadie venda que, salvo sanidad, el pacto autonómico, la ley orgánica de transferencias, la posible reforma derivada de esa ley nos iguala a otras autonomías, que nadie lo venda, porque eso no es verdad en absoluto. Con la ley de transferencias, en Aragón quince competencias, nada menos, nos seguirán separando de los estatutos del 151, algunas tan importantes -además de la sanidad, que es la única que se señala y que se dice- como administración local -y estos días tenemos ocasión de ver en distintas ponencias la importancia que tiene el no disponer de competencias en esta materia, los problemas que crea en descentralización de funciones dentro de esta Comunidad-, competencias también como corporaciones de derecho público representativas del interés económico y profesional, comercio interior, asociaciones de ámbito de la Comunidad Autónoma, denominaciones de origen, investigación científica y técnica, ordenación farmacéutica, etcétera. Por tanto, que nadie se engañe: en el terreno de las competencias, el pacto autonómico en modo alguno nos equipara o nos acerca a la demanda legítima y masiva de autonomía plena del pueblo de Aragón.
Pero hay más. En la ley de transferencias, como se sabe, competencias diferidas, que están ya presentes en nuestro actual Estatuto, se reducen, y, también hay que saberlo, la propia memoria de la ley señala que hubo un exceso en la concesión de esas competencias diferidas. Dicho más claro: con el texto de reforma que se pretende desde esa ley, incluso veremos reducida parte de nuestra capacidad competencial.
Y hay más: ¿cómo puede hablarse de autonomía plena?, ¿cómo puede hablarse en serio de autonomía plena sin modificaciones de carácter político e institucional?, ¿cómo puede hablarse de autonomía si no se recogen capacidades políticas para poder ejercer las competencias desde las que se dispone en una autonomía?, ¿cómo puede hablarse de eso? Y, desde luego, en el pacto autonómico, como todos sabemos, en la ley de transferencias, como todo el mundo conoce, no hay la más mínima modificación en cuanto a las capacidades políticas, a las capacidades institucionales que tendremos en esta Comunidad.
Esta es la realidad, ésta es la realidad, dicha rápidamente y dicha con claridad. Esto es lo que nos separa al texto de la Comisión especial para la reforma del Estatuto y lo que nos separa del texto que derivaría de la aplicación en Aragón de la ley de transferencias: autonomía plena, reforma del Estatuto, o un sucedáneo barato, hecho desde el centralismo y desde la falta de respeto a la voluntad de autogobierno de Aragón.
Tenemos un texto. ¿Y ahora qué? Esta es una pregunta que se vienen haciendo, legítimamente, desde distintos sectores sociales, medios de información, organizaciones; que, posiblemente, nos hacemos también desde estas Cortes, desde este Parlamento: ¿ahora qué? Evidentemente, cada uno es responsable y dueño de sus actos. El texto que la Comisión para la reforma del Estatuto ha aprobado podría ser mañana mismo una proposición de ley de cualquier Grupo con pleno derecho, y no sería aprobada, previsiblemente, porque las mayorías exigibles no están por la labor. ¿Qué habría que hacer?, ¿dejarlo congelado? Se ha llegado a decir que éste es un texto para el archivo, un texto para la historia. Que nadie se equivoque, este texto es un texto vivo; este texto -lo decía al principio- es el texto que en este momento traduce la reivindicación autonómica plena de esta Comunidad. Hasta ahora teníamos un grito, hasta ahora teníamos una demanda, teníamos una reivindicación. Ahora tenemos un texto de estatuto, y eso es un paso cualitativamente importante, ése es un paso importante y decisivo, un salto en el camino difícil, sin duda alguna, de la reivindicación autonómica de esta Comunidad. Tenemos un estatuto, un estatuto que es ya el estatuto de la Mesa de Partidos, que así se ha dicho públicamente, un estatuto que es el estatuto de colectivos y grupos aragoneses, al menos a nuestro Grupo se le ha llamado desde distintos sectores no solamente pidiéndole el texto, sino, además, aplaudiendo el contenido del texto y dando su aprobación al contenido que en ese texto se expresaba. Es el texto de distintos sectores sociales, es el texto y será el texto de la reivindicación de la autonomía plena en Aragón, es el texto que concreta la demanda autonómica en nuestra tierra.
Y que nadie aquí se caiga del guindo: la relación institución-reivindicación o, si se quiere, la dialéctica institución-movilización es inseparable. Nada es sin lo otro, y en esta cuestión nada será sin lo otro, nada será por sí mismo. Nosotros no renunciamos a nuevas iniciativas parlamentarias, al contrario, anuncio que en este proceso previsiblemente las habrá. Pero, sobre todo, a lo que no renunciamos en este camino es a la movilización, no renunciamos a la reivindicación, no renunciamos al impulso del pueblo de Aragón que permitió que una Comisión especial redactara un texto como el que en este momento tenemos, ni al trabajo del que estamos dando cuenta en el Pleno de las Cortes de Aragón. No hace falta tampoco que lo anuncie: no renunciamos a la movilización, el 15 de noviembre es ya la primera piedra en este próximo camino de la autonomía. Porque estamos convencidos de que la autonomía plena en Aragón se conseguirá, sin lugar a dudas, desde la participación institucional y desde la movilización de las gentes y desde el trabajo parlamentario, desde la demanda de los ciudadanos y de las ciudadanas. Se conseguirá desde esta dialéctica inseparable, como ha ocurrido en el conjunto de las comunidades de España, como ha ocurrido en la reivindicación de todos los demás estatutos de autonomía, como ocurrió en los primeros años de la democracia; es inseparable, y ése es el camino. Este no es un texto congelado, es un texto presente y vivo, y es precisa la movilización en la consecución de este texto.
Esperamos, señoras Diputadas y señores Diputados, que quienes cada miércoles han venido apoyando el contenido de este texto dejen de jugar en los dos lados de la pista. Se acabarán cansando, el partido les cansará, y van a perder, casi con toda seguridad, cada uno de los tantos que jueguen. Y esperamos también que quienes son el obstáculo a que este pueblo tenga y disponga de la autonomía plena que precisa cambien de actitud, y sepan, si me permiten que lo diga, que -parafraseando a otros- se puede ir en contra de casi todos un trecho, se puede ir en contra de unos pocos siempre, pero no es posible oponerse a casi todos siempre. «No existe cosa peor / en la rueda de la vida / que poner velas al diablo / y estar ayudando a misa». Espero que alguno se dé por aludido.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Burriel.
El representante del Grupo Parlamentario Popular, señor Gimeno, tiene la palabra durante quince minutos.
El señor Portavoz GIMENO FUSTER: Señor Presidente, señoras y señores Diputados.
No sé si en este momento lo que tengo que hacer es poner la vela o sacar la pata de cabra, no lo sé; pero, desde luego, voy a dejar muy claro en esta tribuna cuál es el criterio y el posicionamiento que el Partido Popular tiene con relación al trabajo que ha realizado esta Comisión especial de reforma del Estatuto.
El modelo de organización territorial del Estado está sometido constantemente a un debate político, y es lógico. ¿Por qué es lógico?, simplemente porque lo avala la propia interpretación del título VIII de nuestra Constitución, que ve en la organización territorial del Estado algo dinámico, algo que se mueve, algo que está en constante cambio, y no algo estático. Por lo tanto, querer definir definitivamente el modelo final de organización creemos que hoy es una utopía, porque está, como decíamos, en constante cambio.
Con esta interpretación, que se puede hacer perfectamente, de la Constitución y de su título VIII, creemos que queda perfectamente delimitado el marco de actuación en la relación y distribución competenciales entre las distintas instituciones. Pero en este marco de actuación, la repartición competencial debe ser, y creemos que así es, voluntad política del legislador del momento, y, por lo tanto, fruto de la voluntad en mayoría o del resultado de pactos. Así surgieron los primeros estatutos de autonomía, los del 151, más tarde los del 143 y, más adelante, los acuerdos de 1981, que, aunque escasos de virtualidades -esto hay que decirlo aquí-, elevadas éstas por la famosa sentencia del Tribunal Constitucional, permitieron cerrar el mapa autonómico del territorio español y la celebración de elecciones en 1983; situación ésta -y otras futuras- que generó yo diría que intensos debates y polémicos debates, como lo fue la discusión del texto constitucional y, en particular, su título VIII. Pero lo cierto, y pese a ello, es que las actitudes de los que hoy conocemos nosotros como «padres» de la Constitución del setenta y ocho, llevados de un espíritu pacificador y renunciando a posicionamientos primigenios y dispares, consiguieron mantener los consensos necesarios para conseguir los fines deseados.
Esta misma actitud, salvando las diferencias de tiempo, de contenidos o de importancia incluso, debe ser el compromiso que hoy debemos adquirir, cuando se discuta hoy el borrador, lo que será después proposición o proyecto de ley de reforma del Estatuto que la Comisión ha elaborado. Flaco servicio haríamos nosotros a nuestra Comunidad Autónoma si posturas radicalizantes son capaces de entorpecer este consenso. Hemos de proponer reformas que sean realistas en ejecución -repito: realistas en ejecución-, que sean verdaderamente posibles dentro del marco en el que actualmente nos encontramos y que satisfagan los intereses legítimos de nuestra Comunidad Autónoma, de nuestra tierra, de Aragón. Y hemos de solicitar y exigir no reformas miméticas, que la experiencia demuestra que generan y generarán siempre agravios comparativos, sino reformas que uniformen contenidos estatutarios y que contemplen la singularidad de cada autonomía no como elementos dispersadores sino como elementos convergentes en una realidad que es España y que es nuestro Estado español.
Es preciso imponer a las negociaciones grandes dosis de racionalidad para alcanzar logros en este tema, eso sí, sin que aquélla merme los derechos constitucionales que tiene reconocidos nuestra Comunidad Autónoma. Este trabajo, que hoy creo que va a recibir el voto afirmativo y unánime de esta cámara, debe ser en su contenido no el único posible, ni el último, sino el eslabón de una larga cadena para conseguir avanzar en el proceso de descentralización que permite la Constitución Española y propugna el pueblo aragonés. La línea del apoyo mayoritario y necesario para sacarlo adelante es hoy reto que nos corresponde absolutamente a todos, absolutamente a todos los representantes del pueblo de Aragón en estas Cortes, incluso a las fuerzas sociales de esta tierra. Trabajar en logros condenados al fracaso, al menos en las circunstancias actuales, es -creemos nosotros- un esfuerzo baldío.
Hoy, desde el Partido Popular de Aragón, apelamos al sentido de responsabilidad y compromiso que tenemos con los aragoneses para buscar entre todos la fórmula que posibilite el objetivo a conseguir. Esta fórmula es el consenso, resultado de un diálogo, resultado de la participación de todos, respetando las reglas del juego democrático, sin ambigüedades y, además, con un realismo total. Descalificar una idea o un procedimiento por estar al margen de ella yo creo que es hoy un hábito poco recomendable. Es necesario aprovechar todos los recursos de que disponemos o nos ofrecen como partes de un todo, aunque no sean éstos los mejores ni los últimos.
Aquel debate político, del que decía que hoy está presente prácticamente en todo el territorio español, no ha desaparecido en Aragón, y con retardaciones o aceleraciones permanece vivo hoy, no sólo a nivel político e institucional, sino también a nivel social. Las causas que motivan esas ralentizaciones o activaciones no son siempre bien interpretadas y, en muchos casos, ni siquiera bien explicitadas. Responden en gran manera a legítimos posicionamientos, aunque, a veces, parciales, particulares y hasta en muchas ocasiones -me atrevería a decir- partidistas, que contrastan con la realidad presente a corto y medio plazo.
La celebración de la manifestación autonomista con motivo del Día de Aragón, el 23 de abril de 1992, tuvo como efectos, entre otros, una aceleración para reivindicar la plena autonomía, y, como consecuencia, la adopción, por unanimidad de todos los Grupos de esta cámara, de un acuerdo de creación de una Comisión especial que estudiara la actual reforma de nuestro Estatuto, acuerdo que se adoptó en Pleno, como decía nuestro Presidente al comenzar la sesión, el 7 de mayo de 1992.
Esta Comisión especial, formada por dos Diputados de cada Grupo Parlamentario, cuyos acuerdos se han tomado mediante voto ponderado, que no tenía carácter público, y que aprobó sus normas de funcionamiento después de bastantes pero consensuadas decisiones, tenía tres objetivos fundamentales y creo -vuelvo a repetir- que ha cumplido aquellos tres objetivos que tenía planteados: estudiar la reforma del Estatuto, analizar las distintas posibilidades legales y reglamentarias, y adoptar las iniciativas parlamentarias que considerase oportunas. Esta Comisión estudió detenida y profundamente la posible reforma de nuestro Estatuto. No voy a entrar ahora a valorar dónde, cuándo y cómo se han realizado esas distintas modificaciones -será objeto de otro Pleno-; hoy se somete a votación en este Pleno el trabajo que ha realizado la Comisión.
Y voy a terminar, Presidente, con una manifestación clara: el Partido Popular va a apoyar el trabajo de la Comisión -parece que esto sería motivo de orgullo para todos aquéllos... no nos confesamos hoy aquí, simplemente venimos a presentar el fruto de un trabajo-, va a apoyar ulteriores reformas que se puedan realizar al Estatuto de Autonomía para conseguir esa autonomía plena, y, cómo no, va a apoyar también el contenido del pacto autonómico firmado en Madrid con el Gobierno y el Partido Socialista, porque cree que es un eslabón más de la escalera que nos conducirá a ese deseado objetivo, al que tenemos absolutamente todos los aragoneses, y que no es incompatible con la posterior reforma del Estatuto, en el convencimiento de que a este pacto se le recordará, entre otras cosas, como el que posibilitó una nueva apertura a la descentralización territorial, cerrada por voluntad expresa del Gobierno, para conseguir esos objetivos. Y simplemente, aquí, quiero hacer un pequeño recordatorio: a aquellos -entonces- denostados pactos del ochenta y uno se les considera hoy, poco tiempo después, diez años después, los que hicieron posible que la autonomía se extendiese a todos los territorios de España.
Esperemos que de la voluntad del pueblo de Aragón hoy representada en estas Cortes salga lo que el pueblo aragonés nos demandó el 23 de abril.
Gracias, Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Gimeno.
Representante del Grupo Parlamentario del Partido Aragonés, señor Bolea, tiene la palabra; durante quince minutos, señor Bolea.
El señor Portavoz BOLEA FORADADA: Señor Presidente, señorías.
La historia de los grandes pueblos está jalonada de acontecimientos y fechas que conforman su singular personalidad. Aragón, cuyo solo nombre rememora uno de los más hermosos capítulos de la historia universal, sigue demostrando que no permanece anclado en el recuerdo de su asombroso pasado, sino que, seguro de su fuerza y con la dignidad que caracteriza a los hijos de esta tierra, se niega a que nadie ponga puertas a su voluntad de progreso.
El 23 de abril de 1992 constituye uno de esos hitos que jalonan nuestra historia. Ese día, Día de Aragón, más de ciento treinta mil aragoneses salimos a la calle para expresar una voluntad unánime: queremos para Aragón el Estatuto de plena autonomía que, por dignidad, por presente, por pasado y por futuro, Aragón se merece. Y las Cortes de Aragón, señorías, son los representantes de este pueblo, y las Cortes de Aragón, que no supimos en esta Legislatura tener la iniciativa que sí tuvo el pueblo el 23 de abril, a toro pasado constituimos esta Comisión, y esta Comisión está aquí, espero hoy que no vergonzantemente, para decir a esos ciento treinta mil aragoneses, representantes de un millón doscientos mil aragoneses, qué hacemos de aquella manifestación y qué hacemos de aquel acto, y si tenemos el valor o la vergüenza de no saber responder a lo que todos unánimemente nos están pidiendo desde la calle.
Esa Comisión que se constituyó aquí en las Cortes, esa Comisión especial, tuvo o tiene un objeto especial: la reforma del Estatuto de Autonomía de Aragón, para eso se ha constituido. Pero tengan en cuenta sus señorías que esta Comisión se ha constituido después de que en el mes de febrero fueran conocidos los pactos entre el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular; cuando el pueblo aragonés salió el 23 de abril, ya sabía toda la historieta de los pactitos, ya sabía toda la historieta de la reformita; cuando el pueblo aragonés salió el 23 de abril estaba pidiendo otra cosa, porque para la reformita que aquí se pretende aprobar no hacía falta que ciento treinta mil aragoneses saliésemos desgañitándonos a la calle, dando unánimemente una voz que, al final, concluyó, todos unidos, en la palabra Aragón.
Y en esa Comisión, cuando tuvimos la primera reunión, nos dijimos: ¿cuál es el camino? Y dentro de ese camino señalamos: esta Comisión puede hacer la reforma por el artículo 61, la reforma por el artículo 62, la reforma se puede hacer por un proyecto del Gobierno de Aragón, o incluso pensamos en la posibilidad de compatibilizar esta reforma plena con la reforma que se está pactando a nivel nacional entre los dos partidos nacionales, Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español. Y en sesión de 5 de junio de 1992, a propuesta de los Grupos Parlamentarios de Convergencia Alternativa de Aragón-Izquierda Unida y del Grupo Aragonés, propusimos lo siguiente: que la Comisión acuerde que se inicie la reforma por la vía del artículo 61 del Estatuto, lo que implicará que esa reforma pueda referirse a todos los aspectos políticos, institucionales y competenciales propios de un estatuto de plena autonomía. Esta fue la concreta reforma que se propuso y que consta en el acta del 5 de junio, y a esa propuesta de Izquierda Unida y del Grupo Aragonés, según consta en el acta, ante tal propuesta, entre comillas, los representantes de los Grupos Socialista y Popular manifiestan su disposición a contemplar la posibilidad de utilizar la vía del artículo 61 para la reforma del Estatuto de Autonomía.
Este es el compromiso que todos adoptamos: la reforma por el artículo 61, es decir, no la mera reforma competencial, sino la reforma que hasta su plenitud permite el artículo 61. Y cuando todos los Grupos aceptamos la vía del artículo 61, estábamos convencidos, so pena de ignorancia, de que para que la reforma del artículo 61 prospere hacen falta dos tercios de los votos de esta cámara, y que para que aquí haya dos tercios de los votos de esta cámara, hace falta que votemos los cuatro Grupos que la constituimos, o por lo menos, y teniendo la seguridad de que los Grupos que no somos la total mayoría sí la vamos a votar, está claro que quien tiene que dar también el paso adelante es el Grupo mayoritario del Partido Socialista.
No es éste el momento de hacer un análisis del contenido de la reforma, del estudio, del trabajo de la Comisión; lo que sí quiero apuntar es que esa reforma es de notable calado, que abarca no solamente los aspectos competenciales, sino que afecta a los aspectos políticos, institucionales y económicos propios de un estatuto de autonomía. En conclusión, yo diría que la reforma que nosotros propiciamos permite que Aragón tenga un estatuto similar al que tienen ya otras Comunidades Autónomas, como son Cataluña, el País Vasco, Galicia y Andalucía.
Y quiero tambien hacer una matización: la reforma que nosotros hemos propiciado es una reforma que se adapta, según nuestro punto de vista, a la Constitución Española. Quiero con esto salir al paso a algunas declaraciones de algún personaje foráneo que se ha permitido aquí, en nuestro solar, el decir que el trabajo de esta Comisión tiene visos de inconstitucionalidad. Yo invito a este personaje a que nos diga en qué puntos concretos estamos rozando la ilegalidad, porque, evidentemente, creo que cuando se dicen imputaciones de esta importancia hay que matizarlas, y decirlo, en el caso de que así fuese. En ponencia, en comisión si la proposición sigue adelante, esos puntos, evidentemente, no seguirían adelante, porque ninguno de nosotros quiere hacer un estatuto que vulnere la Constitución Española.
Tras conseguir este primer paso con el trabajo, que ya lo tenemos, yo creo que nos debemos de formular una pregunta, que el representante de Izquierda Unida también ha expresado aquí: ¿para qué ha servido este trabajo de la Comisión?, y ¿qué va a pasar ahora? Antes de contestar a esta pregunta, yo quisiera recordar algunos principios elementales: la Constitución Española ha desechado el sistema centralista por caduco, por inservible, porque no permite la convivencia de los pueblos de España. Estamos en la Constitución de las autonomías: la Constitución reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran España, la Constitución prohíbe que los estatutos de las distintas comunidades autónomas impliquen, en ningún caso, privilegios económicos o sociales, y la Constitución permite a las comunidades autónomas la reforma de sus estatutos sin otra limitación que la propia Constitución. Y, recordados estos elementales principios, digamos, como conclusión, que la Constitución Española no quiere instaurar dos Españas, ni Españas distintas, una con privilegios -no con diferencias, que una cosa es la diferencia y otra el privilegio- y otra España sin privilegios: la mitad de los españoles, veinte millones, con estatutos privilegiados, o no privilegiados sino plenamente constitucionales, y la mitad de los españoles, entre ellos los aragoneses, con estatutos que no alcanzan el elemental techo de la propia Constitución.
Y, después de recordados estos principios, para contestar a la pregunta «¿qué va a pasar ahora?», ¿a quién se la tenemos que preguntar? Pero si los que tenemos que decir lo que va a pasar ahora somos nosotros mismos, y no hay más que dos caminos, o hacemos la reforma plena del Estatuto de Autonomía que el pueblo de Aragón nos demandó el 23 de abril o no la hacemos. Digámoslo así de claro, ¿qué queremos?, ¿el sucedáneo?, ¿la pequeña reforma?, pues digámoslo así de claro, digamos y tengamos el valor de decir a los aragoneses que en esta Legislatura no va a haber aquí más reforma que la que nos viene impuesta desde Madrid, pero digámoslo.
Pero esa reforma, queridos amigos, ninguno de nosotros, de los que estamos aquí, ha opinado nada, esa iniciativa no ha partido de las Cortes de Aragón; tengo, incluso, la intuición de que ni siquiera a ninguno de los Diputados que pertenecéis a esos dos partidos os han llamado a opinar. Y ésa es la reforma que aquí, en Aragón, va a entrar, no por la puerta grande, porque algunos de nosotros nos encargaremos de bajar la tajadera, entrará como sea, pero no con nuestro voto. Haréis en definitiva lo que os digan o lo que estéis dispuestos a hacer, pero, desde luego, lo que no haréis por ese camino es dar satisfacción a los ciento treinta mil aragoneses que salieron a la calle el 23 de abril y a los miles y miles de aragoneses que están esperando algo de estas Cortes.
Y como aquí hay que decir la verdad, y como no hay que decir ni medias palabras ni aquí estoy jugando y aquí no juego, ni ya veremos lo que me dicen ni lo que me autorizan, ni ya veremos lo que a nivel nacional se dice en un pacto de estado... no, no puedo hablar aquí más que como miembro del Partido Aragonés. Nosotros lo tenemos muy claro, queridos amigos, el Partido Aragonés tiene muy claro lo que va a hacer en esta Legislatura. El trabajo de esta Comisión nos parece bueno para los aragoneses. No es el estatuto que el Partido Aragonés hubiese redactado, es el fruto de un consenso mayoritario, no unánime, mayoritario; es, en consecuencia, un texto asumible por el pueblo de Aragón. Es un texto que el Partido Aragonés va a defender en estas Cortes y va a invitar a todos los demás Grupos a que firmen una proposición de ley con ese contenido, o con otro, si se quiere todavía mejorar. El Partido Aragonés hará todo lo que esté en sus manos para que en esta Legislatura se apruebe esta proposición. Y os digo algo más: si los aragoneses tuviésemos el valor de aprobar en estas Cortes un texto de plena autonomía, y eso depende solamente de nosotros, no habría en Madrid, ni en el Congreso ni en el Senado, ni fuerza política ni valor para echar abajo lo que aquí hiciésemos los aragoneses, porque si en el Congreso o en el Senado un texto que saliese consensuado por los aragoneses nos lo tirasen abajo, yo creo que temblaría el sistema democrático español, porque ciertamente no se hubiera respetado la voluntad de todo un pueblo. (Rumores.) Pero seamos capaces, seamos capaces de hacerlo.
Yo creo, yo creo, queridos amigos, que algún Grupo de estas Cortes está sufriendo y va a sufrir con este tema, porque el 23 de abril yo no oí ni una sola voz, ni una, ni una sola voz en que dijesen que hiciésemos otra cosa, y el 23 de abril los que estuvimos allí presentes oímos a todos los aragoneses, de todas las clases sociales y de todas las edades, diciendo a nuestro paso, como estuvieron diciendo a nuestro paso, los que estuvimos lo oímos y a los que no estuvieron se lo contaron, pero si se lo contaron bien, creo que sabrán reaccionar y adoptar, en el momento en que estamos, la solución que Aragón espera...
El Partido Aragonés, en consecuencia, señorías, va a votar afirmativamente el trabajo de esta Comisión, pero el trabajo de esta Comisión, con todos los respetos a nosotros, no va a servir para nada si no sabemos hacerlo cristalizar. Yo agradezco al pueblo aragonés su voluntad de apoyo a esta iniciativa; a la Mesa de Partidos, el que esté a nuestro lado, el que quizás será necesario que siga habiendo movilizaciones de apoyo a esta idea. Pero tengo la seguridad, queridos amigos, que el pueblo aragonés seguirá expresándose a voluntad, y que quienes vayamos por este camino lo vamos a tener bastante fácil, por lo menos, la facilidad de presentarnos ante el pueblo aragonés con la cabeza alta y con la dignidad de haber dicho: hemos hecho lo que hemos podido por dar respuesta a lo que el pueblo aragonés quiere.
Nada más, señorías.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Bolea.
Representante del Partido Socialista, señor Arola, tiene la palabra por quince minutos.
El señor Portavoz AROLA BLANQUET: Señor Presidente, señorías.
Son muchas las intervenciones que esta mañana se pueden hacer aquí, pero quisiera empezar de forma improvisada, leyendo un artículo de la Constitución. «Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política». Lo primero que quiero es agradecer, fundamentalmente, el apoyo de más del 40%, expresado en las urnas, que este partido tuvo en el año 1991, cuando concurrió a las elecciones para conformar esta cámara.
Desde esa representación, desde esa legitimidad, y sabiendo que el pueblo soberano puede modificar, ratificar o ampliar el espectro político que en estos momentos ocupamos en esta cámara, señorías, es desde ahí, desde ese agradecimiento, desde esa legitimidad y desde ese orgullo de poderlo representar en esta tribuna, como subo a la misma, para expresar la opinión política sobre la forma y, no tengan ninguna duda, sobre el fondo de la cuestión que hoy nos ha concitado aquí.
Debo decir que estamos sorprendidos, en principio, y democráticamente aceptamos el acto que se está produciendo aquí. Saben ustedes, señorías, por experiencia los unos, y por conocimiento directo los otros, que cuando se constituye una comisión de este tipo lo normal es que lo que se someta a consideración del Pleno de la cámara sea el resultado del trabajo de los que han conformado esa comisión. Y no es así, hoy no es así. Lo sustituimos por una pregunta que viene a decir, poco menos, que concluimos, que hemos concluido; permítanme decir que es una concluyente pregunta, y permítanme decir por qué creemos, desde los escaños del Partido Socialista, que esto es lo que ocurre hoy aquí: porque no puede ocurrir otra cosa, porque las dos fuerzas políticas que sostienen al Gobierno no pueden hacer otra cosa. Ustedes, que han formado esa comisión, que son los que han expresado con sus votos, que han encontrado nuestra reserva política, hoy ustedes no nos pueden traer aquí lo que es su legítima expresión conformada en un texto político, porque tiene razón el señor Burriel: ya tenemos un texto, ya no estamos enfrentando un grito, un grito que también nosotros compartimos, ahora tenemos un texto, ahora hablamos de política, ahora hablamos de ofertas concretas y de puntos fundamentales de discusión política, de los que subyacerá, espero, una teoría en ustedes, como subyace en nosotros una teoría. No pueden ustedes hacer otra cosa.
Aquella afamada pareja, que no fui yo quien introdujo en esta cámara, aquel «él y ella», en que ella estaba en la calle pasando frío, aterida -¿se acuerdan?-, y que quería entrar para ser también propietaria; aquella afamada pareja que se pasan el día contando los ornamentos, los abalorios, las baratijas, los muebles, los dineros, contándolo cada día para ver si a cada una de las partes no le falta nada; aquella afamada pareja que incluso nos han dicho que tiene frutos primerizos por quien la representa habitualmente aquí; aquella afamada pareja que nos hizo sonreír, reír, y que explicitó una contradicción política, lo único que no ha hecho ha sido superar la contradicción política, y por eso hoy aquí votamos una pregunta, por eso hoy, aquí, votamos, concluimos que hemos concluido. Y no es verdad, no es verdad que hayamos concluido, en absoluto. Pero vamos a ver, por lo tanto, ¿qué es lo que hemos hecho? No está bien el «él» y el «ella», hay que ponerle nombre a las cosas para intentar aclarar, aclarar a todo el mundo qué es lo que está pasando.
Vayamos con el Partido Popular, señorías, si me lo permiten. Firmante de los acuerdos autonómicos, firmante del acuerdo de Gobierno y que, en teoría, hoy tendría que traer aquí el texto que se ha aprobado en la Comisión. Respuesta: no, porque me peleo con mi socio, porque la pareja a lo mejor tendría que dejar de dormir junta, cosa que dudamos por otra parte que lo hagan, porque a lo mejor el señor Eiroa tendría que volver a la canción de «que gobiernen ellos», porque a lo mejor el señor Eiroa tendría que volver a decir: aquí se rompe la baraja. Evitémoslo, evitémoslo, y por eso hacemos una pregunta. ¿Táctica política? Bien, pero ustedes sabrán con qué están jugando, ustedes sabrán con qué y a qué.
Porque, claro, cuando además nos introducen en el texto, señorías, en este texto que ya tenemos, que no es el texto de autonomía plena -y lo digo ya desde ahora, y nosotros no coincidimos con este texto, y lo digo ahora como lo he dicho en la Comisión-, afirmaciones que se hacen en él, y si el tiempo me llega, llegaré a ello, pues ustedes, entonces, nos traen un sistema de financiación con el que nosotros estamos en profunda disidencia... Pero tienen ustedes un sistema en el que nuestra disidencia no es formal, es de fondo, en el que nuestra disidencia es estrictamente política, en el que nosotros, por lo menos, no entraremos en contradicción al decir esto, y al decir aquí en Aragón algo cuando hablamos del IRPF, porque lo que ustedes nos plantean en este texto es mucho más que lo que un tal Mariano Rajoy, creo que se llama -y me empiezo a cansar, señores del PP, de recordarles lo que dicen sus líderes nacionales, que no es la primera vez-, cuando otro lo propone, viene a decir coloquialmente que está loco... Entonces, nosotros nos atizamos, introducimos -bórrese el «atizar»-, introducimos una reforma de la que se puede decir que, por lo menos, se podría repetir la historia. La historia es, y he asistido a ella, que ya hubo un debate, no parecido a éste, pero sí sobre el mismo fondo, en que un Diputado preguntaba, perdón, afirmaba que la gran reforma nos aboca a la reforma de la Constitución o nos puede abocar a ella -5 de noviembre de 1987-. ¿Fuerza política que lo decía?, Izquierda Unida. Y eso ustedes nos lo han introducido en el texto. Diferencia, por lo tanto, de fondo, no sólo su contradicción, sino también diferencia importante de fondo.
Se han dicho muchas cosas al respecto en esta cámara. Yo les quisiera recordar algunas, no muchas: un estatuto de autonomía, cualquier estatuto de autonomía no se puede reformar en un dique seco, al margen de otras comunidades, al margen de la estructura del Estado. Y, sin embargo, aquí estamos defendiendo reformarlo en dique seco, al margen de otras comunidades, al margen de la estructura del Estado.
Se ha preguntado en esta cámara: ¿se va a comparecer en Madrid con una reforma del Estatuto sin haber negociado absolutamente nada? ¿Deberé volver a sacar el artículo de la Constitución? Yo creo que no. Somos los partidos políticos los que expresamos en la cámara, con la expresión de nuestros votos, los que traducimos la representación y, finalmente, legislamos. ¿Se ha negociado?
Se ha dicho también en esta cámara: «reformar de la a a la z, entrar en todas y cada una de las cuestiones, alguna de ellas trascendentales, no es algo que se pueda solventar en un pequeño debate parlamentario, ni siquiera, quizá, en un gran debate parlamentario, en unas horas ni en unos días ni en unos meses». ¿Se reconoce usted en la cita, señor Presidente? Es suya. Y, sin embargo, hemos hecho exactamente lo que se nos decía que no se debe hacer.
Señorías, también se han dicho otras muchas cosas en esta cámara. Por ejemplo, al hablar de las competencias que queríamos, hemos dicho que, si recurríamos al mero enunciado repetitivo, podríamos estar introduciendo elementos no deseables, no deseados o no posibles en esta Comunidad Autónoma. Por ejemplo, la creación de las bolsas de comercio. Por mor de la fotocopia, lo hemos vuelto a introducir, aunque nos digan que no es necesario, que a lo mejor no es posible. Pero en ése, como el señor Bolea ha dicho, «elemental techo» de la Constitución, nada más y nada menos, es decir, como si la Constitución en su techo máximo fuera lo elemental -ya me dirá usted qué es lo que queda fuera-, yo acabo viendo una postura política, y es el fundamentalismo nacionalista de la fotocopia. Porque un nacionalismo, finalmente, y hablo de nacionalismos de expresión democrática -no tengan ninguna duda, señorías-, un fundamentalismo nacionalista es, finalmente, un nacionalismo igual a otro. La actitud de un nacionalista es, finalmente, igual la de uno a la de otro; sus deseos, sus fines son, finalmente, los mismos.
Yo creo que el nacionalismo es un camino de soledad, por mucho ruido que haya alrededor, yo creo que es un camino de soledad y de insolidaridad. Sería lo de menos que lo creyera yo; yo creo que es muy importante que lo creen todos mis compañeros, y que lo creen muchos ciudadanos y muchas ciudadanas en esta nación, en España. Porque se basa, entre otras cosas, en la ambigüedad permanente del modelo que plantea, porque la relación con el poder central sólo puede ser de conflicto, y porque el acuerdo y la negociación, cuando se producen, tienen que haber ido precedidos de conflicto, porque son secundarios respecto a éste, porque, de otra manera, no se podría capitalizar políticamente como resultado de la propia fuerza política. ¿Les suena a sus señorías lo que estoy diciendo?, si está ocurriendo en nuestra Comunidad, y bien recientemente.
Es ambiguo el modelo de Estado que ustedes plantean, señores nacionalistas, y que se desprende de ese texto que nos han presentado, que ha aprobado la Comisión, y del que quisiera decir una cosa -y supongo que me han entendido ustedes cuando me he referido a la Constitución-, y es la siguiente: no van a conseguir ustedes sacralizar ese texto, hagan lo que hagan; no van a poder ustedes evitarnos tener una posición política, la que libremente decidamos, hagan lo que hagan; no van a poder ustedes evitar que, llegado el caso, lo enmendemos, hagan lo que hagan; que expresemos nuestra opinión política respecto a ese texto, hagan lo que hagan, vaya a donde vaya usted y con quien vaya, señor Eiroa. Lo mejor tal vez fuera que el día de la fecha estuviera usted en Aragón. Piénsese cuál es, en todo caso, el siguiente paso. No van ustedes a poder evitar que el Partido Socialista opine y exprese su opinión, no ya frente al grito, que nunca ha estado, como maniqueamente nos han querido ustedes colocar, señores nacionalistas, sino que opine sobre un texto y conforme su opinión política con sus enmiendas o con sus votos.
No vamos a aceptar que pretendan ustedes plantear las legítimas diferencias entre partidos políticos como diferencia entre la Comunidad Autónoma y el Estado. La diferencia es de concepción política entre partidos; no hay un conflicto Estado-territorio, como ustedes muchas veces plantean; no es la suya la única interpretación posible de Aragón; no tienen ustedes la representación de todo Aragón, porque no es posible, como esta misma cámara lo demuestra. Y porque no la tiene, y porque confrontamos posiciones políticas diferenciadas, es por lo que veo muy difícil, señor Bolea, poder llegar a ese acuerdo unánime que usted dice. Pero si aun así fuere que se produjera, no repelería mi sentido democrático ni un momento que un Diputado en las Cortes nacionales, fuere del partido que fuere, presentara enmiendas a lo que aquí habíamos aprobado, porque no temblaría el edificio democrático, funcionaría el ejercicio democrático de la representación y la soberanía nacional, que reside en las Cortes Generales.
¿Quién le puede evitar a un Diputado que modifique el texto, por muy de acuerdo que aquí salga? ¿Es que no hubo acuerdos, por ejemplo, en la Asamblea Mixta?, ¿es que no hubo acuerdos antes en el Parador de la Concordia de Alcañiz? Claro que los hubo. Fíjese si los hubo que de allí salía la expresión «Presidencia». Se cambió a «Presidente» por enmienda de don José Angel Biel, diciendo que era mejor «Presidente» que «Presidencia». Y decía el señor Biel que era la tradición jurídico-constitucional, era la más ajustada a derecho, y que, además, era mucho más claro decir «el Presidente» porque evitaba el confusionismo de si la «Presidencia» era unívoca o plural. ¿Verdad, señor Biel, que dijo usted esto? Pues en este texto vuelve a poner «Presidencia». ¿Qué pasa?, ¿que ya se ha aclarado?, ¿que ya sabemos que la Presidencia es compartida y que, por lo tanto, ya ponemos «Presidencia», porque, como hay varios presidentes, ponemos «Presidencia» para que no se moleste nadie y quepan todos? ¿O es que ha habido un aire de fronda que se ha llevado las opiniones políticas del señor Biel? ¿O es que ha habido un aire de fronda que se ha llevado las opiniones políticas del señor Bolea, que decía que lo que tenía que haber en el texto era «Diputación General de Aragón», cuando lo hemos quitado y ponemos simplemente «Diputación General»? ¿Nos van ustedes a evitar que podamos decir estas cosas, y decirlas en el parlamento, que es donde creemos que se deben decir? ¿Qué se creen, que estamos negando el pan y la sal? No, si ahora ya tenemos una gran ventaja política y parlamentaria, y es que discutimos un texto, y sobre las opiniones que cada uno pueda formular. Por lo tanto, no tengan la más mínima duda.
Señores, compañeros de partido y de escaño, lo que hoy votamos es una pregunta que viene a decir que concluimos sin concluir. Señores del resto de los Grupos Parlamentarios, con este texto hoy estamos más lejos, políticamente, que cuando constituimos la Comisión en este mismo Pleno, porque estamos más lejos de lo escrito, porque no quisiéramos que se hubiera escrito eso, pero si muchas veces decimos que la lógica del Estado de las autonomías es la lógica de la negociación, del acuerdo y de la cooperación, nosotros, que creemos que de esta lógica es de la que hemos introducido en esos acuerdos, no será ninguna sorpresa para nadie decir que tampoco el señor Bolea nos ha sorprendido por los diminutivos... Nosotros creemos en esta lógica, la de la negociación, del acuerdo y de la cooperación; por lo tanto, negamos que frente a la negociación haya que hacer la política del conflicto, que frente al acuerdo que pretendemos, la tensión permanente, y, en lugar de la comparación, manejar permanentemente el agravio comparativo.
No se crean en absoluto sus señorías, no piense nadie que nosotros creemos que no es necesario tomar una serie de medidas políticas. Las voy a repetir aquí por si alguien todavía no las sabe, o, en todo caso, porque éste es el lugar y el foro adecuado para que hablemos, en todo caso, para que dejemos de comunicarnos por los periódicos, en todo caso para que dejemos de comunicarnos cuando esta cámara está cerrada, porque aquí, tan legítimamente como cualquier otro Diputado, podemos decir que seguimos manteniendo la misma postura que hemos hecho desde el principio, y que se la repito a ustedes, señores y señoras que conformamos esta cámara: primero, aplicación de los acuerdos autonómicos -lo reitero por si alguien tiene duda-; segundo, estudio en profundidad de la capacidad que tiene esta cámara para abordar las reformas, no les voy a poner ningún adjetivo, pero las que podamos hacer aquí; nuestro compromiso, señorías, de que el Partido Socialista comparte, quiere y desea a este pueblo la esperanza. Y a buen entendedor, pocas palabras bastan.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Arola.
Terminado el turno de intervenciones de los representantes de los distintos Grupos Parlamentarios, pasaríamos a la votación correspondiente. Se trata, como ustedes saben, de una Comisión especial, creada por esta cámara, que formuló alguna conclusión al término de su trabajo y reglamentariamente, hay que someter a votación esa conclusión.
Las conclusiones que formuló la Comisión fueron las de informar al Pleno sobre las actividades desarrolladas, cosa que se ha hecho esta mañana, y requerir su pronunciamiento sobre la siguiente pregunta -y paso a leer la pregunta que será sometida a la votación de los honorables miembros de la cámara-: «¿Aprueba el Pleno el trabajo que para la ulterior reforma del Estatuto de Autonomía ha desarrollado la Comisión constituida con arreglo al acuerdo que adoptó esta cámara el 7 de mayo de 1992?» Ese es el texto de la pregunta, que, si está suficientemente claro, pasaríamos a votar, y, si no, la volvería a leer de nuevo.
La vuelvo a repetir: «¿Aprueba el Pleno el trabajo que para la ulterior reforma del Estatuto de Autonomía ha desarrollado la Comisión constituida con arreglo al acuerdo que adoptó esta cámara el 7 de mayo de 1992?».
Señoras y señores Diputados que voten afirmativamente, levanten el brazo, por favor. Señoras y señores Diputados que voten en contra, levanten el brazo, por favor. ¿Abstenciones? Por treinta y siete votos a favor, ninguno en contra y veintiocho abstenciones, queda aprobada la conclusión de la Comisión especial de trabajo, que antes ha sido reseñada.
Pasaríamos a la explicación de voto. Convergencia Alternativa de Aragón, explicación de voto, cinco minutos.
El señor Portavoz BURRIEL BORQUE: Señor Presidente. Señoras Diputadas, señores Diputados.
El camino de la historia se hace en muchas ocasiones con dificultad notable, sin duda alguna; sin embargo, debería ser sencillo el poder explicar y el poder saber con exactitud las posiciones que se tienen, en este caso, por cada uno de los grupos políticos.
Y las cosas son muy sencillas: aquí hay -y cuando digo «aquí» pretendo trascender los muros cerrados de la Aljafería- quienes están dispuestos mayoritariamente a que Aragón tenga lo que conocemos como autonomía plena y quienes no están dispuestos a que Aragón tenga la autonomía plena. Y no hay más cera que la que arde, no hay más razones ni más forma de explicarlo, así de sencillas las cosas y así de fáciles.
La autonomía plena -yo tuve ocasión de decirlo en esta misma tribuna- fue demanda colectiva y unánime de todos los Grupos Parlamentarios que aquí estamos. Cuando se habló de autonomía plena en la campaña electoral anterior, se habló de reformas competenciales, de reformas políticas, de reformas institucionales, y se habló por todos nosotros, y ése es el compromiso que cada uno de los grupos políticos aquí presentes adquirimos con la ciudadanía aragonesa. Esa es la realidad y ésa es la verdad, y no hay más verdad, y no hay, yo creo, ninguna otra cuestión.
Por supuesto que lo deseable hubiese sido un acuerdo que nos hubiese permitido a todas las comunidades autónomas, en el ejercicio de su legítimo derecho de autogobierno, abordar la reforma de sus estatutos; por supuesto que eso hubiera sido lo legítimo, lo bueno: que un acuerdo nacional contando con las comunidades autónomas hubiera posibilitado el que ese acuerdo se hubiese llevado a cabo. Pero éste no ha sido un acuerdo en esa dirección -hablo del acuerdo autonómico-, no es un acuerdo que vaya en esa dirección. Los pactos del ochenta y uno, desde luego, no posibilitaron tampoco la autonomía que se deseaba desde cada una de las comunidades, y Aragón es una muestra de ello, lo fue Andalucía, lo fueron otras comunidades. Hay comunidades que ya, incluso, la Legislatura pasada presentaron su propio texto de reforma de estatuto, que duerme el sueño de los justos en el parlamento nacional, en el Congreso de los Diputados; por ejemplo, Asturias, con el voto del Grupo Socialista. Aquí lo que hay que tener, efectivamente, es la misma postura desde el principio.
Yo creo que las cosas son, insisto, lo suficientemente claras como para que sepamos dónde estamos, por dónde hay que caminar, por dónde acabarán yendo las cosas, y lo demás, zarandajas; lo demás, obstáculos, evidentemente, obstáculos; lo demás, ambigüedades, evidentemente, ambigüedades; jugar en uno y en otro campo, no saber a qué se juega. Lo demás, dificultades. Lo que resta es la voluntad aragonesa por disponer de una autonomía plena, por tener un estatuto de autonomía reformado en toda su extensión y por poder acceder al autogobierno, ni más ni menos, que la Constitución permite. Ni más ni menos. Esa es la diferencia, ésa es la posición, ésa es la razón por la que nosotros hemos votado que sí a la pregunta, ciertamente difícil, que hoy era objeto de respuesta en esta cámara. Sépase también que nuestro voto a esa pregunta es también el voto a la autonomía plena de Aragón.
Gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Burriel.
Representante del Grupo Popular. Cinco minutos, señor Gimeno.
El señor Portavoz GIMENO FUSTER: Señor Presidente. Señoras y señores Diputados.
Creo que ha quedado manifiestamente claro con los votos afirmativos y con la abstención del Partido Socialista que la voluntad de esta cámara, la voluntad de los representantes del pueblo de Aragón, es el conseguir esa reforma de Estatuto que nos lleve a la autonomía plena.
Se deduce, yo diría que de las últimas palabras del interviniente del Partido Socialista, que prácticamente deja abierta una vía para conseguir ese objetivo que el 23 de abril manifestó multitudinariamente el pueblo de Aragón.
Pero voy a entrar a matizar algunas de las intervenciones y de las manifestaciones que se han realizado en esta tribuna. «Tenemos un texto -decía el Portavoz de Izquierda Unida-, ¿y para qué?». Pues miren ustedes, tenemos un texto -y lo ha manifestado el propio Grupo Popular- para trabajar sobre él y conseguir el consenso necesario para que esto salga adelante. «Tenemos -decía- el estatuto -refiriéndose al texto que ha elaborado la Comisión y que he recogido textualmente- de la Mesa de Partidos». No, señor Burriel, tenemos un texto que ha elaborado la Comisión especial de reforma del Estatuto de estas Cortes, no desviemos lo que ha sido trabajo de los representantes de esta cámara, de los dignos representantes de esta cámara, de los legítimos representantes del pueblo de Aragón.
Portavoz del PSOE, señor Arola, mire usted, yo creo que tengo que decírselo: me ha gustado su intervención, de verdad, me ha gustado simplemente por lo que yo he podido deducir de ella y que se lo he manifestado ya ahora en esta tribuna. Pero, mire usted, hacer alusiones a Mariano Rajoy no ha lugar, diciendo de las contradicciones en las que ellos se manifiestan... Reflexione y observe en sus representantes que las contradicciones son el pan nuestro de cada día, y echar las contradicciones en otros Grupos -que todos las tenemos en muchísimas ocasiones-, pero creo que los que se contradicen son, en la mayor parte de las ocasiones, ustedes; aciertan -éste es un criterio general que tenemos en el Partido Popular- cuando rectifican. Mire usted, esta cámara está representada por un número de Diputados, y quiero recordar que treinta y cuatro son más que treinta y tres, que el Partido Popular tiene diecisiete escaños, que junto con los del Partido Aragonés constituyeron un Gobierno que ganó, y ésta es la voluntad del pueblo de Aragón, simplemente, la voluntad, con un respeto, lógicamente, a los Diputados que ustedes tienen en esta cámara.
Quiero dejarlo perfectamente claro de nuevo ahora: el posicionamiento que el Partido Popular va a mantener en estas Cortes, en esta cámara, cumplido el compromiso de los pactos autonómicos, que creemos que han sido la puerta que ha abierto un proceso descentralizador que estaba cerrado, es el de sentarse a trabajar para conseguir la reforma del Estatuto que lleve a Aragón a conseguir la autonomía plena.
Gracias, Presidente.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Gimeno.
Representante del Grupo Parlamentario del Partido Aragonés. Señor Bolea, durante cinco minutos.
El señor Portavoz BOLEA FORADADA: Señor Presidente. Señorías.
El voto del Partido Aragonés ha sido un voto favorable, ha sido un «sí» al trabajo de la Comisión, entre otras cosas, porque si de la Comisión ha formado parte el Partido Aragonés, no íbamos a votar que «no», ¿verdad?, porque hemos hecho cada uno lo que hemos podido. Nosotros hemos votado a favor, y advirtamos que todos los artículos que hemos aprobado, el Partido Aragonés los ha votado todos, es decir, cómo vamos ni siquiera a abstenernos. Mire usted, si era tan neutra la votación, hay que votar «sí», deberíamos haber votado «sí» todos, porque todos hemos hecho, hemos trabajado, y yo creo que de acuerdo con nuestra propia voluntad, decimos «sí» a lo que todos hemos hecho.
Pero, entonces, ¿qué hemos conseguido? Este primer paso que va a dar pie al segundo, y el segundo es la presentación de una proposición de ley, que se va a presentar cuando los partidos quieran suscribirla; el Partido Aragonés está dispuesto a firmarla hoy mismo e invita al Partido Socialista a que la firme con nosotros, de modo que invitaciones, inmediatamente, yo las doy a todos. Y esa proposición de ley, naturalmente, no va a ser el texto definitivo, es una proposición que podrá enmendarse.
Ha habido una fase de la intervención del Portavoz del Partido Socialista, Alfredo Arola, que yo quiero resaltar, y ha sido cuando al final ha dicho que no quedaba cerrada la puerta a la esperanza; yo, ahí, quiero ver algo, porque, claro, quiero ver, por lo menos, una rendija que nos permita decir que hay algo detrás. Yo, quizás, ante esa manifestación, le voy a dar la solución o, por lo menos, voy a intentar facilitarle la solución.
Hay algún tema del trabajo que hemos hecho que no le gusta al Partido Socialista, que es, por ejemplo, el tema económico; muy respetable, o sea, muy opinable, es un tema muy opinable y discutible ciertamente. ¿No le gusta ese tema? Pues muy bien. Ese tema, cuando presentemos la proposición, o el Partido Socialista o cualquier otro partido con respecto a cualquier otro tema, si es que hay otros artículos que no nos gustan, diremos que ese tema no nos gusta, y no lo votaremos. Y esos temas no salen con dos tercios, y, por lo tanto, en el texto que se apruebe, el tema económico no alcanzaría el artículo al que afecta, no se aprobaría por dos tercios ese artículo, y, por lo tanto, ese artículo no pasaría. Pero los demás artículos, como por ejemplo el más neutro de todos, que es la definición de Aragón como nacionalidad, en el que estamos todos de acuerdo, me parece a mí, por lo menos, los aragoneses de a pie, pues éste no tiene contraindicaciones, y lo votamos; y como éste, los que sean. Y si hacemos esto, a lo mejor llegamos al estatuto posible.
Por lo tanto, yo invito a todos los partidos -y termino, señor Presidente- a que a partir de ahora seamos capaces de continuar en nuestras deliberaciones, presentar conjuntamente una proposición, que sea posible su enmienda, y que también sea posible enmendarla en Madrid. Yo no digo que en una segunda visión en Madrid no se pueda enmendar, lo que he dicho es que si de aquí, de Aragón, sale un estatuto de plena autonomía, si en Madrid se cargan el estatuto de plena autonomía, naturalmente, temblaría el sistema democrático, si se lo cargan en su totalidad; ahora, si hay alguna reforma... Pero la experiencia nos demuestra que los estatutos que han salido de Cataluña o del País Vasco no han tenido ninguna reforma en Madrid; tal como se aprobaron en Cataluña y en el País Vasco, así salieron de Madrid. Espero que Aragón no sea una excepción.
Y nada más, señor Presidente, sólo agradecer la tolerancia que ha tenido con este Portavoz del Partido Aragonés, y reitero nuestro voto, que seguirá siendo favorable a que Aragón tenga un estatuto de plena autonomía.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Bolea. El representante del Grupo Socialista, para explicación de voto durante cinco minutos.
El señor Diputado MARCO BERGES: Gracias, señor Presidente. Señoras, señores Diputados.
El sentido del voto socialista esta mañana en este pero que muy extraño acto parlamentario es un tanto difícil de explicar por parte de este portavoz, no en vano, quizás, esté personalmente en la primera de las situaciones políticas en donde desde un grupo político tan mayoritario, de treinta Diputados, estamos votando por la abstención.
Si se nos hubiera preguntado esta mañana si los ocho Diputados han cumplido con el encargo de estas Cortes de Aragón -y han realizado un trabajo, y han acudido a las reuniones, y cada uno ha expuesto democráticamente cuáles eran sus puntos de vista-, racionalmente, tendríamos que haber dicho que sí, que fueron, que trabajaron y que lo hicieron. Pero el primer interrogante que tenemos es si de verdad hacía falta esta mañana esta votación para llegar a tan pequeña conclusión. ¿Quién tenía duda en este parlamento de que alguno de los ocho representantes de estas Cortes no iba a cumplir con su obligación? Yo pienso que todos estábamos pensando que iban a cumplir con esa obligación. Por eso, por lo menos en el subconsciente, vamos teniendo la duda de si no será que alguno de los cuatro partidos en estas Cortes lo que quería era justificar con la votación de esta mañana alguna posición política de difícil justificación.
Pero déjenme pasar hoja, y si examinamos el contenido, los socialistas podríamos hacer esta mañana un tremendo esfuerzo mental, podríamos decir que vamos a olvidarnos absolutamente de todas las razones que brillantemente ha mostrado Alfredo Arola para plantearse frente al trabajo y al producto final que se ha elaborado. Aunque quisiésemos olvidar, en segundo lugar, que prácticamente en su totalidad este texto ya está situado en el Congreso de los Diputados y presentado con una firma de un Diputado, en este caso concreto de un Diputado del Grupo PAR, y sabemos la suerte que está corriendo en ese proceso. Aunque también, y en tercer lugar, quisiésemos olvidar el artículo 48, el nuevo, el que aparece articulado como nuevo, donde se le pasa a Pujol -pienso que por la derecha- el atrevimiento de hablar hace siete días de recaudar el IRPF, solamente el IRPF. Y aquí se han oído, y también en el resto del país, comentarios tremendamente fuertes de que eso no era solidario, de que eso era una locura para todo el país. Nosotros, en el artículo 48, no nos ponemos al punto de o al borde de lo constitucional, estamos planteando un sistema de financiación directamente confrontado con lo establecido en la Constitución.
Y aunque quiera olvidar todo eso, no puedo olvidar que hace cuarenta y ocho horas un miembro de este Gobierno acaba de decir que el intento de recaudación del IRPF por el señor Pujol es una barbaridad para nuestro territorio, y lo ha dicho un miembro de este Gobierno, y ha aparecido transcrito en los medios de comunicación. Aunque quiera olvidar esas tres premisas, no podría también olvidar que siete artículos -no digo broma, estoy diciendo siete artículos del texto elaborado- están confrontados directamente con la Constitución o con decisiones del Tribunal Constitucional, siete artículos. Y como va a llegar el momento en que lo vamos a discutir, en el fondo y en profundidad, allí veremos cuáles son los siete artículos que quiero dejar perfectamente señalados.
Aunque todo ello no hubiera sido de este modo, los socialistas difícilmente, muy difícilmente esta mañana podríamos haber votado afirmativa o negativamente. Porque, señoras y señores Diputados, este documento no ha entrado en el Registro de la cámara, este documento no es conocido por la Mesa ni por la Junta de Portavoces; este documento, reglamentariamente hablando, no existe, y, en consecuencia, del documento que no existe difícilmente podemos votar en afirmativo o en negativo, simplemente no podemos votar.
Pero aprovechando el punto de racionalidad de querer situar la abstención ante la imposibilidad del voto afirmativo o negativo en esta mañana, me gustaría dejar en esta cámara dos reflexiones. Una primera, sobre el consenso. Con toda sinceridad, una ley básica, una ley orgánica, una ley tan fundamental como es el Estatuto no se puede hacer contra nadie, no se puede hacer contra el partido mayoritario en esta tierra, no se puede hacer; tampoco se puede hacer contra el Partido Socialista, porque al final -y algunos de ustedes hablaban de la verdad- de todo el ascenso, paulatinamente iniciado desde 1975, llegamos, sin ninguna duda, a la cima, a la utopía; llegamos, y nos costó un esfuerzo tremendo, porque muchos de nosotros vamos a dejarnos las pestañas por la conformación de un estado federal, si así nos lo permite la Constitución, o poniendo todos los mecanismos para conseguirlo. Hemos de llegar en este país a tener un mismo techo para las diecisiete comunidades autónomas de España.
Pero para eso, déjenme que les haga un paréntesis, déjenme que les diga que esta mañana no quiero medir y pesar la legitimidad de los distintos partidos a la hora de hablar de autonomía. Los socialistas arrancamos en esa ascensión con los primeros; los socialistas, en diez años aquí, en Aragón, hemos sido directamente responsables de pasar de los dos mil quinientos millones de pesetas de presupuesto, de presupuesto de esta Comunidad, con Santiago Marraco, a, si ustedes nos dejan, más de doscientos mil con los pactos autonómicos. No somos los únicos responsables...
El señor PRESIDENTE: Señor Marco.
El señor Diputado MARCO BERGES: ... tenemos nuestra alícuota parte de responsabilidad...
El señor PRESIDENTE: Señor Marco, vaya terminando, porque ha consumido el tiempo en exceso.
El señor Diputado MARCO BERGES: Lo intento.
Nosotros tenemos la legitimidad que poseemos a la hora de hablar de autonomía en esta Comunidad, estamos dispuestos a considerar el documento de trabajo que se nos ha presentado como sólo eso: como un documento de trabajo, para nosotros realizado más desde el rencor que desde el entendimiento. No podemos entender, señoras y señores Diputados, ni podemos aceptar que quien ostenta la representación ordinaria del Estado en Aragón se manifieste en la calle, en Madrid, delante o contra instituciones democráticas del Estado.
Y la última reflexión, para acabar, tiene algo que ver con lo que estamos planteando hoy, con el futuro inmediato de esta autonomía, de Aragón, y del poder político, económico e institucional de esta Comunidad. Decirles a todos que, gracias al sentido de la responsabilidad, de la visión del Estado, y al compromiso constitucional, el Partido Popular y nosotros, los socialistas, hemos acordado hacer todo lo posible para traer a esta Comunidad treinta nuevas competencias que sitúan a esta región en el primer plano competencial. Y esto ha sido fruto de un acuerdo y de un consenso que se ha hecho pensando en Aragón y en España, y por eso no es un acuerdo perfecto, faltan algunas cosas en esos acuerdos; por eso, existen puertas, resquicios a la esperanza, una vez solucionado todo el paquete competencial planteado en los acuerdos autonómicos, que no serán tan malos. Esto lo digo para algunos Diputados de esta cámara, sobre todo para los que no callan cuando hablamos los socialistas, y ellos siguen hablando y hablando, aunque en las elecciones suelen hablar menos, y les suele ir así, y seguiremos viendo.
Me gustaría dejarles una reflexión para esta noche: tan malos son los pactos autonómicos que han sido aceptados absolutamente por todos los partidos, absolutamente digo, por los independentistas canarios también, por los regionalistas en Valencia también, por los cántabros también, por las fuerzas en Galicia, absolutamente por todas las fuerzas políticas, por todos los partidos políticos, incluso los regionalistas. Los presupuestos los vamos a multiplicar, los funcionarios se van a multiplicar (rumores), pero ahora va a venir la gran pregunta...
El señor PRESIDENTE: Señor Marco, contráigase a la materia y termine, por favor.
El señor Diputado MARCO BERGES: Vale.
La gran pregunta se la dejamos para la semana próxima: nuevas competencias -podemos llegar al colmo de la locura- van a ser aceptadas en esta Comunidad.
Finalizo planteando: si estamos por la labor de construir, de mejorar, de ponernos a trabajar, contad con los socialistas, pero no contéis con los socialistas ni para deshacer el Estado, rompiendo la unidad económica de este pueblo, ni para deshacer la paz y la seguridad democrática y, sobre todo, tampoco para controlar o injerirse en la autonomía de los ayuntamientos, sustituyéndolos por un nuevo centralismo, y estoy pensando en apuntes de ordenación del territorio. Tengámoslo todos en cuenta, Gobierno y resto de la oposición, Diputados y aragoneses de a pie: aquí está la mano tendida del Partido Socialista, de la mayoría de los representantes aragoneses, y tanto si la aceptáis como si no, vamos a seguir trabajando por Aragón, para construir esta tierra en un Estado democrático. Esa es nuestra responsabilidad.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Marco.
Agotado el primer punto del orden del día, pasamos al segundo. Debate de totalidad del proyecto de ley por el que se crea el Instituto Aragonés de la Mujer. Para la presentación del proyecto de ley, un miembro de la Diputación General tiene la palabra durante quince minutos. El señor Biel tiene la palabra.