Intervinienen: Mihi Tenedor, Encarnacion - Lacasa Vidal, Jesus - Bernal Bernal, Chesus - Costa Villamayor, Montserrat - Cristobal Montes, Angel
El señor PRESIDENTE: Damos comienzo a la sesión plenaria. [A las diez horas y diez minutos.]
Señorías, si me permiten, antes de comenzar la sesión plenaria, interpretando sin duda el sentir de la cámara, quiero expresar en voz alta nuestro sentimiento de dolor por el fallecimiento del conductor del autobús Jesús Sánchez Martínez, fallecido ayer en Madrid como consecuencia de las graves heridas que le produjo la explosión del último coche-bomba de la banda terrorista ETA, que puso en Madrid el pasado 30 de octubre, atentado en el que murieron el magistrado del Tribunal Supremo, don José Francisco Querol; su escolta, el policía nacional Jesús Escudero García, y el chófer Armando Medina.
Desde aquí, deseamos trasladar a la familia del conductor del autobús, don Jesús Sánchez, la expresión de nuestros mejores sentimientos de condolencia, al tiempo que reiteramos nuestra condena y desprecio hacia los criminales de ETA, y apostamos por la palabra y el diálogo como instrumentos imprescindibles y válidos en la tarea de reconstruir una sociedad solidaria y en paz.
Haciendo uso, precisamente, del diálogo y de la palabra, vamos a dar comienzo a nuestra sesión plenaria.
Advierto a las señoras y señores diputados de que figuraba en el orden del día una pregunta del diputado del Grupo Popular don José Urbieta Galé, concretamente la pregunta 461/00, que ha sido retirada del orden del día.
El primer punto es el debate y votación sobre la toma en consideración de la proposición de ley ante las Cortes Generales de reconocimiento de efectos civiles del matrimonio celebrado conforme al rito gitano, que ha sido presentada por el Grupo Parlamentario Socialista.
Para la presentación y defensa de la proposición de ley, tiene la palabra el portavoz del Grupo Socialista. En este caso, la portavoz señora Encarna Mihi.
Proposición de ley ante las Cortes Generales de reconocimiento de efectos civiles del matrimonio celebrado conforme al rito gitano.
La señora diputada MIHI TENEDOR: Gracias, señor presidente.
El Grupo Parlamentario Socialista tiene el honor de presentar la proposición de ley de reconocimiento de efectos civiles del matrimonio celebrado conforme al rito gitano, para su remisión a la Mesa del Congreso de los Diputados, tras su aprobación, si procede, por esta cámara.
Señorías, la especificidad de la comunidad del pueblo gitano no es reconocida como una más de las muchas que componen la sociedad: se tiende a presentarlos como diferentes y, en consecuencia, a rechazar esa diferencia como negativa y excesiva, en lugar de incorporarla en condiciones de igualdad en una sociedad que ya es heterogénea en muchos otros aspectos.
A pesar de ser un colectivo numéricamente importante, la discriminación hacia el pueblo gitano ha sido y es constante y universal. Una de las formas de agresión complementarias en todas las épocas y en todos los países ha sido la de negarles la existencia y el derecho a la misma de una cultura propia diferenciada y diferenciadora, sumando a la represión étnica y socioeconómica la cultural, con un propósito erradicador de las tradiciones, valores, costumbres, lengua e historia oral, que les identifica como pueblo y que han venido manteniendo los gitanos a través del tiempo y las dificultades.
Los gitanos llegan a España aproximadamente en el año 1425, antes incluso de su constitución como Estado, soportando desde entonces una lamentable historia de represión y dolor. España, desde los Reyes Católicos, ha dejado al pueblo gitano el doloroso legado de la galera forzada, la prisión injusta, el destierro, las Pragmáticas a partir de 1499 e, incluso, la muerte por hablar romaní.
La cultura gitana, a lo largo de ese mismo tiempo, ha sido más generosa con sus opresores, aportando y dejando su huella en la cultura común (literatura, música, arte), pero la aportación más importante ha sido la de sobrevivir a todas las adversidades, en donde ha sido fundamental el papel de la mujer gitana como transmisora de valores y costumbres, estando vigente entre el pueblo gitano como la suma y compendio de sus valores y tradiciones, que alcanzan entre los gitanos rango de ley, el mismo rango que tienen las leyes entre nosotros, los payos.
A los gitanos todavía les queda un largo trecho que recorrer en el camino del reconocimiento de sus derechos como ciudadanos, de su identidad como pueblo y en la consecución del respeto a su cultura.
Aproximadamente, setecientos mil españoles son gitanos, siendo estadísticamente la minoría mayoritaria, sin que la atención y dedicación de la clase política a sus problemas, a no ser en circunstancias coyunturales, se corresponda con su número, y cuando esa atención y dedicación se efectúan o prestan, se hacen desde el principio de la superioridad étnica y cultural del prestatario, desechando y negando a menudo las posibilidades y la capacidad de intervención de los gitanos en las decisiones que tienen que ver con su propio destino, y diseñando y poniendo en práctica, en suma, políticas para los gitanos, pero sin los gitanos.
Hoy ya, en el nuevo milenio, es tiempo de abordar y reparar las injusticias cometidas con las minorías como contribución a la convivencia en igualdad de todas las personas, de todas las comunidades y de todas las etnias.
Del manifiesto del Defensor del Pueblo de España y los comisionados parlamentarios autonómicos, entre los que se encuentra el Justicia de Aragón, en apoyo de los derechos del pueblo gitano, de 4 de marzo de 1999, citar las siguientes manifestaciones y recomendaciones que se hacen en ese manifiesto: «Que la Constitución española del 1978, al garantizar a todas las personas, también a las de etnia gitana, la plena ciudadanía, la igualdad y la no discriminación por motivos de raza, establece los fundamentos de una convivencia democrática, respetuosa con la pluralidad y con las identidades de referencia de los distintos grupos, comunidades y pueblos».
«Que en aplicación de los principios constitucionales, la comunidad gitana y todas aquellas que a lo largo de los siglos han compartido la historia de España deben verse libres definitivamente de toda forma de rechazo, así como de cualquier intento de asimilación impuesta.»
«Que tanto las instituciones públicas como las organizaciones sociales promuevan iniciativas para estimular actitudes de concordia y convivencia. Estas son imprescindibles para que la reparación de injusticias históricas cometidas contra determinados pueblos y etnias supere las formulaciones retóricas y se concrete en realidades tangibles.»
«Que los sistemas de transmisión cultural, la familia, el sistema educativo, los medios de comunicación, etcétera, sean especialmente cuidadosos en superar prejuicios y estereotipos negativos y en fomentar el acercamiento a los valores de otras identidades y culturas como las de los gitanos.»
Con estos objetivos de concordia, convivencia y acercamiento a otros valores y culturas, presentamos la proposición de ley de reconocimiento de efectos civiles del matrimonio celebrado conforma al rito gitano, fundamentándola, entre otros, en los siguientes motivos: el matrimonio, según el rito gitano, tiene su origen en la propia cultura del pueblo gitano, y su conservación y mantenimiento a lo largo de los siglos evidencian el arraigo de sus tradiciones y es buena muestra del respeto que ese pueblo tiene hacia la institución matrimonial.
El rigor, la seriedad y la constancia en la práctica de esta singular forma matrimonial, rodeada de las necesarias garantías según sus propias creencias, han permitido al pueblo gitano mantener viva su tradición y la vigencia de este rito, a pesar de todos los cambios culturales, sociales y políticos por los que ha pasado a lo largo de su historia en España y aun de las crisis que, de modo particular, han afectado y afectan a la institución matrimonial y a la familia contemporánea.
La constante aspiración a la progresiva integración social del pueblo gitano puede experimentar un buen avance con el reconocimiento de los efectos civiles del matrimonio celebrado según la forma o rito gitano, con todas las garantías que imponen las normas civiles españolas.
Con esta ley se viene a saldar una deuda histórica de nuestra sociedad con los miembros del pueblo gitano en España y, al mismo tiempo, puede ayudar a futuras aproximaciones en su aconsejable y progresiva integración en la sociedad española contemporánea, que habrán de resultar beneficiosas para toda la sociedad en su conjunto.
El matrimonio, como la familia, es una institución natural a la que el Estado dota de unos efectos civiles determinados en busca de la mayor estabilidad social. Parece, así, justo que el acreditado aprecio que por matrimonio y la familia han expresado siempre los gitanos tenga un merecido reconocimiento por parte del Estado español, admitiendo su plena validez y dotándolo de los efectos civiles que otras formas matrimoniales tienen en el ordenamiento jurídico español.
El reconocimiento de efectos civiles al matrimonio gitano no produce quiebra alguna en el sistema matrimonial español. Por el contrario, aporta elementos de seguridad jurídica especialmente en el tráfico inmobiliario, al dotar de fuerza legal a un rito al que muchos miembros del pueblo gitano se mantienen fieles, con la creencia, incluso, por su parte de que tal matrimonio es válido y eficaz a todos los efectos.
Obviamente, en esta forma de celebración habrá de salvaguardarse la normativa civil, sustantiva y registral que regula el matrimonio en España, como emanación de un ordenamiento al que el pueblo gitano está sujeto en igualdad con el resto de los españoles.
Tratando de respetar al máximo la libertad del pueblo gitano, técnicamente se ha acudido a un sistema de convalidación del matrimonio ya celebrado bajo el rito gitano que cumple perfectamente con el sistema de control judicial establecido en la legislación española.
Resulta curioso comprobar cómo el papel que en los matrimonios del rito gitano juega la adjuntadora, investida de autoridad ceremonial por el uso y la costumbre, viene a ser parecido al que desempeña en los matrimonios civiles los concejales o el alcalde de cualquier municipio.
De la misma forma, conviene señalar frente a posiciones proteccionistas o con pretensiones tutelares sobre el papel de la mujer en la sociedad gitana y, fundamentalmente, como sujeto activo del matrimonio, que es necesario transformar el rol pasivo de la mujer gitana, doblemente subordinada y marginada por su condición de gitana y de mujer, aun reconociendo el importante calado del papel jugado por las mujeres gitanas en la tutela y desarrollo generacional y sociocultural del pueblo gitano.
Respecto al procedimiento utilizado para presentar esta proposición de ley, efectuamos las siguientes consideraciones: es obvio que al ser la materia que se pretende regular en esta proposición de ley (Registro Civil) competencia de la Administración general del Estado, los aspectos legislativos de la misma dependerán parlamentariamente de las Cortes Generales.
Según la Constitución, la iniciativa legislativa puede corresponder al Gobierno, a un Grupo Parlamentario del Congreso, a la iniciativa legislativa popular y a los parlamentos regionales.
El Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso podría haber planteado en ese ámbito esta reforma legislativa que hoy proponemos aquí. Pero dada la naturaleza del asunto, la iniciativa legislativa por parte de las Cortes de Aragón supone el ejercicio de un derecho constitucional, refuerza el grado de autonomía política de nuestro parlamento, pone de manifiesto el interés de Aragón en cuestiones que afectan a una parte de la sociedad española, despoja de partidismo la iniciativa, puesto que al aprobarla pasa a ser iniciativa de las Cortes de Aragón, y no de un Grupo Parlamentario. Y da opción a todos los representantes del pueblo aragonés en esta cámara a debatir sobre este asunto, lo que refuerza el carácter democrático de la decisión, ya que no todos los partidos de nuestra asamblea regional están presentes en el Congreso de los Diputados.
Por todas las razones expuestas y, fundamentalmente, por el avance de la integración de los miembros del pueblo gitano, que la aprobación de la proposición de ley facilitará, pedimos a todos los Grupos Parlamentarios del parlamento aragonés el voto favorable a esta proposición de ley.
Muchas gracias. [Aplausos de los diputados del Grupo Parlamentario Socialista.]
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Mihi.
Para fijar posiciones, los Grupos Parlamentarios tienen ahora la palabra.
En primer lugar, por la Agrupación de Izquierda Unida, su portavoz don Jesús Lacasa.
El señor diputado LACASA VIDAL: Muchas gracias, señor presidente.
Señorías.
Desde Izquierda Unida queremos felicitar sinceramente la iniciativa que ha tenido el Grupo Socialista esta mañana de traer esta proposición de ley de reconocimiento de efectos civiles del matrimonio celebrado conforme al rito gitano. Y, en particular, queremos también felicitar la intervención de la portavoz doña Encarna Mihi, porque creo que ha dicho lo sustancial que había que decir en esta materia y con lo cual nuestro Grupo coincide plenamente.
Creo que cuando hablamos -la proposición habla de «integración»- de un pueblo que ha convivido y que sigue conviviendo con nosotros durante centurias, estamos hablando no de una relación de unos pocos años, de unas pocas décadas: hablamos de cientos de años de presencia del pueblo gitano en este solar, que es «las Españas», por así decirlo, con un decantado histórico, como todos sabemos, muy complejo, pero que tiene presencia también en otros países de la Unión Europea, en otros países del mundo, este pueblo que ha mantenido sus costumbres.
Cuando hablamos, por lo tanto, de integración, nosotros lo hacemos siempre desde la óptica, por supuesto, del respeto de todos los derechos humanos, para hombres y mujeres, pero también desde el entendimiento de que integración no es uniformación, no es hacer una tabla rasa y pedir una sumisión completa a las pautas dominantes en una sociedad, sino que es respeto también a las pautas culturales que se han ido estableciendo y decantando, y mantener ese sentido y ese sentimiento puede tener mucho de lógico.
Y también favorecer mucho la incorporación de los hombres y las mujeres del pueblo gitano a la actuación social, y, por lo tanto, esto creo que va a redundar, sin duda, en un sentimiento de proximidad y cercanía y, a veces, de rompimiento de barreras entre quienes hemos vivido mucho tiempo juntos, pero a veces no demasiado bien entendidos.
Creo que tenemos una deuda con ese pueblo que ha sido minusvalorado, menospreciado en muchas ocasiones, que soporta y ha soportado muchos estigmas, y yo creo que debemos buscar otras formas de aproximación. Y una forma de aproximación perfectamente legítima puede ser esta proposición de ley, en la cual se reconozca que no hay un único patrón, que el matrimonio puede tener diversas formas, como de hecho en este Estado ya las tiene: diversas formas desde el punto de vista religioso, diversas formas desde el punto de vista civil, y también distintas formas desde el punto de vista de un rito tan especial como el matrimonio gitano. De la misma manera que la familia ya no es el modelo y el patrón típico de familia que había sido hasta ahora, sino que la familia tiene una acepción mucho más amplia y más plural en la sociedad de fin de siglo y ya de comienzos del siglo XXI.
Por lo tanto, señorías -y con esto termino-, somos favorables a que esta proposición de ley se tome en consideración y somos favorables a que esta proposición de ley de convalidación de efectos civiles del matrimonio gitano pueda desarrollarse y pueda presentarse ante el Congreso de los Diputados, para que, lógicamente, se tramite en esa cámara y, finalmente, pueda ver la luz con un acuerdo y una decisión de las Cortes Generales.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Lacasa.
Por el Grupo Parlamentario Chunta Aragonesista, el señor Bernal tiene la palabra.
El señor diputado BERNAL BERNAL: Gracias, señor presidente.
Señorías.
En más de una ocasión nos han visto en esta cámara defendiendo el derecho a la diversidad, defendiendo la necesidad del respeto a la diferencia y defendiendo las manifestaciones, las diversas manifestaciones culturales fundamentalmente que de ello se derivan.
Pues bien, hay que reconocer que todas las culturas tienen aspectos criticables y aspectos positivos, pero todas ellas disponen de manifestaciones que reflejan fundamentalmente la dignidad y la manera de entender la vida. A lo largo de toda la historia de las culturas, ésa es la conclusión y el denominador común de todas ellas.
Y, en ese sentido, yo creo que el pueblo gitano es uno de los pueblos que con más insistencia ha mantenido sus ritos, sus maneras de entender la vida, sus manifestaciones, sus maneras de relacionarse. Y en ese sentido, yo creo que a lo largo de los siglos en que el pueblo gitano comparte esta tierra con nosotros, poco a poco se van dando manifestaciones, poco a poco se van dando pasos adelante en una integración social, que siempre nos parecerá poca, pero al mismo tiempo esa integración social siempre habrá de mantener el respeto, la tolerancia y el favorecimiento de cauces que, al mismo tiempo que faciliten esa integración, permitan el respeto y la conservación de determinados ritos y de determinadas maneras de comportamiento.
En ese sentido, no voy a abundar en aspectos que ya ha indicado, yo creo que con suficiente consistencia, la señora Mihi, y he de anunciar que vamos a votar a favor de la toma en consideración de esta proposición de ley para su remisión a la Mesa del Congreso de los Diputados.
Nosotros entendemos, no obstante, que la cuestión fundamental que va a atañer desde un punto de vista jurídico a esta iniciativa es lo que ello conlleva de salvaguardar la normativa civil que en estos momentos existe entorno al matrimonio en España.
Para afrontar lo que la señora Mihi ha llamado «esa especie de convalidación del matrimonio celebrado conforme al rito gitano», para que tenga los mismos efectos civiles que el matrimonio regulado que conocemos, sí que es cierto que no puede llevarse a cabo sin la reforma y adaptación de la correspondiente normativa, esto es, los artículos del Código Civil que se refieren a la forma de celebración del matrimonio (son los artículos 49 y siguientes); los artículos relativos a su inscripción, contenidos, por un lado, en la Ley del Registro Civil (artículo 69 y siguientes), y los contenidos en el Reglamento del Registro Civil (los artículos 238 y siguientes).
Todos esos textos legales únicamente prevén la celebración e inscripción del matrimonio civil ante juez, alcalde u otro funcionario, y el matrimonio celebrado en la forma prevista por una confesión religiosa inscrita.
Por ello, nosotros entendemos que sería deseable el avance, el reconocimiento de efectos civiles del matrimonio celebrado conforme al rito gitano; entendemos que es asumible por esta cámara empujar esta iniciativa; entendemos que es asumible que llegue al Congreso de los Diputados, y que esta cámara (el Congreso de los Diputados) la asuma en su contenido y en su finalidad. Y, en consecuencia, procede apoyar esta iniciativa y van a contar con nuestro apoyo.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Bernal.
En nombre del Grupo Parlamentario del Partido Aragonés, tiene ahora la palabra la diputada doña Monserrat Costa.
La señora diputada COSTA VILLAMAYOR: Gracias, señor presidente.
Señorías.
La Constitución española de 1978 proclamó en su artículo 14 la igualdad de todos los ciudadanos. El Gobierno español, en el Consejo de Ministro de 11 de enero del setenta y nueve aprobó un Real Decreto de creación de una Comisión interministerial para el estudio de los problemas que afectan a la comunidad gitana. Constituye la primera legislación en favor de los gitanos en los quinientos años de su permanencia en España.
Felipe González ha sido el primer presidente que en su discurso de investidura nombró positivamente a los gitanos. Y el Pleno del parlamento español, tras un emocionado discurso del diputado gitano Juan de Dios Ramírez Heredia, aprobó el 3 de octubre del ochenta y cinco la creación de un órgano administrativo de atención a la comunidad gitana y de un Plan nacional de desarrollo gitano.
Hoy, ante la proposición de ley presentada por el Partido Socialista de reconocimiento de efectos civiles del matrimonio celebrado conforme al rito gitano, estas Cortes de Aragón dan un paso más a favor de la integración de los gitanos, pero salvaguardando su cultura, ritos y tradición, y dentro de nuestras competencias, como ha explicado perfectamente en su intervención la señora Mihi, portavoz del Partido Socialista.
Los valores máximos de la cultura gitana giran entorno a la familia: la solidaridad familiar, la defensa mutua, la preocupación por los hijos, el respeto a los padres y ancianos.
Con todo el problema que hoy tenemos en Aragón con las personas mayores, el Alzheimer, etcétera, ¿alguien ha visto en una residencia de válidos asistidos un anciano gitano? Si ha sido así, excepcionalmente. En este momento, que hablamos de boda, principio de la familia, mi reconocimiento como diputada de estas Cortes de Aragón al comportamiento de ellos con sus mayores.
La ceremonia de la boda gitana no tiene implicaciones de tipo religioso, pero sí una gran significación moral. Suele realizarse a primera hora de la tarde, y de mayo a octubre, esto es, en los meses ya cálidos y claros.
Hace unos años tuve el privilegio de ser invitada a una boda de rito gitano. Es algo excepcional la invitación a los payos. Debía ser una familia de altura económica. Había muchísimos gitanos, bellamente vestidos, pertenecientes a distintas familias y linajes, lo que llaman «la parentela». La hospitalidad y generosidad de que hacen alarde en ese momento es extrema, es maravillosa. La novia, como es habitual, llegó con un vestido blanco, sencillo. La ceremonia se celebraba en un solar al aire libre, al lado del casino en Huesca. En un extremo habían colocado unas cañas con unos trapos caídos, donde penetraron, con la gitana joven vestida de blanco, unas gitanas mayores para hacer lo que consideraban «la prueba», la prueba de la virginidad. A mí eso no me parece correcto, y lo tengo que decir, de verdad, lo tengo que decir; me parece muy bien el rito, pero eso habría que sustituirlo mientras no pudiéramos tener otra prueba para el hombre similar. [Risas.]
Una de las gitanas, que llaman «ajuntaora», es la que realiza la prueba; mientras, alrededor, otras gitanas cantaban canciones bellísimas (las alboreas o canciones de boda).
Me contaron -yo eso no lo presencié- que la ajuntaora, cuando termina el acto, jura tres veces y dice: «Juro a los muertos de la que si no está de acuerdo en lo que se ha hecho, no lo dice ahora». Yo eso no lo vi, pero sí vi el pañuelo con las manchas rojas; en algunas zonas lo llaman «el pañuelo de las cuatro rosas rojas».
Después, la novia había abandonado su traje blanco y salía con un traje bellísimo, con muchos adornos, collares, cintas y una corona en la cabeza de flores. Al salir, la elevaron unos gitanos y la bailaron en unos círculos rápidos, concéntricos, y al novio también. Ella se quitaba la corona, se la colocaba al novio y la volvía a recuperar. Mientras, otras gitanas echaban peladillas blancas y rosas muy grandes, que los niños iban recogiendo.
Y ¡bueno!, tengo que decir que fue una de las ceremonias más hermosas que yo he presenciado nunca.
Era ya bien entrada la noche cuando se quedaron allí; después, el baile se amplió, nos dieron un licor a beber, se cantó flamenco, las guitarras sonaron, y cuando me iba a mi casa, realmente pensaba que valía la pena haber asistido.
Desde luego, me van a perdonar que haya plasmado este recuerdo en esta presentación de la ley, hoy, que la presenta el Partido Socialista, que, desde luego, el PAR la va a apoyar.
Muchas gracias, señorías.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora diputada.
Es ahora el turno del Grupo Parlamentario Popular, que tiene la palabra. Su diputado don Ángel Cristóbal Montes, cuando quiera.
El señor diputado CRISTÓBAL MONTES: Señor presidente.
Señoras y señores diputados.
Mis primeras palabras quiero que sean de extraordinaria claridad, para evitar malentendidos y para evitar distorsiones: el Grupo Parlamentario Popular y el Partido Popular no tienen, absolutamente, ningún prejuicio racista de clase alguna.
Los gitanos son españoles, igual que todos y cada uno de nosotros; tendrán cada uno, como cada uno de nosotros, libertad de profesión religiosa o de no tener ninguna, y, desde luego, están plenamente amparados, como todos y cada uno de los españoles, por el artículo 14 de la Constitución.
En consecuencia, nada de lo que diga implica ningún juicio adverso frente a la comunidad gitana, ninguna minusvaloración -sería absurdo, sería anacrónico, sería impresentable, sería irracional, no por nuestro Grupo, sino por cualquiera que asumiera una postura de ese tipo- ni implica ninguna minusvaloración.
El pueblo gitano, largamente asentado en estas tierras, como en otras tierras de Europa, aunque no en América, porque las leyes de Indias prohibieron que los gitanos viajasen a América (prohibición absurda). Asentado en España desde hace muchos siglos, igual que en el resto de Europa; de oscuros orígenes, durante mucho tiempo se les llamó «egipciacos», porque se pensaba que venían de Egipto, aunque hoy se sabe que no vinieron de Egipto, posiblemente vinieron de las faldas del Himalaya, del norte de la India, igual que vinimos todos, porque los pueblos europeos somos descendientes de los indoeuropeos, nuestros antecesores, que vinieron del norte de la India, de las faldas del Himalaya... Pero, en fin, sea cual quiera su origen, su procedencia, su larga estancia en España, su acreditada y respetable personalidad en todos los órdenes (humana, cultural, social, familiarmente), hacen innecesaria cualquier alegación en torno a la idea de que se pueda tener algún tipo de prejuicio (que no los tenemos), algún tipo de valoración adversa, o algún tipo de intento de marginación (que no la hay ni remotamente).
Ahora bien, señores diputados, una cosa es no querer discriminar, no saber, no poder discriminar; una cosa es no querer herir, ni siquiera con el vuelo de una pluma, al colectivo romaní, al pueblo gitano; una cosa es el pleno respeto a la personalidad humana, social, cultural y colectiva de ese pueblo, y otra cosa distinta es jugar con las normas, particularmente distinta.
Se les puede y se les debe reconocer todo a lo que tengan derecho, y no creo que nadie en este país y en estos momentos se atreva a negar ningún derecho al pueblo gitano; lo que no puede es dársele premios, jurídicamente, cuando esos premios no estén justificados. Y trataré de explicar lo que digo.
Yo, cuando subo a esta tribuna y cuando me enfrento al texto de la proposición de ley presentada por el Grupo Socialista, curiosamente, lo primero que me viene a la cabeza es algo que ya dije en esta tribuna hace bastantes meses: el Grupo Socialista no ha elaborado esta proposición de ley, lo saben ustedes perfectamente. Yo, en su día, tuve fotocopia de la iniciativa cuando se la remitió al Grupo Socialista, con el membrete de una determinada persona, que es la misma persona que les vendió otra proposición de ley, y que el Grupo Socialista simplemente se ha limitado a darle trámite, acogiendo por buenas unas consideraciones de un jurista muy respetable, pero que es un jurista y no es un político, y desde luego no es el representante, ni tiene por qué ser el motor del Grupo Parlamentario Socialista. Por lo tanto, mi primera reacción es de sorpresa completa.
Si la ley va a tener vigencia, si esta proposición de ley llega a Madrid -como llegará- y se aprobase en Madrid -como no se aprobará-, pero si se llegara a aprobar, tendría vigencia por obvias razones en toda España. Entonces, ¿por qué la presentan ustedes en Aragón? Si es una materia -y su portavoz lo reconocía hace un momento-, si es una materia netamente estatal, porque atañe al matrimonio, a una de las formas de matrimonio, y por Constitución, eso está atribuido al Estado, ¿por qué lo presentan ustedes en Aragón? ¿Alegando, simplemente, que las comunidades tenemos la posibilidad de presentar iniciativas parlamentarias? Desde luego que sí, pero eso es, en buena lógica y con buen sentido, para temas que aunque sean de aprobación estatal atañan a la comunidad.
Pero, ¿ustedes creen que el reconocimiento de la forma matrimonial de los gitanos por el Estado atañe a la Comunidad de Aragón? ¡Atañe a toda España!
Por lo tanto, ¿cuál es la razón de que se presente en Aragón? ¿Por qué el PSOE no la presenta en el Congreso de los Diputados, como es lo natural y lo normal, en lugar de dar un rodeo por las Cortes de Aragón para acabar recalando en Madrid? ¡Se va directamente a Madrid!
Es decir, esta proposición no la podría presentar el PAR, porque no tiene diputado en Madrid, pero de esta cámara, los demás sí la podrían presentar: Izquierda Unida, la CHA, el Grupo Socialista y el Grupo Popular, sin ningún problema, podríamos presentarla en Madrid. Entonces, ¿por qué no se presenta en Madrid?
¿Han hablado ustedes con su partido en Madrid? ¿Han hablado sobre este tema? ¿Les han dado luz verde? Yo tengo muchas dudas al respecto.
Muchas dudas al respecto porque, a veces, me da la impresión, señor Iglesias -bienvenido-, a veces me da la impresión de que ustedes..., yo no me voy a atrever a decir que relegan el derecho, que marginan el derecho, pero me da la impresión que no consultan las cosas con abogados, con juristas, y los tienen en el partido y en sus proximidades.
Y a mí me da la impresión -puedo estar perfectamente equivocado-, me da la impresión de que este tema, si ustedes lo consultan con juristas conocedores de derecho privado, especialistas en Derecho de familia, les hubieran dicho que esto no es de recibo: jurídicamente -no me confundan nunca-, porque yo no atento contra los derechos del pueblo gitano, ni desconozco ninguna de sus virtualidades, ni ninguna de sus..., pero esto es un tema jurídico; esta es materia estrictamente jurídica, como trataré de explicar a continuación.
Dice la exposición de motivos que «con esta ley se viene a saldar una deuda histórica de nuestra sociedad con los miembros del pueblo gitano en España». Yo estoy convencido de que, efectivamente, España tiene una deuda histórica tradicional con el pueblo gitano. Indudablemente, ha sido una comunidad marginada, maltratada, discriminada, y eso, indudablemente, genera un agravio histórico y genera una obligación por parte del maltratador y discriminador de acabar con eso.
Creo que, legalmente, se ha acabado con eso desde la Constitución del setenta y ocho y leyes subsiguientes, y en la sociedad, poco a poco, se ha ido avanzando sensiblemente y, desde luego, hoy no existen los roces, las pugnas y los enfrentamientos que existieron en otros tiempos -por desgracia- entre una y otra comunidad. Todos nos hemos civilizado mucho, todos hemos avanzado mucho.
Pero, claro, pretender que un planteamiento de varios siglos de enfrentamiento, de distanciamiento, de separación entre dos comunidades, se va a saldar simplemente porque se presente una proposición de ley en las Cortes de Aragón, que después se remite a Madrid, y en el supuesto de que se aprobara en Madrid, que no se aprobará, se saldaba la deuda histórica con el pueblo gitano... Señores, tengan sentido de las proporciones, tengan sentido del equilibrio, tengan sentido de la equidad, no empleen las voces como si fueran dagas, no empleen las palabras como si fueran instrumentos de demolición. Con esto, en el supuesto de que proceda, no se paga la deuda histórica ni remotamente, ni se puede pagar, ni tiene ningún sentido planteárselo.
Pero se añaden más cosas. Se dice en la exposición de motivos que «el reconocimiento de efectos civiles al matrimonio gitano no produce quiebra alguna en el sistema matrimonial español», y se lo vuelvo a leer: «El reconocimiento de efectos civiles al matrimonio gitano no produce quiebra alguna en el sistema matrimonial español». Soy profesor de Derecho Civil desde hace cuarenta y un años, he explicado muchísimas veces, cada cuatro años, el Derecho de familia y, por lo tanto, todo lo atinente al matrimonio desde hace cuarenta y un años, y a mí, la lectura de ese párrafo, salido de la pluma -no del PSOE- de un jurista de prestigio de esta tierra, me produce auténticos escalofríos. No diré bochorno, pero, por lo menos, auténticos escalofríos, desde el punto de vista jurídico, estrictamente, porque yo sólo me ocupo de este tema, aquí, esta mañana, desde el punto de vista jurídico (no desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista social, no desde el punto de vista del respeto, que lo tengo, y pleno, a una colectividad noble, como es la colectividad gitana).
Miren ustedes, señores socialistas, desde la reforma de 1981, el sistema matrimonial español es de un solo matrimonio, es de un solo matrimonio: el matrimonio civil. No hay más que una clase de matrimonio: el matrimonio civil; que se puede celebrar en forma civil o que se puede celebrar en alguna de las formas religiosas contempladas en el Código Civil.
En la forma civil... Por cierto, señor Lacasa, ha cometido usted una incorrección muy seria, cuando dice que existen diversas formas de matrimonio civil: no existen diversas formas de matrimonio civil. Hay una sola clase de matrimonio civil, hay una sola clase de matrimonio: el matrimonio civil. Lo que pasa es que el matrimonio civil se puede celebrar en forma civil o se puede celebrar en forma religiosa.
En forma civil se puede celebrar ante el juez, alcalde o funcionario, diplomático, funcionario delegado, según los artículos 49 y 51 del Código Civil.
Y en la forma religiosa, en alguna de las legalmente previstas, siempre que se trate de una confesión religiosa inscrita, en los términos acordados con el Estado o, en su defecto, autorizados por la legislación de éste (artículos 49 y 59 del Código Civil).
¿Qué quiere decir esto? Pues quiere decir esto que todos los españoles -y los gitanos son españoles-, una de dos: o se casan civilmente ante un alcalde o ante un juez, o se casan en alguna de las formas religiosas previstas, autorizadas y contempladas mediante los acuerdos pertinentes. ¿Cuáles son esas formas? Las formas protestantes, la forma islámica y la forma judía: religiosas. Es decir, un español se puede casar civilmente, se puede casar bajo un rito, de los variados protestantes, bajo un rito judío o bajo un rito musulmán. Y no hay más, no hay más.
¿Que eso se puede modificar legalmente? Claro que se puede modificar, y eso es lo que pretende la proposición. ¿Es malo plantearse la modificación? De ninguna manera, pero hay que ser sensatos.
¿Por qué digo que hay que ser sensatos? Pues, miren ustedes, el matrimonio no es un juego de niños, y no porque los que estemos casados sabemos lo que significa el matrimonio, sino porque es una cosa muy seria, es una cosa muy seria. Los romanos decían -y somos herederos de los romanos-: consortium omnis vite (consorcio de toda la vida), aunque admitían el divorcio e, incluso, la repudiación; divini atquae humani iuris communicatio (comunicación de derecho divino y humano). Y todos saben, todos han admitido que el matrimonio es el origen de la familia y que la familia es la célula social básica. Por eso, con el matrimonio y con su regulación, ningún juego.
El título IV de libro I del Código Civil, que regula el matrimonio, es de aplicación en toda España, en toda España. Y, por lo tanto, cuando se modifique, se modifica para toda España en los términos en que se modifique.
La materia matrimonial es competencia exclusiva del Estado, a tenor del artículo 149.1.8 de la Constitución, y hoy por hoy, tal como están las cosas, supone -y no digo que sea intangible, pero no se ha tocado en ningún sitio ¿eh?, y aquí no hay Derecho comparado sobre lo que se plantea esta mañana aquí, ni hay ninguna iniciativa en ninguna comunidad, ni en el extranjero-, supone que la doctrina común, hoy día, es -y la doctrina científica y legal- es que al matrimonio se va por la vía civil o se va por la vía religiosa, y no hay más vías hasta hoy. Ustedes, hoy, pretenden una tercera vía.
Yo creo que no se han tentado las ropas. Yo creo que no han reflexionado suficientemente sobre la materia de los peligros que entraña esa tercera vía, y no por referirse al pueblo gitano, ni remotamente, sino por los peligros que entraña esa tercera vía que ustedes propugnan, respecto al equilibrio de la institución matrimonial, a la sustancia de la institución matrimonial y al respeto que merece la institución patrimonial.
¿Por qué digo esto? Pues digo esto porque la admisión de matrimonios según rito gitano supondría no sólo la reforma en profundidad del título IV del libro I del Código Civil, en vigencia en toda España, sino la admisión de un nuevo criterio -esto, yo no lo he leído nunca a nadie-, la admisión de un nuevo criterio a los dos tradicionales que han existido: civil y canónico, primero; y, después, civil y religioso, como sucede hoy. Supondría la admisión de un tercer criterio de que hay matrimonio de etnia, ¡de etnia! Y esto -repito- yo no lo he visto jamás en el Derecho occidental, en el Derecho Civil occidental: no he visto nunca a nadie propugnar con argumentos y con seriedad el matrimonio de etnia.
Porque, miren ustedes, se calcula que hay en el mundo unas tres mil etnias. En Europa, hay más de trescientas etnias; en España, no sé cuántas hay, pero muchas, y, desde luego, a raíz de la recientes inmigraciones y las que vendrán de pueblos africanos, sobre todo subsaharianos, el número de etnias en España va en aumento.
Posiblemente, como decía la presentante, la etnia gitana es numéricamente la más numerosa (setecientos mil), y ese es un dato importante y un dato relevante, pero, ¿esa circunstancia sirve y es suficiente para que una etnia tenga una forma matrimonial propia? Pues, bien, en Europa tendría que haber trescientas formas matrimoniales distintas, porque hay trescientas etnias. Y en España, si abrimos esta vía, más pronto o más tarde, si tenemos veinte o treinta o cuarenta etnias, las que sean, tendríamos que tener treinta, cuarenta, cincuenta formas matrimoniales diferentes. Eso no hay ordenamiento que lo soporte ni sociedad que lo permita.
Termino, señor presidente.
Con estas cosas no se puede ni se debe jugar. Una cosa es el respeto al pueblo gitano, que lo tienen y lo merecen, y otra cosa es introducir factores de demagogia en temas que no pueden ser tratados de esa manera. Los temas jurídicos -y éste es un tema jurídico por excelencia- se tratan jurídicamente y no con criterios ni con posicionamientos políticos. Si se quiere hacer gestos, se hacen gestos a través de las vías correctas, no a través de gestos desproporcionados e insólitos, como es atribuir a unos determinados ritos matrimoniales de una etnia la posibilidad de que se configure legalmente en España como una forma matrimonial.
Señores del PSOE, yo no sé a lo que están jugando ustedes en Aragón, y mañana me explanaré bastante más sobre este tema, pero yo, la verdad, es que no sé a lo que están jugando ustedes en Aragón, pero me preocupa en extremo que un partido de su entidad e influencia se plantee con extrema alegría y aun irresponsabilidad temas tan trascendentales como el que ahora nos ocupa. No lo entiendo. Que venga a su casa un mercader con un texto elaborado porque le da la gana a él..., y sé perfectamente el origen: el origen es que hubo un congreso de notarios en la ciudad de Granada hace unos meses, y en ese congreso de notarios unos cuantos notarios -no fue una resolución del congreso-, dijeron: «ya es la hora, o puede ser la hora de que se plantee la admisión de un matrimonio según el rito gitano». Y este señor, este mercader que les vende a ustedes estas mercancías deterioradas, ni corto ni perezoso, se lió a redactar una proposición de ley, se la trajo a ustedes, y ustedes, yo no sé si la leyeron, pero, desde luego, no la consultaron con nadie, no la estudiaron, no la contrastaron y la presentaron alegremente en las Cortes de Aragón como si no hubiera pasado nada.
Señores diputados del PSOE, esa no es la forma de proceder correctamente en un partido de la entidad del suyo. Así no se actúa políticamente, así no se actúa jurídicamente.
No saben resistir ustedes la tentación. Les pasa como a Oscar Wilde, que decía: «puedo resistirlo todo menos la tentación». No son capaces de resistir la tentación cuando se les plantea una hipótesis de este tipo, no son capaces de reflexionar sobre las consecuencias e implicaciones. ¿Saben ustedes que cuando esto vaya a Madrid, que va a ir, no va a salir de ninguna manera? Pero no va a salir porque se oponga el PP: no va a salir porque no lo va a admitir su propio partido, su propio partido no lo va a admitir, y lo saben ustedes perfectamente, y si no lo saben, lo sabrán prestamente. Porque, obviamente, si el partido a nivel estatal pensara que ésta es la vía adecuada, lo habrá presentado por propia cuenta y no habría esperado que ustedes se movieran en las Cortes de Aragón.
¿Piensan ustedes que de esta manera, con iniciativas como la que hoy nos presentan, netamente demagógicas desde el punto de vista político, piensan ustedes que de esa manera ganan la credencial de progresistas? Triste manera de trabajar por la credencial de progresistas.
Cuando el señor Bono estuvo hace unos meses aquí en Zaragoza, en la precampaña de su congreso, dio una charla, interesantísima charla, que presidía el presidente de la Comunidad Autónoma, interesantísima charla, charla de estadista, y dijo una cosa que a mí se me grabó y que se la voy a repetir hoy, para su recuerdo, por si ustedes no la recuerdan: «hay en este país muchas personas que piensan que un progresista no puede ser moderado». Y dijo: «yo, en los comienzos del siglo XXI, pienso que no se puede ser progresista si no se es moderado». Esa frase vale su peso en oro, es una profunda reflexión y encierra una tremenda verdad.
Pues, bien. Ustedes, con gestos como el que nos reúne aquí esta mañana, con iniciativas como esta, con planteamientos como este, se creerán muy progresistas, pero como no son moderados, porque este no es un gesto moderado, porque para ser moderado hay que tentar la realidad, hay que tener los pies en el suelo, hay que evaluar las circunstancias y las consecuencias, y hay que respetar profundamente los modos de actuación racional y jurídicamente establecidos, con esa medida no son moderados, y, por lo tanto, no son progresistas, les da igual todo.
¿Acaso creen ustedes que no hay nada serio? ¿Que el Código Civil y el matrimonio no son cosas lo suficientemente serias para que merezcan consideración y respeto? Desde luego, a mí me tienen completamente sorprendido, y eso no significa nada ni vale nada..., me tienen completamente sorprendido y desorientado. Ya no sé por qué caminos transitan ustedes, pero, desde luego, ese camino no les va a conducir a sitio alguno estimable.
Muchas gracias. [Aplausos del Grupo Parlamentario Popular.]
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Cristóbal Montes.
Concluido el debate, procedemos a la votación de la toma en consideración de la proposición de ley.
¿Votos a favor de la toma en consideración? Gracias. ¿Votos en contra? [Rumores.] ¿Abstenciones? Gracias, señorías. Ha obtenido treinta y ocho votos a favor, ninguno en contra y veintiocho abstenciones.
Se abre el turno de explicación de voto.
Grupo Mixto, Izquierda Unida.
El señor diputado LACASA VIDAL [desde el escaño]: Muchas gracias, señor presidente.
No era para tanto, señorías, no era para tanto; si era tan grave, si hubiera sido tan grave, por favor, hubiera habido un voto en contra.
Bueno, yo creo que está bien. Ha salido sin ningún voto en contra, señorías, esa es la buena noticia. Va a Madrid con el apoyo de las Cortes de Aragón y con un apoyo muy importante: va sin ninguna objeción de fondo, sin ninguna tacha, porque va sin votos en contra.
Felicidades a la cámara y felicidades a los promotores de la iniciativa.
Y yo creo, sobre todo, señorías, que no debemos dejarnos embargar por el etnocentrismo cultural, etnocentrismo, señorías: ese es el problema. No me sumen cuántas etnias hay, hablemos de que no hay unos parámetros fijos e inmutables, porque lo que tenemos que tener en cuenta es que no podemos someterlo todo al parámetro «hombre blanco occidental», el wasp famoso: blanco, anglosajón y protestante. Pues, no. Aquí tenemos que tener en cuenta esas setecientas mil expresiones humanas que hay, que no deben pasar sobre el tamiz de nuestra propia percepción.
Entonces, no queramos ceñirlo todo y circunscribirlo, a) matrimonio civil, según las formas que nosotros dictaminamos; b) religiones consideradas oficialmente. Pues, a lo mejor, habrá que abrir un apartado c), que es realidades que no encajan en el a) y en el b).
Y, señorías, eso es lo que pasa, que tenemos un Estado plural, una serie de comunidades que viven dentro de él, y yo creo que hay que buscar fórmulas razonables, flexibles, que no desbaraten ningún aspecto de nuestra regulación jurídica, que son perfectamente encajables a través de las garantías registrales y otros elementos complementarios que se pueden poner en marcha a través de la tramitación parlamentaria.
Y, por lo tanto, creemos que no hay ningún riesgo, que lo hay es un buen paso adelante, lo que es una perspectiva de integración no uniformadora de la comunidad gitana dentro del Estado español.
Muchas gracias.
El señor vicepresidente primero (ESTEBAN IZQUIERDO): Gracias, señor Lacasa.
Señor Bernal, tiene la palabra.
El señor diputado BERNAL BERNAL [desde el escaño]: Gracias, señor presidente.
Señorías.
Chunta Aragonesista ha votado a favor, porque está a favor de la diferencia, porque está a favor de la diversidad, porque considera un valor positivo el que las culturas se mantengan, porque la pluralidad es algo que nos parece fundamental para el futuro de la población de esta tierra y de la propia humanidad. Por eso hemos votado a favor.
Y, desde luego, es difícilmente argumentable que las leyes no se adapten a unas concepciones más abiertas a la hora de entender usos culturales, concepciones culturales, manifestaciones culturales, ritos que se derivan de esa diversidad que para nosotros es enriquecedora. Y como es enriquecedora y es una de nuestras banderas y una de nuestras insignias el defender la diversidad y la pluralidad, por eso es por lo que hemos votado a favor.
Y hemos votado, además, a favor, porque no estamos ni siquiera siendo pioneros en abrir algo novísimo; si existen distintas religiones reconocidas en el Estado español, ¿por qué no reconocer determinados usos de determinadas etnias?, ¿por qué no? ¿Quién lo impide?, ¿el espíritu santo acaso?, ¿el espíritu santo que vela sobre el Código Civil?, ¿el espíritu santo legal que vigila y que vela por el ordenamiento jurídico vigente? Ese tipo de expresiones, «el ordenamiento jurídico vigente», son para ser reformadas, para que vuelva a estar vigente de otra manera.
Y por eso nosotros apoyamos esta iniciativa y nos parece acertada, oportuna, y de la misma manera que se está reconociendo el rito judío, la religión judía para la población judía en España, al igual que el rito musulmán, de la misma manera entendemos que se pueda reconocer el rito del matrimonio conforme a la tradición gitana y que tenga unos efectos civiles.
Muchas gracias.
El señor vicepresidente primero (ESTEBAN IZQUIERDO): Gracias, señor Bernal.
¿Señora Costa? Gracias.
Señora Mihi, ¿quiere hacer uso de la palabra?
La señora diputada MIHI TENEDOR [desde el escaño]: Sí.
Dar las gracias a los grupos que nos han apoyado, y también darles las gracias a los que se han abstenido, aun a pesar de la intervención del diputado popular, en el sentido de que decía él de «extraordinaria claridad». Yo creía, después de su intervención, que iban a votar en contra, pero, como también ha tenido otras intervenciones, pues no me sorprende.
Quisiera decirle...
El señor vicepresidente primero (ESTEBAN IZQUIERDO): Señora, diputada.
Puede acercarse el micro, que no se oye.
La señora diputada MIHI TENEDOR [desde el escaño]: Sí. ¿Ahora?
Quisiera decirle al diputado del Partido Popular que nos ha decepcionado mucho su intervención esta mañana aquí en esta cámara. Nos ha decepcionado porque ni siquiera en esas lecciones que usted da algunas veces de Derecho Civil no nos ha convencido.
Usted sabe perfectamente que nosotros estamos aquí como grupo político, con una representación que nos dan los votos, y que nosotros traemos aquí todo tipo de iniciativas que creemos conveniente. Por tanto, sus afirmaciones en cuanto a que si nos las preparan, que si los mercaderes... Yo no sé cómo funciona el Partido Popular, pero seguramente ustedes están acostumbrados a tener ese tipo de asesores a los que usted llama «mercaderes».
El Partido Socialista, cuando trae las iniciativas, cuando trae las leyes, cuando estamos en política en las instituciones, actuamos con seriedad y con rigor, y cuando las traemos aquí, las firmamos los socialistas; no necesitamos que usted venga a decirnos quién ha hecho o deja de hacer. Desde el momento en que nosotros las hemos presentado, son nuestras.
Por otra parte, usted intenta aclarar que está por los derechos humanos... Sin embargo, es sorprendente cómo usted intenta, en nombre de no sé qué poder que tiene usted, porque parece ser que usted es el único jurista ya no sólo en Aragón, debe ser usted el único jurista en España y en el mundo que sabe y que decide qué es lo cultural, qué es lo no cultural y qué es lo que se debe o que no se debe hacer. Usted impide incluso lo que marca la Constitución. Y que yo, como soy todavía una novata en este parlamento y todavía tengo que salir con mis papeles y con mis intervenciones para que no se me olviden cosas...
Usted, incluso plantea y dice que por qué traemos a esta cámara; y yo le he dicho... -lo tengo aquí, y se lo voy a repetir, porque a veces pienso que a lo mejor es la edad y que usted no lo ha escuchado-: he dicho por qué la hemos traído y se lo voy a repetir, señor Cristóbal Montes, porque afortunadamente la tengo delante, y ya le he dicho por qué, ya he insistido por qué.
Lo he defendido, y digo: «supone el ejercicio de un derecho constitucional, refuerza el grado de autonomía política de nuestro parlamento». Esa es la defensa que estamos haciendo aquí los socialistas y todos los que hemos votado, la defensa por este parlamento de los intereses de todos los grupos que en estos momentos están actuando en política aquí. A ustedes no les interesa en absoluto, claro que no les interesa, porque ustedes prefieren que decidan, efectivamente, en Madrid por ustedes.
Pero nosotros aquí tomamos nuestras decisiones, lo estamos demostrando, se lo hemos demostrado con el Plan hidrológico. Y espero que ustedes también en Madrid, su Grupo Popular, estén tan de acuerdo con todas esas afirmaciones que usted ha hecho aquí.
Muchas gracias.
[Aplausos del PSOE.]
El señor vicepresidente primero (ESTEBAN IZQUIERDO): Gracias, señora Mihi.
Señor Cristóbal, tiene la palabra.
El señor diputado CRISTÓBAL MONTES [desde el escaño]: Gracias, señor presidente.
Señora Mihi, yo no pretendo sentar doctrina ni remotamente, y cada vez que digo algo, pido disculpas por si me equivoco, cosa que no hace usted.
Pero una cosa es no intentar sentar doctrina ni dar lecciones a nadie -¿quién puede dar lecciones a nadie?- y otra cosa es desconocer lo que está al alcance de todos nosotros y lo que estamos en la obligación de conocer y respetar. Y lo que estamos en la obligación de conocer y respetar en este caso es que hay un sistema matrimonial español que no es fruto del azar, que no se lo ha inventado nadie en particular y que no ha caído del cielo, ni siquiera de ese cielo al que nos remitía el señor Bernal con el espíritu santo, sino que es fruto, como todo en el derecho, de la historia, de la tradición, de encontradas fuerzas, del progreso y de la evolución.
Mire usted, señora Mihi -y no me diga que le pretendo dar lecciones, que no pretendo darle ninguna lección, que, a lo mejor, vitalmente usted me puede dar muchas lecciones a mí, muchísimas; no pretendo darle ninguna lección-, mire usted, en España, durante mucho tiempo, durante muchos siglos, para todos los que profesasen la religión católica -y este se ha dicho que ha sido siempre un país predominantemente católico-, la obligación, desde el Concilio de Trento, era contraer matrimonio canónico.
Y el propio Código Civil, en su artículo 42, cuando se promulga en 1889, con una defectuosísima redacción dice: «hay dos clases de matrimonio: el matrimonio canónico, que deberán celebrar todos los que profesan la religión católica -que dio lugar a muchas chanzas y bromas, porque, según eso, todos los católicos tenían que casarse, porque “que deberán celebrar”-...». ¿Todos los católicos tienen que casarse? No quería decir eso. Pero decía una cosa muy significativa y muy poco progre, y es que todo el que profesara la religión católica se tenía que casar por la iglesia. Y para no casarse por la iglesia, tenía que demostrar que no profesaba la religión católica. Pero, además, si había sido bautizado, por el simple hecho de haber sido bautizado, se consideraba que profesaba la religión católica, y no podía evadir la celebración del matrimonio canónico.
Eso no era adecuado, y, sin embargo, duró mucho tiempo, con pequeñas rectificaciones en cuanto a la facilitación de la prueba de la no profesión, duró hasta la reforma del año ochenta y uno. Desde el año ochenta y uno, las cosas han cambiado radicalmente a mejor, y ha habido un significativo progreso. Porque hoy día no hay otro matrimonio que el matrimonio civil, lo que pasa es que el código permite celebrar el matrimonio civil bajo alguna de las formas religiosas acreditadas ante el Estado.
Y entonces, señor Bernal, no se trata de que si se pueden casar los judíos por el rito judío y los musulmanes por el rito musulmán, que es correcto; no se trata de que por esa circunstancia, cualquier etnia pueda celebrar su matrimonio bajo la forma matrimonial que le sea propio a manera de rito. Es una cosa complemente distinta.
La pertenencia a una comunidad gitana no es una religión, no es una religión: los gitanos en España son españoles, y serán católicos, protestantes, musulmanes, budistas, ateos, agnósticos, lo que les dé la gana, como todos y cada uno de nosotros, y, en consecuencia, tienen exactamente las mismas vías que tenemos todos los españoles.
Pero usted dice: «pero es que tiene una cultura...» Claro que tiene una cultura, y una sana cultura, y una respetable cultura, y una tradicional cultura. Pero, ¿usted cree que al lado de ellos no hay otras etnias en España que tienen también sus culturas? ¿Todos y cada uno deben tener su forma matrimonial? Perfecto, perfecto. Es una posición anarquista que a mí me gusta mucho, extraordinariamente, porque el anarquismo no es otra cosa que el liberalismo llevado al extremo, y, en consecuencia, perfecto, a mí me parece perfecto.
Pero usted se ha planteado, señor Bernal, las consecuencias que tendría, las tremendas consecuencias que tendría el que cada grupo étnico que tiene sus ritos, que tiene sus tradiciones, que tiene su cultura, que tiene sus peculiaridades, muy respetables todas, pudiera elevar todas esas circunstancias a la categoría por ley, como aquí se pretende hoy, de una forma matrimonial propia. ¿Se da usted cuenta las consecuencias que podría tener eso en la convivencia jurídica de España? Conduciría a situaciones auténticamente demenciales.
Yo no he querido entrar a comentar el texto, porque como repudiaba la filosofía no he querido entrar al articulado, pero el articulado se las trae, incluso hasta en el empleo de términos que no tienen el sentido jurídico real ni aproximado al que se utiliza en el texto.
Pero, sobre todo, tiene una cosa que a mí me llama la atención tremendamente. En el texto no se ha planteado algo que es, que va de suyo, que emana de la naturaleza de las cosas y de lo que no se puede prescindir, y es que en España, como en cualquier país, para que una pareja se pueda casar, hay que hacer un expediente matrimonial, bien la iglesia o bien el Estado, a través del juez encargado del registro. Y en ese expediente matrimonial, hay que constatar, debe acreditarse que los futuros contrayentes tienen capacidad para contraer matrimonio y no están afectados por ninguno...
El señor vicepresidente primero (ESTEBAN IZQUIERDO): Señor Cristóbal Montes, vaya terminando.
El señor diputado CRISTÓBAL MONTES [desde el escaño]: ... por ninguno de los impedimentos que impiden la válida celebración del matrimonio.
Pues bien, esto desaparece de la proposición de ley. No hay expediente de ninguna clase, sino simplemente se presentan y unos testigos dicen que en su presencia se celebró el matrimonio, y no se acredita ninguna de las circunstancias que son precisas -según el Código Civil- para la celebración del matrimonio.
Si se abre esa espita, y esa espita se extiende ad infinitum, como usted pretende a todos los grupos, sencillamente, la institución matrimonial habrá naufragado en España y, además, se habrá creado un caos de consecuencias jurídico-económico-sociales impredecibles.
Muchas gracias.